25 de septiembre de 2012

Un chiste grueso de Abel Prieto

Un chiste grueso de Abel Prieto
Publicado el Martes, 25 Septiembre 2012 11:43
Por Carlos Cabrera Pérez

Abel Prieto Jiménez, el ex ministro de Cultura devenido asesor del
gobernante Raúl Castro, acaba de hacer el peor chiste cubano de los
últimos 53 años.

En una peña literaria que reseña el diario Granma con un título ya
revelador, "En un rapto, la risa", Prieto dijo que los cubanos no hacen
chistes sobre la revolución. Si la versión del Granma es exacta y no se
trata de un chiste de otoño, el otrora ensayista lezamiano aseveró: "En
los cubanos no hay un solo chiste que aluda a la Revolución, ni a
delaciones ni a presos de conciencia, ni a personajes escindidos, más
bien apuntan a las carencias o a la emigración de forma benevolente,
perdonadora, sin rencor ni hiel".

Y puede que las palabras de Prieto hayan sido fruto de un rapto a causa
de la escasez de alimentos, la crisis del transporte público en La
Habana o de que padezca de dengue o cólera. O de que lleve una estricta
dieta de Moringa, o que sufra las consecuencias del bloqueo yanqui. Pero
me inclino a pensar que el risueño ex ministro acaba de cometer un acto
de leso cinismo y se ha suicidado civilmente.

Chistes ácidos sobre el gobierno

En cualquier país del mundo, una buena parte de los chistes que circulan
entre los ciudadanos son sobre el gobierno, los políticos y la
actualidad nacional. ¿Cómo es posible entonces que un escritor y ex alto
cargo como Prieto se atreva a pronunciar tamaño disparate, por muy
relajado que haya sido el ambiente? Lo más natural, la simple lógica
humana indica que un régimen totalitario de más de medio siglo sea
objeto de chistes, bromas y rumores -y que los haya de todo tipo-
ácidos, más ocurrentes, menos hirientes, incluso a favor del castrismo y
sus personeros, incluidos sus dirigentes.

Pero la frase que lo delata -siempre según la versión de Granma- es que
los chistes de los cubanos apuntan a carencias o a la emigración de
forma benevolente, pero no aluden a la revolución, ni a delaciones, ni a
presos de conciencia ni a personajes escindidos.

A ver, si nos aclaramos, Abel, ¿cómo se te ocurre pensar -y peor aún-
decir en público que la gente no hace chistes sobre chivatería, presos
políticos o escindidos? Si nada de eso ocurre ni hay personas así en
Cuba, ¿cómo quieres que los cubanos hagan chistes sobre lo que no viven?
O es que -al meterte en el jardín de la comparación con el humor en el
antiguo bloque soviético- se te cruzaron los cables y has acabado
reconociendo implícitamente que hay presos de conciencia, que hay
delaciones y que hay gente que se aparta del proyecto castrista y se
exilia o se inxilia?

Y claro, cuando te refieres al exilio y a las carencias económicas tal
parece que son temas recientes en el humor cubano que estarían
justificados por la caída del Muro de Berlín, etcétera, etc; o sea, que
en Cuba no ha habido exiliados antes de 1989 y hasta esa fecha, la isla
vivía en una ambrosía permanente.

Trabalenguas, delaciones y caprichos

Quizá sería oportuno que aclararas ese pequeño trabalenguas en el que te
metiste tu solito o en el que te ha metido Granma sin querer queriendo,
no solo por tu supervivencia civil en el entramado totalitario del que
formas parte, sino porque duele que alguien al que se le atribuye cierto
grado de información frivolice con delaciones, seres humanos
encarcelados o ex compañeros de viaje sin tu sentido del humor para
tragarse sin rechistar las arbitrariedades, caprichos y disparates de
Fidel y Raúl Castro.

No se percata Abel que cuando Raúl Castro y su gente, incluso una
mayoría de cubanos aparentemente silenciados por la tiranía, lean lo que
soltaste, te despreciarán por mentiroso y guataca.

Por ejemplo, cuando aludes a presos de conciencia, ¿en quién estabas
pensando? ¿en Ana Belén Montes, la ex experta del Pentágono que fue
espía del castrismo, siempre desinteresada en la Seguridad Nacional de
USA, o en Jorge Vázquez Chaviano?

Cuando aludes a delaciones, ¿pensabas acaso en los informes que autorizó
a pasar tu Comandante en Jefe al FBI y que -entre otras consecuencias-
motivó el desmantelamiento de la Red Avispa, con más de 30 miembros, y
la condena de cinco espías cubanos capturados con las manos en la masa?
¿Se hacen chistes en Cuba sobre los nueve que no decidieron ser héroes y
cooperaron con el gobierno de Estados Unidos? ¿O te referías a los
numerosos chivatos de los CDR y otras perlas del castrismo?

Cuando hablas de elementos escindidos, ¿te refieres a Pablo Milanés o a
Sirley Ávila León, la delegada del Poder Popular que, harta del
desprecio oficial, denunció públicamente su calvario político y personal?

Un episodio desafortunado

Debemos estar entonces ante otro episodio desafortunado de tu carácter,
que no es la primera vez que te juega una mala pasada. Comprendo que
retractarte de tu chiste ahora, más que complicado es imposible, porque
no existe el mecanismo habitual del derecho a rectificación en la prensa
cubana. Incluso puede existir una grabación y numerosos testigos muertos
de risa con tu ocurrencia, pero tampoco te conviene mucho andar
revolviendo el asunto, porque ya sabes que en las cárceles - y Cuba es
una Isla Cárcel- lo único que sobra es tiempo para pensar en cómo
fugarse o en cómo joder al prójimo.

Sólo me atrevo a pedirte que reflexiones antes de hablar; aunque te
provoquen los partidarios del vacío intelectual y la miseria moral que
asola a nuestro país –el tuyo y el mío- y evites, si te fuera posible
herir la sensibilidad de una madre, una esposa, hermana o hija que sufre
por un hijo o ser querido encarcelado por pensar de manera diferente a
ti. Sé que puedes autojustificar el ataque pensando que cobran dólares
del Imperio, pero, ¿te imaginas que pensáramos que las "Figuras de la
Cultura Nacional" a quienes resolviste un salario mensual de 100 CUC
mientras vivan, son agentes del castrismo, incapaces de pensar por sí
mismos, de generar ideas y de crear?

Como en la película Casablanca, siempre nos quedará la duda de si lo
dijiste, se te escapó, o como dice Enrisco, los chistes ya te llegaban
censurados a tu despacho. Tal vez sucedió que todos tus amigos, novias,
familiares y entorno más próximo se confabularon para solo contarte
chistes cubanos sobre la emigración y las carencias, pero de "forma
benevolente", sin esa acidez tan usual que recuerdas entre los ex
soviéticos del socialismo real.

En esa época previa a tu nombramiento a la Unión de Escritores y Artista
de Cuba (UNEAC) algunos te recuerdan haciendo chistes sobre el peinado
del hoy actual vicepresidente primero José Ramón Machado Ventura en los
predios del Instituto del Libro, pero eso solo fue un desliz, un chiste
de adolescencia política. (Ahora el chiste de Machadito no tiene gracia,
porque no tiene un pelo en el coco).

Tufo oficialista

En cualquier caso, tu final político no será como un Watson habanero,
sino que quizás tengas que bucear en tu chistosa mente y acudir a amigos
leales para que te ayuden a salir airoso de esta atrevida vuelta a la
escena. Todo estaba bien tras liberarte del cargo ministerial. Te habían
ascendido a asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros y estabas calladito y asesorando, mientras tratabas de volver
a figurar como escritor y de quitarte el signo -y el tufo- de
oficialista que va a perseguirte por mucho tiempo.

Por si te sirve de algo, intento ayudarte con un chiste inclemente que
seguramente no conozcas, porque es anterior a tu ensayo sobre el humor
cubano, y que quizás refleja mejor el espíritu de tu reciente chiste de
humor negro.

Fidel Castro está hablando en la Plaza de la Revolución (¿te acuerdas,
Abel?) y afirma que estamos hartos de las campañas de desprestigio
contra la revolución y mañana mismo vamos a dar un ejemplo de civismo
ante el mundo: todos los que crean en la revolución se van a ahorcar
aquí mismo, en esta plaza, delante de los ojos del mundo.

Se produce un murmullo generalizado y el orador pregunta qué está
ocurriendo. Un hombre del público levanta una mano y Castro, le dice, a
ver, que hable.

-No, Comandante, es que a nosotros, los del Sindicato del Pan y el
Dulce, presentes ahora y siempre en las tareas revolucionarias, nos ha
surgido una duda…

-¿Qué duda?, los revolucionarios no dudamos jamás

-Sí, Comandante, pero ¿la soga la ponemos nosotros o las van a repartir
por los cedeerre?"

http://cafefuerte.com/opinion/opinion/puntos-de-vista/2215-un-chiste-grueso-de-abel-prieto

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