2 de diciembre de 2016

El delirio inseminador de Fidel Castro

El delirio inseminador de Fidel Castro
noviembre 30, 2016
Pablo Alfonso

A mediados de la década del 60 el semen animal corría por toda Cuba,
convertida en un gran semillero nacional de esperma. La inseminación
artificial era la nueva obsesión de Fidel Castro.
En una conversación entre vacas y terneras sobre modernas maneras de
hacer la inseminación, dijo con indignación la vaquita Pijirigua:
"¡No salgo de esta manigua ni aunque me cubran de oro, a mí que me den
el toro para seguir a la antigua!

(Inseminación Artificial, Cantautor: Pedro Luis Ferrer).
Nadie conoce la fecha exacta, pero ya a mediados de la década del 60 el
semen animal corría por toda Cuba, convertida en un gran semillero
nacional de esperma. La inseminación artificial era la nueva obsesión de
Fidel.

Junto a la creación del hombre nuevo comunista, nació también la idea de
crear una revolucionaria raza bovina capaz de reunir, en un solo
ejemplar, excepcionales cualidades de leche y carne. Más leche que
carne, porque Fidel alucinaba esta vez con ser el creador de ejemplares
originales, de raigambre cubana, fruto del cruce genético de varias
razas importadas con las modestas vaquitas aclimatadas en la isla.

Era la época en que Fidel Castro hablaba horas y horas, hipnotizando al
auditorio con su elocuente oratoria. Abrumando a quienes lo escuchaban
con especulaciones y cifras grandiosas.

"Porque se habla de animales de doble propósito, que dan leche y que dan
carne. La realidad es que si ustedes tienen, por ejemplo, una vaca
Holstein que da quince litros de leche, esa vaca siendo de leche le
puede producir un animal de carne, simplemente cruzándola con una Santa
Gertrudis, con un Aberdeen Angus, con cualquier otra raza de carne,
entonces la vaca da leche, y cuando pare, produce un ternero que a los
seis meses se puede mandar a cebar, cuando es un añojo se puede mandar a
cebar.

Pero el propósito que tenemos -esto, desde luego, está todavía siendo
discutido-, pero la idea que tenemos y lo que estamos estudiando es la
de convertir toda la masa ganadera en masa que produzca leche, de ganado
lechero. ¿Cómo? Mediante el cruce".[1]
Y entonces fue el delirio...

Fidel comenzó a importar vacas y toros Holstein para sus experimentos
genéticos. Costosos ejemplares comprados en Canadá llegaron a Cuba a
bordo de las motonaves "Luis Arcos Bergnes" y "Camagüey". En uno de esos
viajes llegó Rosafé Signet, un robusto semental que costó 27.000 dólares
-nacido el 9 de abril de 1954 según su ficha genética- y que fue
sometido luego a tantas masturbaciones, que murió eyaculando, convertido
en todo un mártir de la revolución inseminadora.

"Tenemos uno de los mejores toros actualmente. El año pasado produjo
22.000 dosis para inseminar, 22.000 pastillas de semen congelado. Eso
quiere decir que se pueden inseminar más de 20.000 vacas con la
producción de un solo toro. Desde luego, este toro también se puso en
aire acondicionado".[2]

Ese toro era Rosafé, que se adquirió al principio de la revolución.
Costó 27.000 dólares. A decir verdad, creo que nos vendieron ese toro
porque ya estaba un poco viejo, pero de todas maneras se logró extraerle
algunos miles de ámpulas. Y Rosafé, que murió hace unos cuatro años, si
mal no recuerdo, todavía está produciendo hijos, por las ámpulas de
semen congelado que se conservan. Todavía quedan cerca de 200 ámpulas de
ese toro.

Las nobles lecheras Holstein no se aclimataron con facilidad al calor
subtropical cubano. El veinte por ciento de ellas murió en el intento,
según reconoció Fidel en ese mismo discurso, hasta que se construyeron
establos especiales con aire acondicionado para mitigar la nostalgia de
los vacunos importados de las gélidas praderas canadienses.

A pesar de todas las comodidades, las Holstein canadienses no se
comportaban en el medio ambiente cubano como se esperaba. Observador
acucioso, Fidel dijo que después de mucho cavilar llegó a la conclusión
de que el asunto estaba en el color de la piel. Las vacas rojas
producían más leche que las de piel negra.

"Y decidimos ver qué pasaba con las vacas rojas porque nacían muy
bonitas. Y un centro cerca de aquí se puso a observar la producción de
leche de las negras con las rojas y ha observado un fenómeno muy
interesante. La diferencia entre las rojas y las negras es a favor de
las rojas. Es todavía mayor que la diferencia que hay entre con aire
acondicionado y sin aire acondicionado. De manera que les han estado
sacando más de cinco litros durante todo el tiempo, hijas del mismo
padre y de madres de igual calidad. Se pusieron un grupo de negras con
un grupo de rojas. Entonces, ¿qué parece indicar esto? Que en las
condiciones del clima de Cuba el color rojo las hace más adaptadas a la
resistencia al calor. Hasta ahora parece ser así. Entonces, ya estamos
empezando a desarrollar, también reuniendo todas las rojas, el Holstein
rojo. Progresivamente se les puede ir cambiando el color, manteniendo
todas las demás características".[3]

Así comenzó todo. Como es costumbre, cuando se trata de alabar un
proyecto fantástico de Fidel, la prensa escrita, la radio y la
televisión dedicaron amplios espacios informativos y enjundiosos
análisis para avalar la brillante idea y los avances inseminadores que
apuntaban al nacimiento de una gigantesca masa ganadera como nunca antes
había soñado nadie. [4]

"En la ganadería, por ejemplo, ya en estos momentos hay 1.200.000 vacas
en el plan de inseminación artificial. Hay que decir que nuestro país,
en materia de inseminación artificial en la ganadería, en este momento
está entre los primeros países del mundo. Para fines del año que viene
alcanzaremos cerca de dos millones de vacas en inseminación. Y ya,
posiblemente, con ese porcentaje, nuestro país ocupará el primer lugar
del mundo en esa técnica".[5]

Claro que para inseminar hacen falta inseminadores. Para formar técnicos
inseminadores es necesario construir centros de enseñanza y
entrenamiento. Se construyeron las escuelas y los laboratorios
indispensables.

Más de 5.000 inseminadores salieron de aquellas aulas, probeta en mano,
dispuestos a incursionar en las vaginas vacunas para depositar en las
modestas vaquitas criollas el semen de los potentes toros importados.

"Se ha quintuplicado la productividad de los técnicos en inseminación
desde el momento en que se han organizado los pastoreos, desde el
momento en que se les ha dado una motocicleta con sidecar para realizar
su trabajo. Es decir, hemos motorizado a los inseminadotes. Ustedes se
los encontrarán por las carreteras constantemente yendo y viniendo".[6]

Pero claro, para una imaginación tan fantástica eso no era suficiente.

"En el año 1970 tendremos cinco mil inseminadores. ¿Quieren saber
cuántos tendremos en el 1975? Doce mil inseminadores, ¡doce mil
inseminadores!

¿Saben cuántos habrá en el mes de enero próximo? Veinticinco mil. ¿Saben
cuántos tendremos graduados, técnicos agropecuarios para 1970? Doce mil.
Para 1975, cuarenta mil".[7]

Inseminadores hubo hasta para exportar. En eso de cumplir misiones
internacionalistas, el castrismo no ha escatimado recursos. Hasta Asia y
África llegaron los inseminadores cubanos, listos para gestar a cuanta
vaca se pusiera por delante.[8]

El frenesí espermático no se limitó a los vacunos. Puestos a inseminar,
los delirios de Fidel contagiaron a los dirigentes y técnicos que
buscaban ganar la aprobación y el favor del "jefe".

Primero fueron las modestas chivas criollas y las humildes ovejas. Luego
el semen de la ilusión se extendió a los cerdos, hasta que en el éxtasis
supremo del "espermazo" nacional, ni siquiera el manjuarí escapó del
frenesí inseminador.[9]

El caso del manjuarí es en extremo intrigante. El manjuarí es una
especie en extinción en Cuba. Atractosteus Tristoechus es su nombre
científico. Los medios oficiales de prensa aseguran que, desde hace
mucho tiempo, es raro encontrar un manjuarí en su habitat natural en la
Ciénaga de Zapata, al sur de la isla.

Es un pez peculiar, su boca plana y alargada es similar a la de un
cocodrilo con su hilera de dientes afilados en cada mandíbula. Aunque es
comestible, sus huevos son venenosos. Los zoólogos cubanos afirman que
es una especie de fósil viviente. Quién sabe, quizás por eso Fidel
decidió conservar la especie.

Aquélla fue una iniciativa innecesaria. Hace algún tiempo un amigo
pescador en Miami me reveló que en los canales de La Florida, que surcan
los Everglades y desaguan en el lago Okeechobee, hay decenas de miles de
manjuaríes. ¡Sorpresa!

En fin, con el paso del tiempo surgieron los híbridos del primer cruce
genético vacuno diseñado por Fidel. Fueron bautizados como F-1, fiel a
los patrones de la genética. Por la prensa oficial circularon los éxitos
sucesivos de las F-2 y las F-3. Al final de tanto afán los resultados
fueron menores que lo previsto por la fecunda imaginación de Fidel. Sólo
el tiempo se encargó de disipar el sueño.

Años después de iniciada la aventura inseminadora, cuando la década del
60 llegaba a su final, un estudio del Instituto de Ciencia Animal de
Cuba demostró el fracaso de los cruces de las razas Holstein con Cebú,
las llamadas F1.

El rendimiento en leche en la lactancia era de 1.961 kilogramos para las
Holstein y 370 para las F-1. La duración de la lactancia era de 250 días
para las Holstein y de solo 72 días para las F1, y así sucesivamente en
otros parámetros comparados.

El estudio fue presentado en el Primer Congreso de ese organismo, al que
asistieron investigadores y científicos internacionales. Aquello fue
demasiado para el ego de Fidel. Se presentó en el lugar y contra toda la
evidencia científica defendió su proyecto genético.

"Eso fue presentado aquí, aunque se le llamara "interino". Porque yo no
me atrevería a presentar algo "interino", algo que no tenga un mínimo de
convencimiento acerca de su validez. No se trata de presentar por
presentar. Y, sin embargo, esta tesis fue presentada por un miembro del
instituto y suscrita por el genetista principal de la institución y por
su director.

Ahora bien: ¿puede esto sostenerse? No, esto no puede sostenerse. ¿Puede
esto ser investigado y comprobado? Sí, esto puede ser investigado y
comprobado: el carácter de esta ponencia, el error que entraña esta
ponencia, la baja calidad y superficialidad de la investigación, la
equivocación que entraña esta ponencia, la desorientación que entraña
esta ponencia para los ganaderos en este país y para los que trabajan en
la ganadería, para los que poseen ya medio millón de vacas F-1. Ahora,
¿se trata acaso de que nosotros nos disgustemos porque se haya hecho una
investigación que arroje un resultado adverso? No".[10]

Pero antes de que el sueño se perdiera en el tiempo, ya la fantasía
genética de Fidel había parido otra alucinación: el pastoreo intensivo,
la siembra de cientos de miles de hectáreas de pastos con técnicas
revolucionarias. Un chispazo de esa visión se avizoraba en el discurso
citado.

"Por eso les decía que no era la vaca la que producía leche, la vaca
convierte el pasto que consume en leche, la res convierte el pasto que
consume en carne. Y por eso, nosotros, dentro del socialismo, lo que
tenemos que buscar no es la mayor producción de leche por vaca, sino la
mayor producción de leche por caballería de tierra. (…) La ventaja que
tiene Cuba es que puede contar con pasto verde todo el año y la cantidad
de proteínas que da una caballería de pastos es varias veces superior a
la que da una caballería de maíz aunque le sacaran dos cosechas. ¿Qué
les parece? ¡Y el pasto se desprecia!".[11]

De esta forma quedaba abierta la puerta para la próxima aventura. Se
iniciaba la etapa de los pastizales.

Del festival del semen quedan algunas anécdotas que pertenecen al
imaginario popular, aunque imposible de registrar con el debido rigor.
Es el caso de más de un"guajiro-macho", que tuvo que ser hospitalizado
de urgencia con un priapismo severo, porque en su noche de bodas se
había tomado más de una de aquellas famosas pastillas que excitaban a
los sementales hasta el paroxismo.

Queda también el reclamo contestatario de la vaquita Pijirigua y lo más
lamentable, una masa ganadera que en medio siglo de castrismo no ha
superado todavía los seis millones de vacunos que había en Cuba cuando
Fidel instaló su aventura en el país.

[1] Fidel Castro. Discurso pronunciado a los Alumnos de las Escuelas de
Auxiliares de Administración, en el Teatro Chaplin, el 2 de octubre de 1963.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Comienza a verse el fruto de la inseminación artificial. Justina
Álvarez. Granma, 15 de julio de 1966. Pág. 4

[5] Fidel Castro. Discurso. Santa Clara, 9 de diciembre de 1966

[6] Ibid.

[7] Ibid.

[8] Partirá hacia Vietnam una brigada de técnicos en inseminación
artificial. Ariel Rojas. Granma, 9 de mayo de 1972. Pág. 3

- Edificación contingente de constructores cubanos, en Tanzania, tres
escuelas y un centro de inseminación artificial. Marta Jiménez Almira.
Granma, 13 de mayo de 1976. Pág. 3

- Internacionalistas cubanos en Yemen Democrática. Sostenido desarrollo
en la avicultura y la inseminación artificial. Rodolfo Casals. Granma,
11 de diciembre de 1980. Pág. 5

[9] Inseminación artificial de ovejas en Nuevitas. Lucas Cortada
Fuentes. Granma, 25 de enero de 1960. Pág. 4

- Inseminación artificial en cerdos. Granma, 22 de febrero de 1989. Pág. 2

- Exitosa prueba de fecundación artificial para la preservación del
manjuarí. Alexis Shelton. Granma, 9 de junio de 1971. Pág. 4

[10] Fidel Castro. Discurso clausura Primer Congreso Instituto de
Ciencia Animal. La Habana, 13 de mayo de 1969.

[11] Ibid.

Source: El delirio inseminador de Fidel Castro -
http://www.martinoticias.com/a/el-delirio-inseminador-de-fidel-castro/127910.html

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