Combatientes del Moncada se sienten traicionados
Por WILFREDO CANCIO ISLA
wcancio@elnuevoherald.com
Hace 56 años eran dos jóvenes revolucionarios que respondieron con
rebeldía al golpe militar de Fulgencio Batista y no vacilaron en
enrolarse en los ataques armados del 26 de julio de 1953 en las ciudades
de Bayamo y Santiago de Cuba. Todavía defienden con orgullo su
determinación juvenil, pero no pueden ocultar el descontento con el
curso de un proceso social que traicionó sus ideales más genuinos de
libertad, democracia y orden constitucional para la nación cubana.
"Es una fecha triste, tanta sangre, tantas víctimas de ambos lados,
tanto dolor, para nada han servido'', comentó Jaime Costa Chávez, de 75
años, desde su apartamento en Miami Beach. "Pensamos entonces que había
que hacer algo para despertar al pueblo de Cuba luego de un golpe de
Estado [el 10 de marzo de 1952] que abortó una elección presidencial a
seis meses de realizarse, pero lamento que de algo bueno que pudo
surgir, terminara todo en la peor porquería de la Tierra por culpa de
Fidel Castro''.
Costa figuró entre los 135 asaltantes del Cuartel Moncada en Santiago de
Cuba, liderados por el entonces joven abogado Fidel Castro. Casi
simultáneamente, a 120 kilómetros de allí, Orlando Castro García y otros
23 hombres bajo las órdenes de Raúl Martínez Ararás intentaron penetrar
en el cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo. Ambas acciones
resultaron fallidas, con un saldo de 61 rebeldes, 19 militares y nueve
civiles muertos, y decenas de fugitivos dispersos en las zonas rurales y
poblados de la provincia de Oriente.
Sin embargo, se abría una etapa de lucha armada e insurrección cívica
que concluyó con el triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959.
Costa, un activista de la Juventud Obrera Católica (JOC) en el poblado
de Artemisa, y Castro García, empleado de la firma Sabatés y próximo a
graduarse de contador público en la Universidad de La Habana, quedaron
marcados para siempre por aquel episodio.
Apenas se conocían, pero desde ese día sus destinos corrieron paralelos:
fuga y exilio en México, retorno a Cuba tras la amnistía general
decretada por Batista para los asaltantes en 1955, tempranas disidencias
con el rumbo trazado por Castro, largos años de cárcel bajo acusaciones
de conspiración contrarrevolucionaria y otra vez exilio a partir de 1979.
Son del grupo de moncadistas que se desmarcaron a primera hora de la
órbita castrista y que quisieron rescatar la verdad histórica para los
cubanos del futuro. En Estados Unidos viven aún otros tres asaltantes.
Tras el frustrado ataque a la fortaleza del Moncada, Costa es capturado
cuando intentaba refugiarse en la zona montañosa oriental, cerca de la
Gran Piedra. Pero semanas después logra fugarse de la Audiencia de La
Habana y tomar un barco maderero rumbo a Honduras, con la ayuda del
líder de la resistencia urbana del Movimiento 26 de Julio, Frank País,
asesinado por la policía en 1957. Regresa a La Habana para acogerse a la
amnistía de 1955 y marcha de inmediato a Costa Rica y luego a México
para alistarse entre los 82 expedicionarios del yate Granma, que
desembarcó en las costas cubanas el 2 de diciembre de 1956.
"Pero el Fidel Castro de 1953 no era el mismo que subió al poder en
1959'', relató Costa. "El compañero de los primeros años se transformó
en un hombre engreído y autoritario, que te preguntaba por todo en tono
de ordeno y mando [. . .]. Lo que pasa también es que a los 21 años no
puedes captar muchas cosas, éramos una juventud mucho más disciplinada y
cumplidora, con un sentido de la confianza y un concepto de familia que
no existen ahora, de lo contrario hubiéramos mandado a Fidel Castro a
freír espárragos''.
En El clarín toca al amanecer (2007), Costa recogió sus memorias como
revolucionario fundador del Movimiento 26 de Julio, creado por Castro
tras el descalabro del Moncada.
Costa formó parte de la Columna Ciro Redondo del Ejército Rebelde y bajó
de la Sierra Maestra con los grados de comandante. Entró a La Habana con
Castro el 8 de enero de 1959 y fue asignado a labores de
contrainteligencia militar, pero pronto comenzaron sus diferencias con
el líder.
Primero Costa rechazó una oferta que le hiciera Castro para estudiar
contrainteligencia en la Unión Soviética, alegando que su abuelo había
sido un separatista catalán fusilado por los comunistas. Pero el
incidente que terminó con sus vínculos revolucionarios ocurrió durante
la visita del filósofo francés Jean Paul Sartre a Cuba en 1960.
"En una comida con Fidel, Sartre me preguntó si me había incorporado a
la revolución para luchar por una república socialista y yo le dije que
no, que yo ignoraba eso, y que si lo hubiéramos dicho en público nos
hubiéramos quedado solos'', recordó. "Así se acabó la fiesta, porque
Fidel se incomodó y me dijo que me fuera para mi casa y reflexionara
sobre mis pensamientos''.
Costa renunció pocos días después. En 1962 es arrestado bajo cargos de
agente enemigo y condenado a 30 años de cárcel. Fue liberado por razones
humanitarias en 1979 y enviado por la Cruz Roja Internacional a Estados
Unidos, donde fue sometido a una cirugía cerebral.
Ese mismo año llegó a Miami Castro García, quien cumplía también una
condena de 30 años en las cárceles cubanas acusado de conspiración. Su
ruptura con el castrismo se había producido en 1955, cuando firmó con
otros 10 asaltantes un memorando dirigido a Castro, solicitándole que el
Movimiento 26 de Julio debía organizarse democráticamente, sin romper
las estructuras institucionales existentes en la república.
"Desde entonces rechazamos el caudillismo'', expresó Castro García, de
81 años y residente en el suroeste de Miami. "Tuvimos la visión de
disentir del plan de Fidel Castro, que usó el ataque al Moncada como
parte de un plan personal para encumbrarse en la opinión pública cubana''.
Castro García tomó un sendero diferente al de sus ex compañeros de
armas. Cuando su ex profesor universitario, Carlos Márquez Sterling,
aspiró a la presidencia en las frustradas elecciones de 1958, él se
postuló como candidato a representante por el Partido del Pueblo Libre.
Sterling había presidido la Asamblea Constituyente que elaboró la
Constitución de 1940, una de las más avanzadas de su época en el mundo.
"Queríamos una solución electoral para evitarle a Cuba lo que ha
padecido después durante 50 años'', opinó.
A la distancia de cinco décadas, Castro García asevera que el asalto al
cuartel de Bayamo no tenía ninguna posibilidad de triunfo.
"Necesariamente tenía que ser un desastre'', afirmó. "Había mucho de
inspiración, de arriesgar la vida, pero no teníamos capacidad de fuego
ni conocimientos técnicos para una acción militar''.
Piensa que fue extremadamente lamentable que los políticos republicanos
carecieran de la visión para impedir el golpe de Estado o la vuelta a la
constitucionalidad en Cuba y evitar así las acciones violentas que se
generaron en el país a partir de 1953.
"Todo el mundo quería en esa época obtener un triunfo a caballo, como
los generales mambises en el campo de batalla'', reflexionó Castro
García, quien está casado con la ex prisionera política Georgina Cid.
"No le quito legitimidad a la violencia, pero personalmente no reincido
en defender ese procedimiento político. No quiero que mueran más cubanos
por el apasionamiento político ni por la violencia armada, pero no soy
optimista sobre el futuro''.
Cada 26 de julio sigue siendo una fecha lacerante para ambos hombres en
el ocaso de sus vidas.
"Vivo pegado al mar, que es mi único amigo de verdad en este país, y ese
día me voy a nadar un rato'', confesó Costa. "Descuelgo el teléfono
desde temprano para que no me empiecen a llamar y a hacerme cuentos de
si Fidel está moribundo o de las desgracias de Cuba''.
Castro García tiene otra manera de recordarlo: "Ese día me trae a la
memoria la tragedia del pueblo de Cuba''.
Combatientes del Moncada se sienten traicionados - Cuba - El Nuevo
Herald (25 July 2009)
http://www.elnuevoherald.com/noticias/america_latina/cuba/v-fullstory/story/505683.html
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