Abandonados por la Seguridad Social
Retrato de una madre postrada y su hijo que es el único sostén. Nada
esperanzador el día a día, pero luchan
martes, mayo 27, 2014 | Marcia Cairo
LA HABANA, Cuba -Marcos y su madre viven solos en un apartamento
sencillo en el Vedado. La señora tiene más de 60 años, aunque aparenta
unos 80, debido a una enfermedad mental degenerativa que padece. Apenas
camina, usa un sillón de ruedas para trasladarse, en un reducido espacio
y con pocas comodidades.
Hace unos tres años tuvo una fractura de cadera. En aquellos momentos,
sufría de incontinencia urinaria. Su hijo no contaba con el dinero
suficiente para comprarle pañales desechables, por lo que inventó unos
trapos con jabas de compras. También tuvo que recurrir a una iglesia
católica para que una religiosa la cuidara en las noches; le era
imposible ausentarse de su trabajo por muchos días, por el peligro de
perderlo.
El joven de 38 años es graduado de artesanía y pinta con talento; aunque
no se dedica a esto completamente, por la carestía de material que se
necesitan en las artes plásticas. En ocasiones, vende un cuadro y así va
subsistiendo.
Labora como vigilante en un local que pertenece al Instituto Cubano de
Arte e Industria Cinemattográficos (ICAIC). Su salario –calculado en
dólares– es de 24.53 dólares al mes. Trabaja dos días y descansa dos. Se
ocupa de todas las labores domésticas, compra la comida, paga las
cuentas…, algo normal para un hijo que vive con una madre enferma. Pero
lo que resulta en extremo injustificado es la total falta de atención
por parte de la Seguridad Social hacia una persona enferma que requiere
de cuidados especiales, de medicinas (que no son baratas), de una dieta
alimenticia acorde con sus afecciones, y de una pensión adecuada para
ayudar a su precaria situación económica.
Ya ni siquiera puede comprar el polivit (vitaminas B1, B12, y B6) en la
farmacia, pues en estos momentos hay un déficit de este medicamento y la
gente lo acapara con rapidez.
Madre e hijo se alimentan mal, viven de pan con tortilla y lactosoy, una
sustitución de la leche, que lleva algo de soya, vitamina A, y con sabor
artificial de esencia de chocolate o vainilla. Este producto se les
entrega mensualmente a los necesitados de más de 66 años por la libreta
de abastecimiento.
Aunque ya su madre no sufre de incontinencia, Marcos ha creado un
mecanismo para que cuando se halle sola, pueda orinar por sí misma: ha
colocado la cuña que ella usa en una esquina de la cama. También deja en
la mesita de noche un pomo de agua y pan.
Son muchas horas trabajando fuera.
Últimamente pasa por momentos difíciles, no puede llevar la ropa a la
lavandería Chantres, ya que ha cerrado sus puertas. Y la otra
lavandería, que le queda un tanto más lejos, tiene roto el motor del
agua. En su casa no tiene lavadora, ni patio para tender la ropa. Pero
no se desanima, dice que de alguna manera encontrará una solución.
El muchacho ya no sabe lo que es salir a pasear. Leer y ver televisión
son sus únicos entretenimientos. No puede darse el lujo de estar
gastando, ni siquiera aspira a tener una pareja: "las mujeres requieren
atenciones que no puedo darles". "El dinero –me dice–, es solo para
pagar cuentas y comer, no alcanza para nada más".
Source: Abandonados por la Seguridad Social | Cubanet -
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