26 de octubre de 2010

No quiero ser cuentapropista

No quiero ser cuentapropista
Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - El anuncio de Raúl Castro
acerca del despido de más de un millón de trabajadores, enquistados en
la tela de araña burocrática estatal, y la decisión de abrir el
banderín del trabajo a particulares, crea la ilusión de que la isla se
encamina a una economía de mercado, alejada del pernicioso control
del Estado.

Félix González, residente en Guanabo, no cree en cuentos de camino.
Félix y su vecino Pablo conversaban sobre el tema. Tenían en sus manos
el listado de oficios que el gobierno permitirá y leían, con la ayuda
de la cerveza dominical. Sus carcajadas se escuchaban en la acera de
enfrente.

La esposa de Félix, intrigada por las risotadas, se acercó a los hombres

-¿Qué pasa, viejo?

-Oye lo que dice aquí. Hay licencias para forradores de botones.
La esposa soltó también su carcajada.

-¿En qué época vivirá el que escribió eso? Está bien que haya
esa oferta de empleo, pero, qué ridículo. Hace más de cincuenta años
que nadie en Cuba usa ropa con botones forrados.

-Además, ¿de dónde sacarán la maquinita para forrar los botones?
–intervino Pablo-, pero mira esta otra: desmochador de palmas.

-Imaginen que un guajiro tenga que pagar licencia y soportar un
ejército de inspectores para que verifique cuántas pencas de palma
desmochó, y cuántos racimos de palmiche cortó, en un país en que ya no
quedan ni palmas. La tala acabó con ellas –expresó Félix. Pero este es
el que nos conviene a nosotros:
carpintero. Preparamos una sierra con motor, tengo algunas
herramientas: martillo, escofina, taladro, serrucho, trinchas; y como en
este pueblo no hay carpinterías, haremos zafra reparando muebles,
ventanas, puertas, y fabricándolos. Esto sí esta bueno.

Al otro día, Félix se fue a la casa de su futuro compañero de carpintería.

-Mira, compadre, lo que hablamos ayer no va, olvidalo. ¿De dónde vamos
a sacar los clavos y la cola, que no aparecen ni en las misas
espirituales? ¿Y los tornillos y la madera? Esto es una jodienda, porque
el Estado no vende ni una astilla. Y no sé tú, pero lo que soy yo no voy
a ir a tumbarla al monte, porque eso está prohibido. Vaya, mi hermano,
la verdad es que no quiero ser cuentapropista.

Félix escuchó en silencio la perorata del amigo, y sentenció:

-Ni yo tampoco.

http://www.cubanet.org/CNews/year2010/Oct2010/26_C_3.html

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