24 de septiembre de 2015

“Sin prisas”… que no hay prensa

"Sin prisas"… que no hay prensa
MIRIAM CELAYA, La Habana | Septiembre 24, 2015

Un paquete de nuevas medidas anunciadas desde Washington –no por
casualidad en vísperas de la llegada del papa Francisco a Cuba–
flexibiliza más aún el embargo contra la Isla, pese a que el Gobierno
del General-Presidente, Raúl Castro, insiste en que se está produciendo
un "fortalecimiento del bloqueo".

Las recientes disposiciones del Gobierno estadounidense favorecen el
incremento de viajes de sus ciudadanos a Cuba y amplían las facilidades
de comercio con la Isla, incluyendo la autorización a ofrecer servicios
de telecomunicaciones, la apertura de cuentas bancarias y de negocios,
como una manera de "apoyar al sector privado cubano emergente", según
comunicado de la secretaria de Comercio de EE UU, Penny Pritzker.

Estas medidas permitirían que las compañías estadounidenses autorizadas
por el Gobierno de su país tengan presencia física en Cuba y contraten
trabajadores cubanos, e igualmente sería posible ofrecer préstamos a los
emprendedores independientes. A la vez, fueron eliminados los límites
impuestos a las remesas familiares, y quedó allanado el camino para las
compañías de transporte interesadas en realizar viajes a Cuba.

Con este nuevo paso de acercamiento del presidente Barack Obama, que
amplía las posibilidades de beneficios tanto para los estadounidenses
como para los cubanos, el tan cacareado "bloqueo" no pasa de ser un
cascarón vacío de contenido, y queda en evidencia la falta de voluntad
política del régimen cubano para permitir la prosperidad de sus
"gobernados". Literalmente, "el Rey está desnudo", por más que el
discurso oficial trate de cubrir con su vieja retórica de trincheras las
intimidades expuestas.

La distensión y el entendimiento son armas mortales para el castrismo,
por eso –pese a que en la Isla no han sido publicadas las nuevas
disposiciones de Washington– la respuesta oficial a las recientes
medidas no se hizo esperar: "A pesar de las medidas anunciadas por el
presidente Barack Obama, y su declarada disposición a involucrarse en un
debate con el Congreso para levantar el bloqueo, las leyes y
regulaciones que sustentan esta política continúan vigentes y son
aplicadas con todo rigor por las agencias del Gobierno de EE UU (...)".
("No es posible normalizar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos
mientras exista bloqueo", periódico Trabajadores, 21 de septiembre de 2015).

A despecho de la inoperancia –prácticamente nulidad– de muchas de las
viejas legislaciones que dictaron por décadas la política del embargo,
el referido periódico hace referencia a diez de ellas, incluyendo la Ley
Torricelli (1992) que virtualmente ha quedado sin efecto tras las
medidas aprobadas por el gobierno de EE UU desde enero último, aunque
esto no ha redundado en beneficio de los cubanos debido a los obstáculos
que interpone el bloqueo interno del gobierno de la Isla contra los
gobernados.

Uno de los pretextos que utilizan las autoridades cubanas ante su par
norteño es que las flexibilizaciones privilegian al sector privado, no
así a las empresas estatales, eufemísticamente llamadas "de propiedad
social", que son las que emplean a la mayor parte de los trabajadores.
Esto es asumido por el régimen –no sin fundamentos– como una amenaza a
su poder, al favorecer el empoderamiento de una potencial clase media
que eventualmente constituiría una fuerza capaz de influir hacia cambios
políticos.

Así, frente a las propuestas de Barack Obama, el Gobierno cubano ha
quedado entrampado en su propia (i)lógica, enajenando el discurso
oficial y colocando el enemigo de Cuba dentro de casa. Ahora es el
propio Gobierno "revolucionario" el principal obstáculo a la prosperidad
de los cubanos.

Por demás, los tímidos amagos aperturistas implementados por Raúl Castro
fueron suficientes para demostrar las ventajas del incipiente
empresariado privado por sobre los empleados estatales, una alerta que
ha disparado las alarmas del poder omnímodo, determinando el freno al
crecimiento de un sector autónomo.

La mala noticia para el Palacio de la Revolución es que, con la
inminente entrada del capital estadounidense en Cuba se abrirán las
puertas al temido "carril 2" y, en consecuencia, a su nefasta influencia
ideológica sobre "las masas". Un peligro contra el que se nos alertaba
en los ya lejanos años 90. Sería el principio del fin del proyecto
socialista tras medio siglo de descalabros y sucesivas e infructuosas
actualizaciones.

Queda así expuesta la efectividad de la política de acercamiento que
propugna ahora la Casa Blanca, al poner en evidencia que la principal
debilidad del sistema político cubano radica precisamente en lo que
parecía su mayor fortaleza: la estructura monolítica sobre la que se
asienta, estar concebido solo para el control absoluto de un grupo de
poder y su claque, y sustentarse sobre un soporte ideológico falsamente
nacionalista, con un discurso de beligerancia incapaz de sobrevivir una
política de distensión en un ambiente de libertades para los ciudadanos.

Lástima en Cuba todavía no gocemos de libertad de prensa, ese derecho
fundamental que permitiría una información amplia y completa sobre las
propuestas de Washington y propiciaría un verdadero debate público sobre
los beneficios que se abren a la iniciativa privada nacional, así como
la opinión de los potenciales beneficiarios al respecto. Solo así se
podría vislumbrar con toda claridad esa fuerza social que hasta ahora
permanece oculta, y que marcaría una decisiva diferencia en el cansino
ritmo "sin prisas" de los octogenarios y tozudos gobernantes cubanos.

Source: "Sin prisas"… que no hay prensa -
http://www.14ymedio.com/opinion/prisas-prensa_0_1858614122.html

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