23 de diciembre de 2013

Fidel y los retazos del pasado

Publicado el lunes, 12.23.13

Fidel y los retazos del pasado
BY ALEJANDROARMENGOL

Hay una versión castrista del cuento de la anciana que año tras año le
echa a perder la Navidad a la familia, con el cuento de que para ella
será la última.

Aquí es Fidel Castro quien se aparece de aguafiestas del exilio,
recordándonos que aún está vivo y que además no piensa morirse en largo
tiempo, que otros lo hagan por él.

Acaba de hacerlo Mandela y Fidel no habla tanto del muerto como del
vivo. El vivo, por supuesto, es él. Dejó correr las especulaciones con
su ausencia y silencio, y luego se apareció, primero con una fotografía
y luego con un comentario tardío sobre el líder sudafricano. El Partido
no será inmortal, pero el otrora Comandante en Jefe apuesta a que él lo es.

Puede argumentarse que esa táctica de dilatar sus apariciones y
comentarios, para hacer creer que está más del otro lado que aquí, es
sumamente barata, pero no deja de resultar efectiva. Quisiera un
vendedor de automóviles en Hialeah contar con una propaganda tan eficaz.

Donde las cosas ya no son tan claras para Fidel es a la hora de
escribir. Más allá de la pacotilla que despliega siempre en sus
comentarios –esa sabiduría estilo la revista Selecciones que siempre lo
acompaña–, lo que resulta patético es el aferrarse a una visión del
mundo que no solo es caduca y pueblerina sino aburrida.

Solo la disciplina periodística justifica la lectura de la llamada por
este periódico "columna de Fidel Castro". Por lo demás, recomiendo la
lectura de cualquier otra información, desde el desnudo de Sissi hasta
el cumpleaños del Papa.

Lo que llama la atención en Fidel Castro es su autismo. Al final ha
resultado que un hombre tan hablador y extrovertido, que durante décadas
se estuvo reuniendo con tanto rico, poderoso y famoso, vive encerrado en
un pequeño mundo, más parecido al de un barbero de esquina que al del
gran estadista que siempre se supuso fuera.

Porque en lo de "pelarle" la cabeza a muchos, siempre lo hizo sin
necesidad de tijera.

Castro dice en su escrito: "Los fraternales sentimientos de hermandad
profunda entre el pueblo cubano y la patria de Nelson Mandela nacieron
de un hecho que ni siquiera ha sido mencionado, y de lo cual no habíamos
dicho una palabra a lo largo de muchos años".

Sin embargo, lo que pasa a describir después –en medio de las
digresiones e incoherencias a que nos tiene acostumbrados– son
acontecimientos que desde hace mucho tiempo se saben al dedillo, desde
la participación decisiva de las tropas cubanas en la guerra de Angola,
la repercusión que para el fin del apartheid tuvo la derrota del
ejército sudafricano por parte de Cuba, las bombas nucleares en manos de
Sudáfrica entonces y hasta la tan traída y llevada batalla de Cuito
Cuanavale.

Toda la información que escribe ahora Castro no solo es conocida gracias
a libros como Conflicting Missions (Havana, Washington and Africa
1959-1976), de Piero Gleijeses, sino en las propias reflexiones de
Castro, como la publicada en octubre del 2008, en que dejaba en claro
que la guerra de Angola fue la segunda ocasión en que Cuba estuvo
envuelta en un conflicto que podría haber desencadenado una hecatombe
nuclear.

No hay comparación entre la Crisis de Octubre y la guerra de Angola en
cuanto a la dimensión y las implicaciones del diferendo, pero ambas
muestran que el gobierno cubano, con Fidel Castro al frente, no estaba
dispuesto a detenerse frente a una amenaza de ataque nuclear.

Junto a este panorama de combatividad, peligro y una posible destrucción
de grandes dimensiones, hay una historia más vulgar y menos heroica.

"Sudáfrica no soportó el desafío y negoció, después que recibió los
primeros golpes en esa dirección, todavía dentro de territorio angolano.
En la misma mesa se sentaron durante meses los yanquis, los racistas,
los angolanos, los soviéticos y los cubanos.

Allí estaba, entre los que discutían en favor de nuestra causa,
Konstantín. Lo conocía ya, había tratado de evitar que se sintiera
humillado por nuestra discrepancia y nuestros éxitos. Tenía sin duda
influencia en el mando militar del glorioso Ejército soviético. Sus
errores fueron la más importante contribución a la decisión adoptada por
nuestro país de prohibirles a los racistas intervenir en Angola y de
rectificar los errores políticos que había cometido la Dirección de la
URSS en 1976", escribió entonces Castro.

Es a Konstantín a quien Castro vuelve a referirse ahora: "El asesor
principal no era, sin embargo, un Zhúkov, Rokossovski, Malinovsky u
otros muchos que llenaron de gloria la estrategia militar soviética".

Ese asesor soviético es el general Konstantín Kurochkin, que encabezaba
la misión militar soviética en Angola. Es esa visión de la historia
llena de rencor y lugares comunes la que repite Fidel Castro. Retazos
del pasado. Balbucir de déspota.

Source: "ALEJANDRO ARMENGOL: Fidel y los retazos del pasado - Opinión -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/12/23/1640367/alejandro-armengol-fidel-y-los.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario