En busca del Chávez mexicano
By MIGUEL COSSIO
La cabeza de Fidel Castro anda en busca del Hugo Chávez mexicano. Su
nombre: Andrés Manuel López Obrador.
Horas antes de cumplir los 84 años, Castro aseguró que López Obrador fue
víctima en el 2006 de un complot electoral que evitó la llegada a Los
Pinos del candidato de la izquierda. ``Ganó la mayoría de los votos
frente al candidato del PAN (el actual mandatario Felipe Calderón). Mas
el imperio no le permitió asumir el mando'', escribió en sus más
recientes incendiarias reflexiones sobre México.
La acusación de fraude puso de inmediato en capilla ardiente las
relaciones bilaterales, por tercera ocasión en ocho años. En el 2002 y
el 2004 durante la presidencia de Vicente Fox. Ahora bajo la de Calderón.
La cancillería azteca respondió con el retraso habitual que le
caracteriza cuando se trata de contestar a ataques de Castro, pero con
una contundencia política no vista en años. Un comunicado oficial señaló
que ``el gobierno de México hace votos para que pronto el pueblo de Cuba
pueda tener elecciones libres y se respeten plenamente los derechos
humanos en la isla''.
No era la primera vez que Castro la emprendía contra Calderón. En el
2009 lo acusó de haber ocultado información acerca del virus H1N1, para
no empañar la visita que realizaría a México en abril el presidente
Barack Obama.
``Lo único que puede afirmarse es que el virus no lo introdujo la CIA
(en Cuba). Vino de México'', escribió el 11 de mayo. Tres días después
afirmó que ``nada ha cambiado en México en los últimos 8 años, excepto
el virus'', estableciendo así similitud entre los gobiernos de Calderón
y su antecesor Vicente Fox, a quien calificó de ``virgen vestal de la
oligarquía mexicana''.
En los corrillos de la política azteca hoy tratan de hallar una
explicación a la inédita arremetida de Castro y a su inesperado apoyo a
López Obrador, a quien el dictador ve como ``la persona de más autoridad
moral y política de México cuando el sistema se derrumbe y, con él, el
imperio'', según sus siempre apocalípticas predicciones.
¿Por qué Castro paga así, se preguntan, si el gobierno de Calderón ha
hecho importantes concesiones al régimen? Hizo el trabajo sucio en
Ginebra (junio del 2007) y, gracias a ello, Cuba abandonó la lista negra
de la ONU de países violadores de los derechos humanos. En el 2008,
firmó con La Habana un acuerdo migratorio para la repatriación de
cubanos a la isla. Y este año prefirió mantenerse al margen de la ola de
condenas internacionales a Cuba por la muerte de Orlando Tamayo, la
huelga de hambre de Guillermo Fariñas y la represión contra las Damas de
Blanco.
Las reflexiones de Castro sobre México están antecedidas por una agitada
actividad en su regreso al ejercicio del poder en un renovado estilo,
con presentaciones públicas acerca de temas que considera de
trascendencia capital. Se puede pensar que Castro desvaría, y sin duda
hay mucha incoherencia en su discurso. Pero no se debe pasar por alto
que en el fondo de tanta reflexión, incluso con sus galimatías, hay una
voluntad de estrategia maquiavélica.
Fidel Castro no está loco ahora, siempre lo estuvo, en el sentido de
tener una obsesión y ser un megalómano incurable. En esa genialidad
compleja del mal, que linda con la locura, pretende convertirse en el
portavoz de la conciencia universal de la humanidad.
En ese contexto, entran Andrés Manuel López Obrador y su libro La mafia
que se adueñó de México y el 2012, que Castro leyó en tres días. ¿Qué
encontró allí? Ideas con las que comulga: (López Obrador) ``describe la
forma en que Estados Unidos devora a dentelladas un país hermano''.
El ``será la persona de mayor autoridad moral y política de México
cuando el sistema se derrumbe. No albergo la menor duda que mucho más
pronto que lo que él imagina todo cambiará en México'', escribió.
ara trascender, alcanzar la gloria y el homenaje universal al que
aspira, por encima de figuras como Nelson Mandela, Fidel Castro necesita
encontrar proyectos políticos, como si de bebés probetas se tratara el
ejercicio del poder. Ahí es donde encaja Andrés Manuel López Obrador, un
político autoritario, controvertido, cuya verdadera aspiración es ser,
más que presidente de la gran nación mexicana, el reformador carismático
de todo un pueblo.
Dientes para afuera, López Obrador ha agradecido ``los comentarios y
opiniones de tan distinguida personalidad, uno de los dirigentes más
importantes de nuestra época''. En el fondo, a Obrador le vale poco tal
apoyo, que más que sumarle le resta.
Pero el ego de Castro necesita del juego de las grandes ilusiones.
México es su país favorito, lo conoce, lo ha manipulado durante decenios
con el PRI, incluso con Fox y con el PAN. En busca del Chávez mexicano,
sería su propósito. Aunque como ocurrió con la Unión Soviética, con Hugo
Chávez y con todo cuanto percibe el genio de Fidel Castro, este nuevo
plan es tan transitorio y efímero, tan imposible, que por ahora se
reduce al espacio de sus agresivas reflexiones.
http://www.elnuevoherald.com/2010/08/19/v-fullstory/785633/miguel-cossio-en-busca-del-chavez.html
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