27 de abril de 2014

Una ley ridícula

Una ley ridícula
abril 25, 2014
Warhol P

HAVANA TIMES — El miércoles 23 de abril recibí una llamada telefónica en
la que me notificaban que después de muchos meses, al fin iban a pagarme
el derecho de autor, por una ilustración mía que se uso para la cubierta
de un libro de narrativa.

La noticia me alegró porque el dinero siempre hace falta, por lo que
decidí al día siguiente dirigirme a la Editorial Letras Cubanas.
Luego de un viaje infernal, con el ánimo por el piso y sin muchos deseos
de caminar, llegué a la editorial.

Cuando me acerco a la recepcionista, esta me mira como si hubiese visto
un insecto, y cuando le explico que estoy ahí para recoger un cheque,
sin terminar mi explicación hace una negación con la cabeza.

Por un momento no entendí si lo que estaba haciendo era ejercicio para
la cervical, porque estuvo negándose sin decir nada por lo menos un
minuto, y luego, notándola un poco molesta me explicó que no podía subir
a la editorial por tener puesta una camiseta.

Seguía sin entender, pero respiré profundo para evitar que me subiese la
presión, le expliqué que yo vivía en el municipio de Marianao, bien
lejos del lugar, y que no tenía conocimiento de que no podía ir en
camiseta. Que cuando recibí la llamada nadie me explicó esa condición,
además, por estos días hace mucho calor, y a uno le gusta andar ligero.

Pero la recepcionista que también tenía puesta una camiseta muy
colorida, seguía en la misma postura, y me dijo. Mira, yo lo siento,
pero esa ley no la hice yo, no puedes subir en camiseta, porque hay una
ley que lo prohíbe, y me busco un problema si te dejo subir.

Reprimiendo el deseo de estrangularla, respiré hondo, imagine unas
maripositas volando a mi alrededor, y acto seguido, le pregunté si
podría existir otra alternativa, por ejemplo: que la persona encargada
del cheque pudiese bajar y yo filmar el cheque en el lobby.

Ella lo pensó, e hizo una llamada telefónica, la persona a cargo del
asunto estaba reunida, por lo que me pidió que me sentara a esperar, le
agradecí la gestión y me senté en una de las sillas del lugar.

Al rato quedé muy sorprendido, en la media hora que aguardé en el sitio,
subiendo y bajando del edificio, vi a más de diez mujeres llevando
camisetas.

Me pregunto, qué diferencia existe entre una mujer y un hombre en
camiseta, enseguida noté la falta de igualdad, ellas pueden andar en
camiseta y los hombres no, algo que me pareció absurdo, además, de saber
que en nuestro país casi todo el mundo viste este tipo de prenda por el
calor excesivo.

Antes de irme, tuve deseos de preguntarle a la recepcionista, que si yo
hubiese aparecido en la editorial vestido de mujer con camiseta, ¿me
hubiese dejado entrar? De haberme dicho que no, pues entonces estaría
discriminándome, pero preferí darle las gracias antes de irme, y
comportarme como una persona normal, civilizada, que es capaz de olvidar
con facilidad las estupideces de la gente, que cada día hacen un poquito
miserable nuestra existencia.

Source: Una ley ridícula - Havana Times en español -
http://www.havanatimes.org/sp/?p=95425

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