1 de marzo de 2015

Junto a la libertad, la justicia

Junto a la libertad, la justicia
El castrismo ha cometido crímenes contra la libertad, contra la cultura,
contra las esperanzas de un pueblo, contra los sueños de una sociedad.
sábado, febrero 28, 2015 | Vicente P. Escobal

MIAMI, Florida -¿Existe alguna exageración o parcialidad ideológica al
afirmar que el régimen castrista superó todos los errores cometidos
durante las primeras décadas después de la formación de la República de
Cuba?

Un repaso retrospectivo de nuestra historia más reciente nos impone a
todos una conclusión sobrecogedora: el castrismo ha sido una catástrofe
para los cubanos. Fraccionó a la familia bajo absurdos postulados
ideológicos, destruyó las bases de una economía frágil e imperfecta pero
en vías de alcanzar su plena solidez, convirtió al ciudadano en una
diminuta pieza dentro del engranaje totalitario de forma tal que
experimentara la más absoluta indefensión ante las arbitrariedades,
entregó el país a una ideología absurda rechazada por la razón y la
historia, liquidó el sentido de constitucionalidad y legalidad, y
concedió a los cuerpos represivos el poder absoluto al eliminar todo
vestigio de legitimidad jurídica y equidad.

El régimen castrista se inserta en una parte del tiempo histórico
nacional desbordante de tragedias. Constituye, incluso, uno de sus
momentos más dramáticos y sombríos. El castrismo, ese fenómeno
destructor del aparentemente breve siglo XX, comenzó en 1959 y se ha
prolongado por más de medio siglo. Se trata de un régimen inspirado en
dogmas aparecidos en el escenario internacional mucho antes que el
fascismo y el nazismo y que alcanzó prácticamente todos los continentes.

¿Qué es lo que clasificamos justamente bajo la categoría de castrismo?
La categoría de castrismo no es, examinada con rigor, una tesis
filosófica, ni una ideología, ni un modelo económico. Es un dogma
totalitario que puso a funcionar una gigantesca maquinaria
propagandística e implacable hasta llegar a erigir el terror y la
represión como una forma de gobierno.

Algunos idealistas podrían argumentar que el castrismo no tiene nada que
ver con el comunismo, pero la historia desmiente categóricamente
semejante argumento. La Unión Soviética y el resto de los países de
Europa sometidos al estalinismo aún conservan las huellas de aquel
experimento. El recuerdo del terror sigue gravitando sobre millones de
seres humanos.

En Cuba aún no se han desclasificado los archivos, pero ahí están los
testimonios de las víctimas. Testimonios que muestran que el terror ha
sido desde su ascenso el poder la dimensión natural y primordial del
castrismo. Y son esos testimonios los encargados de verificar la esencia
criminal de ese régimen

El castrismo ha cometido crímenes de todo tipo: crímenes contra el
derecho, contra la libertad, contra la cultura, contra la fe, contra la
vida, contra las esperanzas de un pueblo, contra los sueños de una sociedad.

El castrismo cercenó las ideas de los fundadores de la República de
Cuba. No es difícil distinguir entre los ideales de aquellos ilustres
patriotas y las acciones de estos aberrados sinvergüenzas.

Paraliza el corazón la forma fría y calculada de los crímenes cometidos
por el castrismo y no existe la más mínima justificación para ellos. Se
ha pretendido su excusa a través de insólitos argumentos, sobre todo
cuando se presenta a

Cuba como una víctima de la agresividad estadounidense. Pero esa
agresividad no ha llegado desde el vecino norteño: la ha promovido y
ejercido el castrismo. La propaganda castrista – como una forma de
esquivar su responsabilidad – se refiere insistentemente a los
cuantiosos daños humanos y materiales derivados del embargo y a
hipotéticas acciones terroristas ejecutadas por miembros del exilio cubano.

Los muertos como consecuencia de la irresponsable y aventurera
intervención castristas en numerosos países, los asesinados frente a los
pelotones de fusilamiento y los desaparecidos en el mar no aparecen en
las estadísticas ni tampoco los nombres de las víctimas del terrorismo
practicado por elementos del Movimiento 26 de Julio en la etapa
comprendida entre 1952 y 1958.

¿Cómo justificar los pueblos cautivos, las deportaciones masivas, los
juicios sumarísimos, los campos de trabajo forzado, las redadas
policiacas contra los homosexuales, la censura en los medios, la
"parametración" a la que han sido sometidos muchos intelectuales
cubanos, la discriminación racial e ideológica, la ilegitima
exclusividad política del Partido Comunista, las golpizas a los
defensores de los derechos humanos? Serian interminables las
interrogantes sobre los crímenes del castrismo.

La responsabilidad por esos crímenes lleva aparejada también la
responsabilidad por la complicidad. El más criminal de los sistemas
necesita cómplices para su continuidad. Muchos cubanos, impulsados tal
vez por la propaganda castrista, por iniquidades éticas y morales o por
la preservación de algún cuestionable privilegio tendrán que responder
cuando la justicia se reinstale en Cuba. Muchos alegarán que lo hicieron
movidos por el miedo, tal vez obligados por las circunstancias o porque
no estaban debidamente informados. ¿Podría créeseles?

Cuando se juzgue a los represores, a los despiadados agentes de la
Seguridad del Estado y a los depredadores del patrimonio moral de la
nación cubana, ¿cómo quedará la responsabilidad de sus cómplices?, ¿cómo
quedarán ante las futuras generaciones de cubanos los integrantes de
esas turbas miserables que hoy lanzan insultos y piedras?, ¿cómo
quedarán los organizadores y dirigentes de las Brigadas de Respuesta Rápida?

Nadie desea que por las calles cubanas corran ríos de sangre ni que los
cuerpos de los verdugos cuelguen en los árboles. Nadie juzgará al cubano
que no se rebeló contra los abusos y los atropellos. Nadie censurará al
indiferente ni calificará de cómplice al que alguna vez llevó en su
cuello infantil la pañoleta de pionero. Nadie invalidará al obrero que
sustrajo de su centro de trabajo un poco de comida para alimentar a su
hijo ni condenará a la mujer que se prostituyó para mantener a su familia.

Lo que se juzgará será la complicidad intelectual y material, incluso la
de muchos que hoy viven entre nosotros. Serán juzgados por traidores a
la Patria porque jamás aceptaremos la existencia de un conflicto entre
la ideología y la ética, entre la política y la moral.

La complicidad de los traidores fue totalmente consciente y voluntaria.
Sus motivaciones fueron marcadamente criminales. No quebrantaron ningún
código porque el régimen castrista es intrínsecamente ilegítimo y en él
solamente impera la ley de la selva.

Ha llegado el momento de las definiciones, el momento de dejar a un lado
las ambigüedades y las justificaciones. Queremos libertad y junto a ella
la justicia

Source: Junto a la libertad, la justicia | Cubanet -
http://www.cubanet.org/colaboradores/junto-a-la-libertad-la-justicia-2/

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