Nueva ley electoral: una aproximación estratégica desde la MUAD
¿Es congruente una nueva ley electoral dentro del mismo sistema
electoral de partido único?
jueves, agosto 27, 2015 | Manuel Cuesta Morúa
LA HABANA, Cuba.- Con el concepto básico que define a la Mesa de Unidad
de Acción Democrática (MUAD): trabajar unidos en acciones
estratégicamente definidas desde la convergencia plural, adquiere
puntualidad ahora el trabajo en sendas propuestas ciudadanas de ley
electoral y de ley de asociaciones y de partidos políticos que se
articulan desde la ciudadanía en el proyecto #Otro18, asumidos por la
MUAD y otras organizaciones y proyectos como Espacio Abierto de la
Sociedad Civil.
Cabe enfatizar inicialmente la combinación entre genealogía y cronología
históricas de las demandas de cambio en Cuba porque ha predominado en el
mundo la percepción de que la sociedad civil y la comunidad pro
democrática cubanas no han sido capaces de hacer propuestas concretas
para la democratización, debatiéndose en la mera resistencia a la
represión del gobierno, y atrapadas en las exigencias generales y
abstractas de respeto y promoción a los derechos humanos.
Eso no es cierto en varios sentidos fundamentales y lo demuestra el
hecho de las exigencias de cambio electoral, muy viables, que se
articularon entre 1998 y 2002 por el Proyecto Varela.
Estas exigencias regresan ahora y, sin embargo, sigue pareciendo para la
percepción, sobre todo externa, que la sociedad civil propone trabajar
hacia una ley electoral como reacción a lo que el partido comunista
cubano recogió en sus Lineamientos de 2011 y presentó con más claridad
en un pleno de su comité central en 2014. En ambos momentos, las
autoridades del partido comunista, y es importante retener el dato sobre
quién propone, comunicaron sus intenciones de trabajar por una nueva ley
electoral. Y curioso. No hablan de reformar sino de innovar en este ámbito.
Vale esta pregunta entonces: ¿quién reacciona ante quién cuando estamos
hablando de reformas estructurales en Cuba? Todos los cambios que se han
hecho en la isla, casi ninguno de tipo estructural, han sido propuestos
o demandados alguna vez por un conjunto nada pobre de programas
políticos de la oposición. Y si hablamos exclusivamente de aquellos que
tocan a las estructuras del régimen, entonces la comunidad pro
democrática ha peinado a toda la sociedad y a todos los ámbitos en sus
proyectos de cambio.
Es importante por tanto aquella pregunta porque toca a la pretensión
específica de cada actor cuando adelanta una propuesta determinada. De
modo que lo fundamental aquí es: ¿qué ley electoral visualiza el
gobierno en contraste con la que visualiza la sociedad civil?
Podríamos imaginar lo que intenta el gobierno; pero podemos saber lo que
quiere la sociedad civil.
Para nosotros el asunto es de representación política de la diversidad
social. Buscar que en el poder tenga voz, definición y posibilidad de
incidir y decidir en política la pluralidad de opciones que se expresan
en la sociedad civil y que buscan conformar la voluntad política del
Estado. Porque recordemos lo que siempre vale la pena repetir: la
democratización del Estado depende exclusivamente de la existencia y
posibilidad de competencia política, en igualdad de condiciones, entre
una diversidad coherente de partidos políticos.
#Otro18 incorpora por ello un asunto adelantado inicialmente por la
propuesta Urna Transparente, hecha por el Foro Antitotalitario Unido,
acción cívica que ha sido acogida colectivamente.
Hablar de ley electoral significa hablar de garantías electorales:
acceso igualitario a los medios de comunicación, protección a la
libertad de expresión, reconocimiento a la pluralidad de partidos,
posibilidad de postular candidatos de esos diferentes partidos o a
candidatos independientes, consejo electoral independiente y observación
internacional calificada, entre otras garantías. Y al fijarnos en estas,
se abre el debate sobre el sistema electoral, que comprende obviamente
la ley pero no se reduce a ella.
Las garantías y el sistema electoral son los que comienzan a marcar las
diferencias fundamentales entre lo que propondría el gobierno y lo que
propondría la sociedad civil. Estos análisis de contexto remiten tanto a
la diferente naturaleza de las propuestas como a los estilos y medios de
trabajo con los que ambos actores, Estado y sociedad civil, afrontan el
desafío.
Importante mirar en esta dirección. Si el gobierno propone una nueva ley
electoral podría vender la impresión de que moderniza el sistema
político. Lo que sería cierto en algún sentido sin que por ello
signifique que se democratiza, como muy bien podría ser leído en la
comunidad internacional.
Si complejizamos el análisis no podríamos obviar el dato de que si algo
hay de específico en los modelos políticos eso es el sistema electoral.
Ninguno, o casi ninguno, es igual al otro y todos podrían reclamar un
carácter democrático. Ello ofrecería una coartada conceptual y política
al régimen si logra vender como ley electoral democrática lo que algunos
imaginamos será una reforma hacia un pluralismo corporativo que
incorpore a representantes-elite por sectores, abiertos a la crítica
legitimable, pero que no toquen ni los fundamentos del Estado, ni los
fundamentos del poder, ni los fundamentos de las elites políticas
hereditarias. Estos representantes-elite no tendrían que ser miembros
del partido comunista, de hecho la condición ahora es que no lo sean,
pero sí tendrían que estar de acuerdo con su hegemonía.
De ahí la importancia de enfatizar dos puntos esenciales como base de la
ley electoral: el pluralismo ideológico abierto a la formación de
partidos y la legitimación ciudadana de la representación. Lo que
intentamos es que la ley electoral se legitime desde la ciudadanía y
sea, en todos los formatos posibles, deliberada con la ciudadanía. No se
puede concebir por tanto una nueva ley electoral sin una ley de
asociaciones nueva y sin una ley de partidos.
¿Es congruente una nueva ley electoral dentro del mismo sistema
electoral de partido único? No, pero parece ser lo que pretende el gobierno.
¿Cuál es nuestro itinerario?
#Otro18 se mueve en tres direcciones hacia un mismo fin.
Trabajamos en un plano más básico con Urna Transparente para
sensibilizar, identificar y comprometer a la ciudadanía con los
estándares internacionales respecto a los sistemas electorales. La
recogida de firmas, que hacemos también en otras áreas conectados por el
mismo propósito, prepara el terreno ciudadano en la dirección de acoplar
con la cultura global de elecciones libres, limpias y supervisadas que
serviría a ambos procesos: el que propone el gobierno y el que está
proponiendo la sociedad civil.
Hemos constituido por otra parte en forma simultánea, y esta es la
segunda dirección, dos Mesas de Trabajo básicas. Una dedicada al tema
electoral y otra al tema de las asociaciones y los partidos políticos.
La composición de ambas Mesas responde a la naturaleza democrática del
proyecto. Están constituidas cada una por entre tres y cuatro abogados,
que fungen como expertos en el proceso, junto a periodistas y
comunicadores sociales, que se constituyen en equipo de comunicación
ligados a la campaña de movilización ciudadana, y a activistas de
diferentes organizaciones que se implican en un proyecto que es legítimo
solo si es plural y capta todas las sensibilidades.
Esto requiere desde luego apoyo internacional de expertos en sistemas
electorales. Las últimas elecciones propiamente en Cuba, las que
incluyen pluralidad política en igualdad legal de condiciones, se
realizaron hace 76 años, de modo que el último votante libre cubano vivo
debe tener ahora mismo 80 o más años de edad.
La pretensión nuestra es la de presentar una contrapropuesta ciudadana
en la fase final de este proceso, aunque avancemos gradualmente
presentando propuestas parciales para lo que creemos debe ser una ley
electoral democrática.
Tal propuesta inicial será presentada a la ciudadanía, en forma de
borrador, dentro de un proceso de deliberación democrática a través de
los diversos formatos estructurados dentro de la sociedad civil. El
proceso de retroalimentación que esto genera será entonces devuelto a
los abogados para que conformen una propuesta final en ambos sentidos.
¿Cómo introducir estas propuestas en los canales políticos? El debate se
está produciendo ahora mismo. En la recién constituida MUAD se ha
asumido en principio, esta es la tercera dirección, la idea del
Plebiscito adelantada por el proyecto Cuba Decide. La discusión gira en
torno a la viabilidad de un Plebiscito en las actuales condiciones y al
auto bloqueo eventual de la agenda política de la oposición si hacemos
depender su realización de lo que en tal sentido establece el
ordenamiento jurídico: la realización de un Plebiscito depende de la
voluntad del gobierno. Es el riesgo del control absoluto de la agenda y
de los tiempos políticos por actores que a su vez no podemos controlar.
Algunos consideran que un Plebiscito puede hacerse sin enfatizar su
naturaleza vinculante, fijando ante todo su valor simbólico. El impacto
político real de hacerlo de esta manera depende de si alcanzamos una
cifra crítica suficiente ─lograble también a través de una recogida de
firmas─ que demuestre públicamente las tendencias básicas de la voluntad
política ciudadana. En este caso, el Plebiscito sellaría las propuestas
ciudadanas en los dos sentidos en las que se trabajan y le darían un
contenido propio, además del auto control de la agenda y de sus tiempos,
triplemente legitimado por su origen, desde abajo, por el apoyo
ciudadano a un proceso electoral con garantías, a través de Urna
Transparente, y por su legitimación ciudadana final. Un triple anclaje
ciudadano del sistema político democrático en una de sus columnas
centrales: la elección de la representación en todos los niveles del Estado.
En esta dirección caminan también, y en varios puntos se conecta, las
diversas propuestas de Presentación de Candidatos Independientes en las
venideras elecciones de 2018. Ellas deciden correr autónomamente, con
independencia del resultado de las propuestas ciudadanas respecto de la
ley y el sistema electorales, y de la ley de asociaciones y de partidos
políticos. Unas propuestas semejantes, (Presentación de Candidatos
Independientes), como simbólicamente se demostró en las últimas
elecciones municipales del primer trimestre de 2015, presionarían
democráticamente al gobierno, dentro de su nueva ley electoral; una que
de seguro será concebida y puesta en escena para el aggiornamento del
régimen. Un resultado, de lograrse, nada menor para la sociedad cubana.
El éxito de nuestras ambiciones depende en cualquier caso de la
movilización ciudadana que alcancemos a través de una campaña
estructurada. Hemos pensado y estamos trabajando en este sentido en una
Lista de Observadores Internacionales cubanos, fundamentalmente jóvenes,
que participen en procesos electorales en otros países y se coordinen
dentro de Cuba para compartir sus experiencias con la ciudadanía;
también en cuatro redes específicas, no exclusivas, de incidencia social
hacia las mujeres, los jóvenes, los afrodescendientes y la comunidad
LGBTI. Bajo el moto de: redes por el voto plural, ellas trabajarán con
los ciudadanos en la sensibilización y articulación con #Otro18.
En un sentido de política ideal nos moveríamos en el largo plazo, para
lo que también se vienen recogiendo firmas, en la dirección de que un
sistema político pluralista abra el proceso por una Asamblea
Constituyente en Cuba.
Necesitamos para ello de la mayor solidaridad internacional posible, de
la coordinación eficaz de las organizaciones que dentro de Cuba decidan
incorporarse al proyecto y de las que en el exterior están comprometidas
con ayudar en la democratización de Cuba.
Source: Nueva ley electoral: una aproximación estratégica desde la MUAD
| Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/nueva-ley-electoral-una-aproximacion-estrategica-desde-la-muad/
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