18 de febrero de 2014

Un congreso obrero sin sindicatos

Un congreso obrero sin sindicatos
DIMAS CASTELLANOS | La Habana | 18 Feb 2014 - 8:39 am.

Comienza este jueves en La Habana el congreso de la CTC. Los
trabajadores cubanos siguen en manos del Partido Comunista.

El jueves 20 de febrero seremos testigos de un acontecimiento, que por
repetitivo no deja de ser insólito. Ese día se iniciará en La Habana un
congreso obrero sin sindicatos.

Surgidos para defender los intereses de los obreros frente a los
patronos, con métodos que van desde las huelgas hasta las negociaciones
colectivas, los sindicatos constituyen una expresión de la modernidad.
Sus primeras manifestaciones en Cuba tuvieron lugar en la segunda mitad
del siglo XIX, en los conflictos en la industria tabacalera, la
fundación de los primeros periódicos obreros y la creación de las
primeras asociaciones.

Aunque ya en 1887 se celebró un congreso obrero, fue a partir de la Ley
General de Asociaciones de 1888 que se generalizó. En 1892 tuvo lugar el
primer congreso con delegaciones de casi todas las provincias y en 1899
se fundó la Liga General de Trabajadores Cubanos (LGTC), la cual
desempeñó un destacado papel en la lucha por la disminución de la
jornada laboral y el aumento salarial.

En la República, con los derechos-libertades refrendados en la
Constitución de 1901, los paros laborales se extendieron por toda la
Isla. Desde la huelga de los aprendices en 1902, iniciada contra la
exclusión de los aprendices cubanos en las tabaquerías, pasando por la
huelga de la moneda en 1907, para reclamar el pago en moneda
norteamericana, hasta la de los centrales azucareros de la zona de
Niquero en 1912. Resultado de esas luchas, en 1903 se declararon los
días feriados; en 1909 la jornada de ocho horas para los mecánicos,
operarios y jornaleros empleados del Estado; y en 1910 se promulgó la
Ley Arteaga, que prohibió el pago de salarios en los vales o fichas que
obligaban a comprar en determinados establecimientos.

En las siguientes décadas, con el fortalecimiento y la generalización
del sindicalismo cubano aumentaron las huelgas y surgieron nuevas formas
de lucha. Por ejemplo en 1924, para canalizar los conflictos
obrero-patronales por los embarques de azúcar, se dictó la Ley que creó
las Comisiones de Inteligencia Obrera en todos los puertos del país —con
poderes legislativos y ejecutivos—, integradas por patronos y obreros y
presididas por el Juez de primera instancia del lugar, cuyas decisiones
eran de inmediato cumplimiento.

Cinco ejemplos ilustran la fortaleza adquirida por el sindicalismo: La
creación en 1925 de la Confederación Obrera de Cuba (CNOC), primera
institución de ese tipo con carácter nacional; el decisivo papel
desempeñado en el derrocamiento del gobierno de Gerardo Machado en 1933;
la huelga de los empleados de la Secretaría de Comunicaciones en 1934,
que fue respaldada por otros sectores y terminó con el triunfo; la
creación de la Secretaría del Trabajo en 1934; y la huelga de marzo de
1935, que comenzó por una protesta de maestros y estudiantes y terminó
con características de levantamiento popular.

Esos y otros muchos episodios se concretaron en las legislaciones
obreras que comenzaron con el Decreto 276 de enero de 1934 y culminaron
con el Decreto 798 de abril de 1938, el Código de Trabajo cubano más
avanzado hasta hoy. Esos logros se complementaron con la fundación de la
Confederación de Trabajadores de Cuba en enero de 1939 y la promulgación
de la Constitución de 1940, la cual refrendó en 27 artículos los
derechos individuales y colectivos del trabajo obtenidos en las luchas,
desde el salario mínimo hasta el derecho de huelga, pasando por el
descanso retribuido de un mes por once de trabajo, la jornada máxima de
ocho horas y las semanas de 44 horas de trabajo con pago de 48.

En 1945, con medio millón de afiliados, la CTC era la segunda central
sindical más grande de la región. Muchas de sus demandas se convertían
en leyes. Y se adquirieron locales propios como el edificio de Carlos
III, construido por el Retiro de Plantas Eléctricas y arrendado a la
Compañía de Electricidad; el Habana-Hilton, construido por el Retiro
Gastronómico; un reparto para trabajadores emprendido por el sindicato
de Artes Gráficas, y el inició de la construcción del Palacio de los
Trabajadores, con aportes de los afiliados.

Del golpe del 52 a la 'CTC-Revolucionaria'

El Golpe de Estado de 1952 propinó un fuerte golpe al sindicalismo. Su
Secretario General, Eusebio Mujal, ordenó una huelga contra el golpe,
pero después de una entrevista con el Ministro de Trabajo retiró la
orden a cambio de conservar los derechos adquiridos por los
trabajadores, respetar en sus cargos a los dirigentes sindicales y
mantener el statu quo de la CTC. El miedo a la fuerza de los sindicatos
hizo que Fulgencio Batista dictara algunas medidas de beneficio para los
trabajadores, como fueron la prohibición de la mecanización del torcido
del tabaco y el aumento del salario mínimo en 1958, para disuadir a los
trabajadores de participar en la huelga convocada por el Movimiento 26
de Julio, medida con la cual el salario de los trabajadores urbanos de
la capital se elevó a 85 pesos, en otras ciudades a 80, y fuera del
perímetro de la ciudad a 75, cuando un peso equivalía a un dólar.

Aunque en diciembre de 1958, bajo la dirección del Movimiento 26 de
Julio, se celebró la Conferencia Nacional de Trabajadores Azucareros,
mediante un Decreto emitido por el recién instalado gobierno
revolucionario, el 22 de enero de 1959 la CTC fue disuelta y sustituida
por la CTC-Revolucionaria, que constituyó el primer paso en el proceso
de desnaturalización del sindicalismo.

En el X Congreso de la CTC-R (noviembre de 1959) el candidato para
Secretario General, David Salvador, expresó que los trabajadores no
habían ido al evento a plantear demandas económicas sino a apoyar a la
revolución, y en franca violación del convenio 87 de la OIT[1] se
procedió a la elección de la directiva en presencia del jefe del
Gobierno, mientras el Ministro del Trabajo fue investido de las
facultades para despedir dirigentes sindicales e intervenir sindicatos y
federaciones. En el XI Congreso (noviembre de 1961) por vez primera se
postuló un solo candidato para cada puesto y se renunció oficialmente a
casi todos los logros alcanzados. Para el XII Congreso (agosto de 1966),
la propuesta de su celebración fue sometida al Buró Político del Partido
Comunista. En este congreso Lázaro Peña fue sustituido, pero por la
decadencia del sindicalismo fue devuelto al cargo en el XIII Congreso
(1973) y bautizado como Capitán de la clase obrera, como si la CTC fuera
una unidad militar. Finalmente la pérdida de autonomía asumió carácter
legal en la Constitución de 1976, en la que se declara que todo el poder
pertenece al pueblo trabajador, pero ignorando los logros reconocidos en
la Carta Magna de 1940.

Derechos y libertades

Tres hechos son suficientes para demostrar la ausencia de sindicatos en
Cuba.

1- En septiembre de 2010 la CTC apoyó los despidos laborales con un
documento que decía: "Nuestro Estado no puede ni debe continuar
manteniendo empresas, entidades productivas, de servicios y
presupuestadas con plantillas infladas, y pérdidas que lastran la
economía", sin mencionar nada respecto a los verdaderos problemas de los
trabajadores.

2- Durante los preparativos del XX Congreso, el miembro del Buró
Político y vicepresidente del Consejo de Estado, Salvador Valdés Mesa,
ha reiterado: que entre los principales retos del evento estará definir
la real participación de los trabajadores en la gestión económica; que
la plataforma económica, política y social de "la revolución" quedó
definida en los Lineamientos aprobados en el último Congreso del
Partido; y que al movimiento sindical le corresponde movilizar a los
trabajadores para materializar esos acuerdos.

Finalmente, en el Pleno 93 del Consejo Nacional de la CTC de mayo de
2013, presidido por el Segundo Secretario del PCC, se designó a Ulises
Guilarte, primer secretario del PCC en la provincia Artemisa, para
presidir la Comisión Organizadora y en consecuencia ser el próximo
Secretario General de la CTC.

La autonomía al sindicalismo es lo que el oxígeno a los seres vivos.
Para que un evento obrero en Cuba se pueda denominar como congreso
obrero, hay que comenzar por restituir los derechos y libertades para su
existir, funcionar y representar a los trabajadores y no los proyectos
de ningún gobierno o partido político.

[1] La OIT, Organización Internacional del Trabajo, agencia
especializada de la ONU, cuyos principales objetivos son mejorar las
condiciones de trabajo, promover empleos productivos y el necesario
desarrollo social, y mejorar el nivel de vida de los trabajadores. La
OIT fue fundada en 1920 como una sección autónoma de la Sociedad de
Naciones y en 1946 se convirtió en el primer organismo especializado de
la ONU. Su sede radica en Ginebra.

Source: Un congreso obrero sin sindicatos | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1392709164_7194.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario