No hay dudas de que el liderazgo de los hermanos Castro, sobre todo el
de Fidel, es hegemónico en Cuba. Sin embargo, debajo de su mística se ha
creado una densa burocracia de control. Eduardo Dalmasso.
10/02/2011 00:01 | Eduardo Dalmasso*
No hay dudas de que el liderazgo de los hermanos Castro, sobre todo el
de Fidel, es hegemónico en Cuba. Sin embargo, debajo de su mística se ha
creado una densa burocracia de control. En los medios universitarios, se
puede discutir de todo, menos el significado de la Revolución a 50 años
de su gesta.
Toda empresa o negocio, alguno a nivel de un quiosco, pertenece al
Estado, excepto ciertos complejos hoteleros y grandes compañías
binacionales.
El cubano es afable y muy bien educado, pero –salvo en los medios
educativos y de salud– se percibe falta de motivación en sus quehaceres.
En parte, porque prácticamente no existe posibilidad de movilidad social
y porque, además, el nivel de ingresos es muy, muy bajo.
El partido es el mecanismo para conseguir objetivos de estatus y mejoras
en las condiciones de vida. Es lógico: la custodia del proceso
revolucionario y el control absoluto de la economía hacen muy difícil
alternativas a esos procesos. Los sindicatos existen, pero sin
autonomía, por la lógica del fundamento revolucionario.
Sin renovación. En pequeñas reuniones, uno puede plantear preguntas
como: ¿por qué en 50 años no hubo renovación, ya que se supone que 20
años serían suficientes para consolidar la Revolución? En confianza, se
acepta que es un interrogante de difícil respuesta; a lo sumo, se
manifiesta la posición amenazante de Estados Unidos. ¿Es suficiente?
El intelectual cubano puede discutir de todo menos el proceso
revolucionario, al menos en público. Es claro que el desarrollo de la
salud pública, sobre todo en términos de prevención, es formidable;
diría, el mejor logro de la Revolución.
Los cubanos viven con dignidad, pero dentro de formas muy precarias.
La caída de la ex Unión Soviética significó un retroceso inmenso en sus
condiciones de vida, al perder una fuente de financiamiento clave. Hoy,
se comienzan a tomar decisiones con el objetivo de incrementar la
productividad, que es muy baja. Esto produce que, cuando un cubano
emigre, no se acepte su regreso porque su ida (excepto personalidades)
es un bien.
La figura de Fidel. La emblemática figura de Fidel, cuyas condiciones
intelectuales siguen despertando admiración, podrá preservar en algún
grado el sistema de relaciones económicas y sociales. Ante la probable
ausencia de éste, es posible que haya que optar por dos vías para
impulsar una nueva etapa de desarrollo; la que se denomina "vía China" o
la "vía Gorbachov". A ésta le puede suceder lo mismo que a Rusia en
posibilidades de implosión, por lo cual me inclino por la primera. A
futuro, el turismo, la salud y la educación podrían ser puntales del
crecimiento. Para esto, muchas de las actitudes culturales deberían ser
modificadas.
Para mi generación, la Revolución Cubana implicaba un nuevo amanecer; la
realidad dista de lo que soñáramos. El tema de la productividad no es
menor, es uno de los supuestos clave en el pensamiento económico
marxista. Este tema nos lleva a la vieja discusión sobre la viabilidad
de la Revolución en un solo país. ¡Qué decir del modelo de ejercicio del
poder!
A los que intentamos debatir desde el pensamiento crítico, no nos sería
fácil vivir en las condiciones de control que impone el sistema;
excepto, quizá, a los que se pudieran situar en las máximas estructuras
de poder.
*Profesor por concurso de la Universidad Nacional de Córdoba.
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