19 de febrero de 2014

Un Armand Hammer cubano?

Cambios, Embargo, Exilio

¿Un Armand Hammer cubano?
El gobierno cubano requiere para su supervivencia el establecimiento y
la normalización de las relaciones con Estados Unidos
Julio M. Shiling, Miami | 19/02/2014 11:23 am

Sería impreciso considerar, en este momento, a Alfonso Fanjul una
versión cubana de Armand Hammer. De su potencialidad de poder serlo, sin
embargo, no sería una consideración descabellada. El "millonario rojo",
como se le apodó a este estadounidense hijo de inmigrantes
ucranianos-rusos, si no salvó a la dictadura bolchevique de la
extinción, no se estaría exagerando al concluir que fue un factor
seminal en su supervivencia.
Hammer fue un joven médico de veintitrés años, recién graduado, cuando
conoció a Lenin en 1921. Su carta de presentación se la extendió su
padre, Julius Hammer. Este, médico también, fue un comunista medular y
conspirador que conoció al arquitecto del comunismo ruso en la
Conferencia Socialista Internacional de 1907 en Stuttgart, Alemania (la
séptima conferencia de la Segunda Internacional).
De ahí Julius ayudó a fundar el Partido Socialista Laborista de
Norteamérica (precursor del Partido Comunista de EEUU) y la empresa de
cadenas farmacéuticas Allied Drug and Chemical. Antes de caer en
desgracia con la ley estadounidense por ejecutar un aborto que dejó
muerto al paciente, Julius le relegó a su hijo la tarea de continuar el
"negocio" y ayudar quebrar el aislamiento, o el "bloqueo" como lo llamó
Armand, a la recién establecida dictadura comunista.
Lenin y los bolcheviques tenían problemas grandes. La hambruna, producto
de la política nefasta de socializar a la economía y parte de una
estrategia para domesticar a la población que resistía la embestida
roja, pesaba sobre Rusia socialista.
Una guerra civil, el descontento popular con la dictadura proletaria y
un mundo libre reacio de aceptar como igual al bolchevismo, estaban
complicando la imposición comunista.
Lenin se ve forzado, en la primavera de 1921, a revertir tácticamente la
colectivización radical de la economía e introduce la Nueva Política
Económica. Esta modificación selecta del entorno económico (el precursor
del "modelo chino") estaba diseñada para atraer la inversión extranjera
emitiendo concesiones a empresas foráneas. Hammer (Armand el hijo)
ofreció sus servicios con la empresa de su padre para amenguar la
situación, llegando en el momento oportuno para él y para el comunismo.
Allied Drug, bajo la directriz de Hammer (el padre) antes de este ir
preso, le lavaba el dinero a los bolcheviques. Lenin, sin embargo, vio
en el Hammer más joven un instrumento con más proyección. La propuesta
del joven médico estadounidense de continuar facilitando el movimiento
furtivo de moneda dura y mercancía robada entre Rusia comunista y el
orbe libre, por medio de Allied Drug, se quedó corto a los diseños de
Lenin. Comunicaciones entre este con Ludwig Martens, el embajador de
facto de Rusia comunista en los EE UU, con Josef Stalin y la primera
autobiografía de Hammer, nos ofrecen algunos detalles sobre la
magnanimidad del papel servicial de Hammer hacia el comunismo.
Hammer obtuvo la primera concesión bolchevique concedida a una empresa
norteamericana. En La búsqueda por el tesoro de los Romanoff (1932), su
mencionada primera autobiografía, este nos relata cómo Lenin le dijo,
"Alguien tiene que ser el que rompe el hielo. ¿Por qué no aceptas tú una
concesión de asbestos?". El mejor discípulo práctico que tuvo el
marxismo, tenía un claro entendimiento de la urgencia y lo que hacía
falta para evitar el colapso.
Lenin le exclamó a Hammer que necesitaban de EEUU tres cosas: (1)
capital, (2) tecnología y (3) reconocimiento diplomático. Para lograr
eso, la imagen habría que limpiarla e intentar enaltecerla.
Lo que empezó para Hammer con una concesión lucrativa de asbestos en los
Urales, llegaría incluir un monopolio en la fabricación de lápices, el
acceso a traficar en el lujoso arte zarista y otros contratos y
privilegios fructuosos.
Una comunicación de Lenin a Stalin de 1922 (24 mayo) precisó que el
negocio con el "millonario rojo" sería "el sendero al empresariado
estadounidense". El hecho de que antes de concluir la década de 1920,
treinta y siete empresas norteamericanas estaban operando en la URSS,
incluyendo una fábrica de Henry Ford, da peso al argumento.
Lenin le insistió a Martens (representante de Rusia soviética en los EE
UU) 1921 (19 octubre) que las concesiones a empresas norteamericanas y
la conexión con Hammer "es importante políticamente". Los alemanes y los
británicos imitaron a los estadounidenses y entraron en negocios con el
mercantilismo socialista que la URSS estaba tolerando.
Dicha política de permitir la inversión extranjera concesionada por
Rusia soviética, rindió los frutos económicos para evitar el colapso del
primer Estado comunista en el siglo XX, en su fase incipiente.
La "legitimización" de la dictadura bolchevique comunista en el mundo
entró por la puerta de la comercialización. Pero la realidad es que hizo
mucho más. Permitió, por medio de las transferencias comerciales entre
las empresas privadas con base en países capitalistas y la dictadura
comunista rusa, la introducción de enormes cuantías de capital usado
para financiar operaciones subversivas del Comintern (la Tercera
Internacional Comunista).
Edward Jay Epstein, un biógrafo de Hammer, expuso en Dossier: La
historia secreta de Armand Hammer (1996) los testimonios de J. Edgar
Hoover, el emblemático dirigente de FBI y de James J. Angleton, jefe de
la contrainteligencia de la CIA. Ambos coinciden, de acuerdo a la
investigación de Epstein, en la apreciación de que Hammer no sólo se
involucró económicamente con el comunismo soviético. El lazo sentimental
lo llevó a la acumulación de sendos expedientes donde su servicio de
espionaje era notorio.
El castrocomunismo requiere para su supervivencia, el establecimiento y
la normalización de las relaciones con EEUU. No hay otra. Empresarios,
preferiblemente criollos, dispuestos a servir de socios en el
experimento de un mercantilismo socialista en Cuba, es lo que busca la
dictadura cubana. Sin los fondos de la nación extraterritorial cubana,
esa "transición" sería un espejismo.
La carnada desde hace tiempo la están tirando. China y Vietnam
encontraron en muchos de sus transnacionales la disponibilidad de servir
de cómplices de una tiranía ante la espuria promesa de una eventual
"democratización". Miserable excusa para enriquecerse.
Al sufrido pueblo chino y al tibetano le dijeron ese cuento en 1978.
Todavía no ha llegado la democracia, menos aún la libertad.
Es cierto que hay más pan, pero la dictadura también está más sólida que
nunca hoy en China, Vietnam y el Tíbet ocupado. Libertad plena e
igualitaria para toda la sociedad cubana, tiene que ser la condición a
priori antes de que cualquier empresario considere invertir en Cuba.
Hammer no logró la democracia en Rusia. Nunca fue lo que estaba
buscando. Salvar el comunismo, eso sí fue su propósito.

Source: ¿Un Armand Hammer cubano? - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro
-
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/un-armand-hammer-cubano-316966

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