2 de agosto de 2010

Tragicomedia cubana

Tragicomedia cubana
Más allá de su alegría rítmica, innata y caribeña, tiene Cuba un sentido
tragicómico de la existencia impreso en su código genético. Herencia
española, sin duda
SEBASTIÁN BASCO
Día 01/08/2010

Más allá de su alegría rítmica, innata y caribeña, tiene Cuba un sentido
tragicómico de la existencia impreso en su código genético. Herencia
española, sin duda. Lo tiene el régimen: «Patria o muerte»... y el
octogenario embaucador no se muere para que la disyuntiva se mantenga
despejada —siempre Patria—. Fidel, padre de todos los dictadores, jamás
se va a morir. Y si lo hace será solo para resucitar.
Y lo tiene la disidencia. Cuenta Armando Valladares, poeta y pintor
cubanoamericano, ex embajador de los Estados Unidos ante la comisión de
Derechos Humanos de la ONU, que durante los veintitantos años que pasó
en las cárceles castristas como preso político pretendieron varias veces
que vistiera el mono azul de los delincuentes comunes: «Antes, desnudo»,
les dijo. Y se lo permitieron. El clima de la isla evitaba que esto
fuese una tragedia, y un tío en pelotas por la cárcel tenía su vis cómica.
Los disidentes cubanos recién llegados a España vienen con su pena a
cuestas. Han pagado cara su puesta en libertad. Eran presos de
conciencia y ahora son simples inmigrantes, no refugiados políticos.
Años y años en la cárcel manteniendo su entereza intelectual, para
acabar en la madre patria como peones en busca de trabajo. Y obligados
al silencio, con las lenguas capadas, por el compromiso suscrito por el
inefable Moratinos con los Castro. «Nos recuerdan en España los
funcionarios de Exteriores que evitemos criticar al régimen porque
ponemos en riesgo la liberación de nuestros compañeros aún presos». Y se
lo recordó a cada paso hasta salir de la isla el cardenal de La Habana,
Jaime Ortega y Alamino: «Callen, por el bien de los demás». Trágico.
Lo risible del acuerdo entre nuestro ministro de Exteriores y Castro es
que en España los cubanos son libres. Y hablan de lo que les viene en
gana, por más que Moratinos con el dedo silencio avise o amenace miedo.

http://www.abc.es/20100801/opinion-colaboraciones/tragicomedia-cubana-20100801.html

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