28 de abril de 2017

La educación, ¿derecho de todos?

La educación, ¿derecho de todos?
YUSIMÍ RODRÍGUEZ LÓPEZ | Madrid | 28 de Abril de 2017 - 06:40 CEST.

Uno de los derechos humanos que el Gobierno cubano afirma garantizar al
pueblo es el derecho a la educación. Y es cierto. Dejando a un lado la
pregunta sobre el origen del presupuesto estatal para financiar la
enseñanza a todos los niveles, y la relación entre los bajos salarios
pagados por el Estado y la gratuidad de la educación, debemos reconocer
que en Cuba todos podemos acceder a esta… mientras no osemos expresar
oposición o inconformidad con el régimen. La prueba: la expulsión de la
estudiante Karla Pérez González de la Facultad de Periodismo en la
Universidad Marta Abreu, en Santa Clara, por pertenecer al movimiento
Somos+.

Según el artículo noveno de la Constitución de la República de Cuba, el
Estado garantiza "que no haya joven que no tenga la oportunidad de
estudiar". Pero como no se aclara que esta garantía depende de la
lealtad política del joven al Gobierno, al sistema llamado socialista y
al Partido (único legal) Comunista de Cuba, la expulsión de Karla Pérez
viola la propia Constitución Cubana. Sobre el derecho a la educación, la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (de la que el Estado
cubano es signatario) establece: "La instrucción técnica y profesional
habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será
igual para todos, en función de los méritos respectivos". En Cuba, el
principal mérito no es solo ser revolucionario, sino serlo de acuerdo al
concepto del fallecido expresidente Fidel Castro.

El caso de Karla no es el primero, y es tan triste como probable que no
será el último, de expulsiones a estudiantes de centros universitarios
con el argumento de que "la Universidad es para los revolucionarios".
Por décadas, los cubanos hemos aceptado esto, y hasta sentido gratitud
cuando hemos visto que "ahora son un poco más flexibles". Como si el
PCC, Fidel Castro y su hermano Raúl Castro, actual presidente,
financiaran con sus propios bolsillos, la educación en Cuba.

Si fuese así, por supuesto que tendrían no solo el derecho de exigir
lealtad política a cada estudiante, sino además que todos fuesen
miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Entonces tendrían que
admitir que ni siquiera la educación estatal, incluso gratuita (si la
educación en un país pudiera ser gratuita) garantiza este derecho a todos.

Para que en Cuba realmente "no haya joven que no tenga la oportunidad de
estudiar", es preciso despolitizar el derecho a cualquier nivel de
enseñanza. O permitir la creación de universidades alternativas, donde
puedan estudiar los ciudadanos cubanos que no sean afines al Gobierno y
el partido único.

Suele afirmarse que la Revolución, al implantar la enseñanza pública, la
convirtió en garantía para todos. Pero esta enseñanza existía, junto a
otras formas, como la privada. Lo que hizo la Revolución fue eliminar
esas otras formas. Y subordinar la educación a los intereses de la
sociedad llamada socialista, violando el derecho de los padres a escoger
el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos, como también
establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En Cuba, los
padres no pueden educar a sus hijos en casa, una opción conocida como
homeschooling, popular en países como el Reino Unido. El pastor Ramón
Rigal y su esposa, quienes pretendían recurrir a esta práctica para la
educación de sus hijos, y ofrecieron hacerlo bajo supervisión de la
escuela, fueron detenidos y esperan juicio por "impedir el desarrollo
normal de un menor".

La posibilidad de que algunos padres educaran a sus hijos en casa podría
ser un alivio para el Estado cubano, que muchas veces no cuenta con
suficientes maestros y se ha visto obligado a emplear profesionales de
otras esferas para esta labor. En las escuelas primarias y secundarias,
incluso en el preuniversitario, los alumnos suelen pasar tiempo sin
recibir una asignatura por falta de maestros, o se las imparte uno que
carece de la preparación apropiada. O se recurre a alternativas fallidas
como las clases televisadas. Un niño educado por sus padres en casa, y
sometido a los exámenes que deben rendir todos los alumnos en el país,
sería un niño menos al que garantizar maestro sin que las aulas estén
abarrotadas, lo que también entorpece el proceso docente. Pero es
también un adoctrinado menos. Es uno que no repetirá ni creerá que debe
ser como Ernesto Guevara, ni que es Fidel Castro. Algo que el Estado
cubano no puede permitirse.

Nuestro Estado tiene entonces dos opciones: admitir ante el pueblo y los
organismos internacionales que solo garantiza a sus ciudadanos, de
forma parcial y selectiva, el derecho a la educación, y además viola el
derecho de los padres a escoger el tipo de educación que recibirán sus
hijos. O admitir la creación de escuelas alternativas, incluso privadas,
en todos los niveles de enseñanza.

Source: La educación, ¿derecho de todos? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1493317790_30699.html

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