Juan Gonzalez Febles
Lawton, La Habana, 30 de junio de 2011, (PD) Cuando la modernidad entra 
en casa, es un evento extraordinario, no importa la vía, cómo o cuando. 
Hace poco, todo se nos volvió patas arriba con los teléfonos móviles, 
pero ese fue el susto menor.
Lo verdaderamente grandioso fue cuando a finales de los 80, la ciudad se 
llenó de palanganas (una suerte de antenas parabólicas artesanales), que 
pusieron al cubano de a pie en contacto directo con televisoras 
"exóticas" como HBO, CNN y otras tantas desconocidas maravillas de la 
modernidad.
Aquella fue la época en que la gente seguía la novela de Radio Martí 
mientras caminaba por cualquier acera de La Habana. Podía ser escuchada 
desde los radios de cada hogar habanero. Era el tiempo irrepetible de 
Ruth Mini y sus predicciones. En fin, la época (la única) en que la 
programación de Radio Martí fue lo mejor que conocimos. Que esto último 
sea una suerte de plegaria para un adiós a Ernesto Betancourt que 
dirigió al equipo que lo hizo posible.
Aquella época fue el momento de los descubrimientos, pero faltaba lo 
principal: Wikileaks y su mentor, el australiano Julian Asange. 
Wikileaks nos puso en contacto con muchas cajitas de Pandora que los 
americanos creían seguras en el Departamento de Estado. De paso, con las 
impresiones del Sr. Embajador Jonathan Farrar sobre Cuba, recordé la 
canción de moda de hace algunos años sobre los americanos. Qué manera de 
hablar boberías. Que desperdicio de erudición de portada, lomo y 
contraportada. Pero todo parece indicar que las cosas no se quedarán ahí.
Dicen que Wikileaks volvió sobre el tema cubano e incursiona en el 
difícil arte de crear una figura. Mejor dicho, cuenta como los santones 
con poder sobre el tema cubano en Washington, gastaron dinero en el 
intento de crear una figura. Se trata de  presupuestos que cortan la 
respiración. Con ellos, se intenta llenar lagunas humanas, culturales, 
políticas y de todo tipo, para convertir a un pelagatos y a un proyecto 
inviable en tema consagrado. Se trata de la magia que convierte a 
cualquier pelagatos por ellos seleccionado, en señora o señor mediático. 
Así de sencillo. Todo es sobre el dinero. Lamentablemente lo sacaron de 
la necesidad y la aprensión de opositores y periodistas que en esos 
momentos se morían de hambre. En otra oportunidad, prometo volver sobre 
el tema.
La última bola de actualidad es la pretensión de que se crea que los 
últimos destierros logrados por el régimen cubano, se lograron sin la 
complicidad activa del cardenal Ortega. Por suerte se dispone de 
grabaciones y testimonios. Algunos, tomados desde las prisiones cubanas 
y entre ellos unos cuantos, por no decir mayoría, apuntan a una presión 
descomunal ejercida por funcionarios de la policía de Seguridad del 
Estado sobre prisioneros y familiares, dirigida a lograr la aceptación 
de libertad con destierro.
El cardenal en aquellos momentos colaboraba con el régimen en condición 
de convidado de piedra. Por decirlo de alguna forma, articuló y colectó 
humanitariamente los resultados de las presiones ejercidas, para 
usufructo político del régimen. Más adelante fue a Bruselas con tarjeta 
blanca expedida por el régimen, según dicen, para negociar algo "a 
título personal". Lo que haya negociado, si fue en nombre del régimen, 
es malo y si fue a título personal, es peor.
También llama la atención, lo fácil que el cardenal de hoy, consigue 
tarjetas blancas, para gestiones personales en Estrasburgo, pero veamos:
Desde su blog, dice el inefable corresponsal de BBC en La Habana, el Sr. 
Fernando Ravsberg: "Es difícil creer que en una organización tan 
centralizada alguien pueda llegar a semejante acuerdo sin el visto bueno 
de Roma. Así que de haber un complot católico-comunista, el Vaticano 
también tendría que estar implicado."
Aunque me cuesta mucho coincidir con Ravsberg, cierto es que la Iglesia 
Católica y el Partido Comunista tienen cosas en común en términos de 
organización, disciplina y centralización. El Vaticano coloca en las 
posiciones centrales a quienes se muestren inclinados a llevar adelante 
determinadas políticas. Los hombres del Vaticano de actualidad en Cuba 
son el cardenal Ortega y el obispo Céspedes. Fue y es poco probable que 
cubanos dignos, hombres de bien y respeto con sotana como Monseñor 
Meurice o Monseñor Petit alcancen el visto bueno romano. Ellos son, por 
decirlo de alguna forma, demasiado cubanos y demasiado íntegros. Sólo 
queda sacar las conclusiones del caso.
No dispongo de la certeza de que se trate de modernidad y cubanerías, o 
simplemente de las cubanerías de la modernidad. Aclaro que uso 
cubanerías en la acepción vernácula que se da en Lawton a las "nadas" y 
las "nerías". Con los cubanazos de respeto no hay "nada" o "nería" 
posible. El alambre está repleto y aún quedó mucha ropa por tender. 
Antes que lo olvide, les recuerdo que en ese terreno fangoso y movedizo 
de la fabricación de figuras, queda algo pendiente con Wikileaks...
http://www.primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/1725-modernidad-y-cubanerias
 
