Dos cementerios, una ciudad (II)
"De esos que vienen a profanar el cementerio sí me cuido, y bastante",
cuenta un custodio
viernes, marzo 25, 2016 | Roberto Jesús Quiñones Haces
GUANTÁNAMO, Cuba.- Con un área total de 176 117 m2, el cementerio Tomás
Acea fue construido entre los kilómetros 3 y 4 de la antigua carretera
del Junco –hoy Avenida 5 de Septiembre– y terminado en 1926. En 1978 fue
declarado Monumento Nacional debido a sus valores arquitectónicos,
históricos y ambientales.
Fue ejecutado con parte del dinero que dejó al morir la señora Francisca
Tostes y García, viuda del próspero cienfueguero Nicolás Acea y de los
Ríos. La generosidad de esta familia permitió a Cienfuegos construir una
necrópolis moderna, diseñada para una población de ciento cincuenta mil
habitantes.
El proyecto y la ejecución de la obra estuvo a cargo de los ingenieros
Pablo Donato Carbonell y Luis Felipe Ros. De ella impresionan la
majestuosidad del edificio central y su sobrio diseño, inspirado en los
cementerios del nordeste de los EUA. Fueron aprovechadas las
ondulaciones del terreno, en el que también resalta la armoniosa
relación de las construcciones con la naturaleza, lo cual se pone de
manifiesto en la denominación de las calles interiores: Los Pinos, Los
Cedros, Los Robles, Las Palmas, Los Álamos y otras, las cuales sirven de
enlace con todas las secciones en las que fue dividido el terreno.
Muchos aseguran que la fachada del edificio central está inspirada en la
Acrópolis de Atenas aunque la magnificencia de la edificación obedece a
las más estrictas normas del estilo neoclásico, corriente arquitectónica
que predominó en Cienfuegos desde finales del siglo XIX.
En esta necrópolis destacan los monumentos funerarios de la actriz Luisa
Martínez Casado, el dedicado a los Veteranos de las Guerras de
Independencia y el de los combatientes contra la dictadura de Batista,
así como otros erigidos por pudientes familias cienfuegueras.
También se destaca el Monumento a los Mártires del 5 de Septiembre de
1957, construido en 1977 y debido a un proyecto de los arquitectos
Daniel Taboada y Enrique Capablanca, así como el escultor Evelio Locour.
Los depredadores también llegaron al Tomás Acea
Uno de los custodios presentes en la necrópolis el día de nuestra
visita, quien declinó ofrecernos su identidad, nos relató que hasta hace
un año aproximadamente las fechorías en el cementerio Tomás Acea
parecían no tener fin.
"Es un cementerio muy grande, y aunque la cerca perimetral está en buen
estado, no es muy alta los maleantes se aprovechan de eso para entrar",
nos dijo. Preguntado acerca de lo que buscan esas personas respondió que
"la mayoría vienen a robar huesos para hacer brujerías" pero hasta ha
habido quienes han llegado al camposanto para robar elementos de bronce
de los panteones y tumbas aunque, según asegura el custodio, al aumentar
el número de custodios se ha podido frenar bastante la comisión de esos
delitos.
Notando el silencio sobrecogedor del lugar, a la pregunta de si cuando
trabaja de noche no ha sentido algún temor, replica sonriendo: "De los
muertos no siento miedo pues ellos están ahí tranquilitos. De esos que
vienen a profanar el cementerio sí me cuido, y bastante, porque según
nuestra experiencia son gente de cuidado. Yo llevo quince años
trabajando aquí y este es un lugar tan natural como otro cualquiera, con
la diferencia de que siempre te recuerda la cercanía de la muerte.
"Hace unos meses tuvimos que pedir ayuda a la policía pues de madrugada
sorprendimos a tres ciudadanos tratando de abrir una de las bóvedas de
las logias. Entre todos los custodios pudimos controlarlos y la policía
vino rápido, de lo contrario cualquier cosa habría pasado. ¿Quiénes son
los peligrosos?", concluyó, y dando por terminada la conversación se
alejó por la calle de Los Álamos.
Source: Dos cementerios, una ciudad (II) | Cubanet -
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