27 de septiembre de 2011

Contrastes de una ciudad

Contrastes de una ciudad
Martes, Septiembre 27, 2011 | Por Juan Carlos Linares Balmaseda

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Guanabo, con sus 18.575
habitantes, es un poblado de contrastes. Se considera una zona turística
y, sin embargo, esta condición contrasta con el hecho de que en muy
pocas calles existen alcantarillas. Las aguas albañales van a fosas
sanitarias construidas por los ciudadanos.

Por las redes de agua potable lo que se distribuye es agua salobre. La
potable llega a la población en carros pipas, y casi siempre hay que
pagarla a precio de mercado negro.

Los residentes piensan que si a estas alturas el Estado no ha urbanizado
la red hidráulica tampoco se preocupará porque cotidianamente salga agua
potable por los grifos de sus hogares. Saben que el agua salobre la
extraen de pozos contaminados "pero al menos –dicen- la tenemos todos
los días. Lo que no sucederá con el agua dulce".

En 1999 el gobierno emitió un decreto para establecer la zona de alta
significación turística en una extensa franja del litoral norte de La
Habana. En Guanabo, al noreste de la capital, ya existía ese concepto
desde mucho antes, aunque no de manera explícita. En Cuba, el término
turismo se esquematizó para referirse solamente al turismo
internacional, y los turistas nacionales serían sólo campistas o
vacacionistas. Aun así, Guanabo fue siempre territorio de visitantes
cubanos. Incuso, antes de que comenzara la prohibición a los nacionales
de entrar en las instalaciones para el turismo internacional,
prohibición que se originó a fines de los años setenta con las primeras
visitas a la isla de la comunidad cubana residente en el exterior, luego
de un prolongado y forzoso periodo de separación familiar.

Otro contraste: la playa de Guanabo es una de las más concurridas de la
capital, y aun así, los bañistas no cuentan siquiera con taquillas para
desvestirse y guardar la ropa, ni duchas para quitarse el agua salada.
No obstante, el gobierno prohíbe a la iniciativa privada brindar esos
servicios.

En Guanabo son escasos los visitantes extranjeros y también los
extranjeros que residen allí. Entonces, ¿qué intereses se esconden
detrás del decreto de zona turística, como no sea la intención de los
gobernantes de apropiarse de Guanabo y entregar la playa a la inversión
extranjera?

Los pocos extranjeros residentes en Guanabo, por lo general hombres
casados con cubanas, han comprado casas mediante transacciones ilegales,
dado que la compra venta todavía no ha sido autorizada. Las casas de
estos pocos extranjeros se identifican a simple vista, debido a que
están en mejores condiciones que las de los cubanos.

Sin ir más lejos, mientras los comercios estatales (cafeterías,
pizzerías, restaurantes), a pesar de su mal servicio, se distinguen allí
por el colorido de los decorados y diseños afines con el ambiente, los
comercios particulares están obligados a ser kioscos forrados con zinc,
tejas de fibrocemento o cualquier material de desecho. Así quedó
establecido para que las vendutas particulares puedan desmontarse con
facilidad cuando las autoridades locales lo ordenen. Y para mayor
evidencia en los contrastes, los comercios particulares no pueden estar
situados de frente a las calles principales, y los estatales sí.

De Guanabo muchos recuerdan el parque infantil Los caballitos. En el
mejor de los tiempos contó con un carrusel, dos canales para que los
niños se deslizaran, cuatro cachumbambés e igual cantidad de columpios.
Pasaban años y no le daban mantenimiento, y cuando se remozaba una vez
cada cinco o diez años, el parque volvía a deteriorarse en cuestión de
meses. Ahora existe en el mismo lugar un parque infantil con el mismo
nombre, pero es particular. Sus aparatos fueron ingeniosamente
construidos por sus emprendedores dueños con vigas metálicas,
diferenciales de automóviles, cajas de velocidad, poleas y correas de
transmisión.

Los dueños comenzaron con cuatro aparatos y hoy pasan de una decena, el
parque funciona bien, todos los días.

Frente al parque, en un terreno ocioso, autorizaron instalar una feria
de artículos artesanales. Los trabajadores por cuenta propia venden allí
a la intemperie. El sol los castiga, y si llueve huyen antes de que se
les moje la mercancía, y les pagan a los vecinos para que se las
guarden. A pocos metros de la feria, hay un rancho-restaurante estatal
de comida criolla, donde pasan días sin vender ni un plátano frito. Más
allá, un contendor vacío de una empresa estatal.

Los cuentapropistas han solicitado insistentemente al gobierno que les
alquilen el contenedor y el rancho-restaurante. El primero para
almacenar sus mercancías y el segundo para ampliar la feria, darle un
eficiente uso al espacio y protegerse de los rigores climáticos. Pero el
gobierno no accede. Guanabo es una zona donde campean los contrates, por
decreto.

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