27 de julio de 2011

Confesión de una mujer desnuda

Confesión de una mujer desnuda
Wednesday, July 27, 2011 | Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – Se me está acabando la ropa y
estoy preocupada. Mi preocupación aumenta y no sé qué ropa me pondré en
el futuro, porque la ropa de uso que vendían en las tiendas ya ha
desaparecido.

Ahora en las tiendas solo venden ropa china nueva, que aunque de bonitos
colores y a la moda, no me sirve. Parece que la ropa que el gobierno
importa de China, no es confeccionada para exportación, de acuerdo a las
tallas de los occidentales, sino la misma que los chinos fabrican para
su consumo, y las tallas no tienen nada que ver con las de los cubanos.
Ese es nuestro nuevo problema: encontrar ropa que nos sirva.

Confieso que cuando voy a vestirme lamento mucho que el reverendo Lucius
Walker haya muerto el año pasado. Y es que era el hombre que nos traía,
de regalo, la ropa vieja que tanto resolvía. Con su muerte parece que
han dejado de entrar a Cuba sus famosas "caravanas" que organizaba para
traer como "donaciones" guaguas viejas, computadoras obsoletas y todo
tipo de cachivaches usados y, lo más importante para mí, la ropa vieja
que los religiosos donaban para los pobres cubanos y que el gobierno
cubano nos vendía a altos precios, no sólo en moneda nacional, sino
también en dólares.

Y no es que no haya ropa en Cuba. Hay ropa extranjera de buena calidad,
y de tallas que nos sirven, en las boutiques de los hoteles de turismo,
pero a precios inaccesibles para la gran mayoría de los cubanos.

Como último regalo de Lucius Walker nos llegarán sus cenizas, el próximo
30 de julio, para ser esparcidas en Cuba, en cumplimiento de su última
voluntad. Sólo espero que el gobierno no nos las quiera vender.

Supongo que aquí le harán un gran homenaje y hablarán por un buen rato
sobre las virtudes del anciano comunista religioso. Seguramente no
mencionarán que en 1994, cuando el Partido Comunista de Estados Unidos
separó de sus filas a sus miembros que habían apoyado la política de
Gorbachov, entre ellos a Angela Davis, Walker -estalinista donde los
hubiera- se cruzó de brazos. Se ve que le gustaban los dictadores al
folclórico religioso.

Todos sabemos que lo más importante para Walker, y también para nuestros
dictadores, nunca fue los cuatro tarecos que traía, sino los supuestos
escándalos que provocaba "desafiando el bloqueo", que aquí la prensa
sobre dimensionaba al máximo. Y es que a los comunistas les encanta eso
de provocar problemas y escándalos, y reclamar libertades, cuando viven
en países democráticos.

No lo puedo negar: aunque no extrañaré a Lucius Walker, ya estoy
extrañando la ropa vieja regalada que nos vendían gracias a él. De todas
formas, que Dios lo tenga en la gloria, o donde deba estar tan siniestro
personaje.

http://www.cubanet.org/articulos/confesion-de-una-mujer-desnuda/

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