Marco jurídico para el enemigo
Los términos del castrismo para legitimar la transición a un capitalismo 
de Estado disfrazado de socialismo
Jueves, junio 2, 2016 |  Miriam Celaya	
LA HABANA, Cuba.- Muchos cubanos tenemos grabada en la memoria aquella 
frase pronunciada unos años atrás por Castro I, cuando confesó que nadie 
sabía cómo se construía el socialismo. Entre atónitos e incrédulos, la 
mayoría se preguntaba qué habían estado haciendo entonces durante todas 
las décadas anteriores, cuando el discurso oficial sostenía que vivíamos 
inmersos precisamente en la construcción de esa idílica "sociedad 
cualitativamente superior al capitalismo".
Sin embargo, el Sucesor en el trono, Castro II, al parecer sí cree saber 
cómo se erige, no ya el socialismo tal como nos lo contaron desde los 
manuales soviéticos, pero sí su similar: un engendro homónimo que en 
realidad no sería sino la consumación del monopolio capitalista estatal, 
mayorazgo absoluto de la casta gallego-biranesa, sus adeptos cercanos y 
su descendencia.
De hecho, el General ha calculado incluso cuánto tiempo de "preparación" 
habrá de transcurrir para vislumbrar ese portento: exactamente 13 años, 
es decir, desde 2017 –cuando quedará definido y aprobado el nuevo Plan 
Nacional de Desarrollo Económico y Social (PNDES) – hasta 2030, cuando 
la "exitosa" aplicación de los Lineamientos haya fertilizado el camino 
del "desarrollo socialista". El PNDES constituye el complemento y 
herramienta del Proyecto de Conceptualización (PC), ya analizado en un 
trabajo anterior.
A aprestarse, pues, los nuevos albañiles para batir la nueva mezcla que 
nos trae la castrocracia, que si asumimos el desatino como certeza, el 
"socialismo" prometido podría empezar a construirse justamente 70 años 
después de la toma del poder por la guerrilla que aún sigue en pie de 
guerra desde las confortables alturas del Palacio de la Revolución, muy 
distante de los quebrantos cotidianos de la gente común.
Desde luego, se trata aquí de una alucinante acumulación de quimeras. La 
primera de todas es suponer que haya cubanos dispuestos a leerse y a 
analizar seriamente los documentos emanados del cónclave secreto de los 
druidas, del pasado abril. La otra –no menos fantasiosa– es que alguien 
(incluyendo sus propios gestores) se tome en serio los contenidos que en 
ellos se "resume". Y por último, está la enajenación del "Modelo" ideal 
del que se parte para proyectar el futuro en un país que ni siquiera 
tiene presente, y en el cual los rasgos demográficos predominantes son 
la baja tasa de natalidad, el acelerado envejecimiento poblacional y la 
indetenible emigración al exterior. No es probable que la casta 
gobernante pueda contar con suficientes esclavos en la dotación como 
para construir otro embuste "revolucionario" de tal magnitud.
Pero no es mi intención extenderme en otro análisis sobre seniles 
–aunque nada ingenuas– utopías, sino centrar el foco en algunos 
elementos turbios que, paradójicamente, forman parte de una especie de 
glosario, presentado bajo el título Acepción de algunos términos 
utilizados en los documentos que se presentaron al 7mo Congreso del PCC, 
y que establece en 33 categorías la nueva batería de conceptos 
castristas "sobre la propiedad y el socialismo", para que la población 
más culta del planeta comprenda a cabalidad el alcance de tan preclaros 
pliegos.
Pero, tal como la sábana demasiado corta que no alcanza a tapar los 
pies, el glosario en cuestión no logra enmascarar los demonios que 
intenta conjurar el castrismo. Un ejemplo que salta a la vista es que el 
concepto "propiedad privada" –reconocido como una de las formas de 
propiedad para el Modelo cubano (inciso d del punto 120 PC) –, no se 
incluye en la lista de definiciones glosadas para ambos documentos.
En su lugar se formulan categorías sucedáneas, como Forma de propiedad 
no estatal,  Propiedad personal, o Propietario común de los medios 
fundamentales de producción, eufemismos destinados a difuminar en aras 
de un supuesto "interés común" los derechos de los individuos de 
administrar, controlar, heredar o disponer de sus bienes. Interés éste 
que en Cuba estaría determinado por "el papel rector del Estado 
socialista en la economía" y que erige a la "propiedad estatal" –dizque 
"propiedad socialista de todo el pueblo" – en "la columna vertebral de 
todo el sistema de propiedad de la sociedad socialista" (punto 123, PC).
Este carácter rector del Estado, a su vez, se fundamenta estrictamente 
en "los principios de nuestro socialismo", por lo cual también "los 
proyectos de vida personales, familiares y colectivos "son seleccionados 
a libre voluntad y responsabilidad" de cada quien, pero dentro del marco 
político-ideológico trazado por el PCC, y en ningún caso los proyectos 
individuales y familiares pueden concebirse "en contraposición o 
antagonismo con los colectivos", ecuación en la cual "colectivos" 
equivale a sociedad-pueblo y, muy especialmente, Estado. 
Contradictoriamente, los sujetos o entidades definidos como 
"propietarios comunes" están incluidos entre las "formas no estatales" 
de propiedad.
Si el lector no ha entendido nada, sepa que tal es el objetivo del 
panfleto oficial. Se lo simplifico a su mínima expresión: el Estado 
(Castro y su comparsa) es el representante del pueblo (todos los demás 
nativos de esta ínsula), y como tal es el que controla la propiedad de 
todos, incluyendo las propiedades que presumiblemente no son del Estado. 
Como corolario de esta aberración teórico-jurídica tenemos un "pueblo" 
dueño de todo pero que cada día es más pobre en bienes, capitales y 
derechos; mientras el Estado recauda y administra toda la riqueza y los 
beneficios de los nominales propietarios, establece las estrategias 
productivas (aunque no produce nada) y establece el orden jurídico y 
político de ese "pueblo-dueño".
Otra notable omisión del glosario es la del novísimo tipo de propiedad 
que se menciona en el punto 120 del PC, "la propiedad de organizaciones 
políticas de masas, sociales y otras formas asociativas" –implícitamente 
entendidas en éstas las instituciones creadas por el propio 
Gobierno-Estado-Partido para garantizar su control de la sociedad–, la 
cual queda debidamente solapada dentro del concepto genérico de Sociedad 
civil socialista (término número 10 del glosario).
Curiosamente, y a diferencia de otras formas de propiedad, la de 
"organizaciones políticas de masas, sociales y otras…" (Inciso e, punto 
120 del PC) goza de un privilegio especial, ya que estas asociaciones 
"poseen personalidad jurídica y actúan en el marco de lo establecido" 
(punto 188 PC) y "pueden recibir apoyo estatal u otros, en interés del 
avance y bienestar del país" (punto 190 PC).
No hay que ser un consumado analista para descubrir la triquiñuela 
castrista: al reconocer como "propiedades" con personalidad jurídica e 
independientes del Estado las organizaciones creadas para su propio 
servicio –los CDR, FMC, CTC, FEEM, FEU, OPC, UPEC, UNEAC, y toda una 
extensa lista de "fundaciones" definidas como "sociedad civil 
socialista" –, y al legitimar el derecho de éstas a recibir "apoyos" 
(¿financiamientos?, ¿donaciones?) del Estado u "otros" (¿instituciones, 
organizaciones u otros actores extranjeros?), no solo justifica la 
permanencia de una monstruosa estructura institucional  improductiva y 
parásita dentro de un país endeudado y  en perenne crisis económica, 
sino que libera al Estado-Partido-Gobierno del peso que implica su 
sostenimiento, además de convertirlas en potenciales tributarias de 
impuestos a ese propio Estado.
Llevando un paso más allá este análisis, resulta difícil no relacionar 
la categoría "sociedad civil socialista" y el reconocimiento oficial de 
la forma de propiedad de "organizaciones políticas de masas, sociales y 
otras" –definidas en el glosario como una "forma de propiedad no 
estatal" –, con las medidas de flexibilización dictadas por el gobierno 
estadounidense, a propósito de la aprobación de créditos bancarios y 
otras ventajas para emprendedores no estatales. No sería de extrañar que 
la sociedad civil socialista se convierta en parte de los emprendedores 
del futuro. Baste recordar que el origen de los capitales de muchos de 
los actuales magnates de Rusia proviene de los manejos de las 
instituciones creadas por el Estado soviético. Si al lector le parece 
algo retorcido, sepa que, en efecto, lo es.
Y como todo parece estar pensado, no por casualidad el concepto número 6 
del glosario (Formas de propiedad no estatal) expone textualmente en el 
inciso 4 que "las posibilidades de las diferentes formas no estatales 
para la administración eficaz y uso eficiente de los recursos" deben 
aportar "al desarrollo de la economía nacional, en lugar de constituir 
una carga para el Estado socialista". Es decir, todas deben tributar al 
Estado a partir de sus ingresos.
Obviamente, con independencia del carácter irrealizable de casi todos 
los planes castristas, no se debe perder de vista la evidente intención 
de fabricar un marco jurídico abarcador de toda la sociedad, propicio a 
sus intereses como oligarquía militar empresarial y política. Dicho 
marco cubriría a la vez las exigencias formales mínimas para satisfacer 
los escrúpulos legalistas, de cara al exterior, y legitimaría la 
transición castrista a un capitalismo de Estado disfrazado de socialismo.
Es así que, finalmente, ya sabemos que cuando en lo sucesivo la cúpula 
hable de cómo "construir el socialismo", en realidad se estará 
refiriendo a la mejor manera de consolidar el emporio particular fundado 
por los dos más ilustres hijos de… Birán.
No faltarán quienes opinen que esto es preocuparse demasiado, que el 
absurdo de los planes oficiales, por sí mismo, son la garantía de su 
fracaso. Quienes así piensen estarían olvidando los muchos perjuicios 
que nos ha causado como nación subestimar las habilidades miméticas y de 
supervivencia del castrismo. En lo personal, coincido con los que creen 
que al enemigo es mejor mantenerlo bajo la más atenta mirada, aun cuando 
estemos convencidos de que agoniza. Y no sé de nadie que haya merecido 
mejor que los Castro el título de enemigos de los cubanos.
Source: Marco jurídico para el enemigo | Cubanet - 
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