Solavayas del año
DDC | Madrid | 28 de Diciembre de 2016 - 09:56 CET.
Fernando Rojas
Hacía rato que no veíamos a un esbirro dar el paso al frente como lo ha
hecho el viceministro de Cultura Fernando Rojas a propósito de la
censura de la película Santa y Andrés. Loable esbirro el Rojas, en vista
de que en los últimos tiempos todos ellos han evitado quedar como
censores y ha sido mucho el embaraje y el disimulo. En cambio, con él la
profesión encuentra su defensa y da la cara. Y lo mismo puede decirse
del director del ICAIC Roberto Smith de Castro —ninguna relación marital
con Fidel o Raúl—, quien ha justificado también la prohibición de esa
película.
No puede decirse lo mismo del presidente del Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano, Iván Giroud, aguantalapata de esa misma censura que
intenta hacerse el bobo.
Entre toda esta canalla, Fernando Rojas es el que más metratranca ha
dedicado a justificar la prohibición. Porque él es un intelectual de la
cabeza cubierta de mierda hasta los pies cubiertos de mierda. Así que
habló de conexión orgánica, que es como hablar de Gramsci en un
organopónico. Aseguró que la cosa no iba porque había que defender a "un
gran pueblo y una gran causa". Y con esto último debió referirse a su
gran causa personal: llegar alguna vez a ser Ministro de Cultura.
Silvio Rodríguez
Guillermo Rodríguez Rivera es un profesor universitario a quien —sin
importar sus creencias religiosas— se le monta de vez en cuando el
espíritu de una pasalista de espera de terminal de ómnibus que lo hace
opinar públicamente acerca de quién merece y quién no merece el Nacional
de Literatura. Con el guille Guillermo está peleando su propio premio,
pero lo que ahora importa es que, viendo que Bob Dylan agarraba el Nobel
de Literatura, el profesor Rodríguez Rivera advirtió que habría que
darle a Silvio el Nacional de Literatura.
A Silvio.
A Rodríguez.
A Domínguez.
Porque Silvio es tremendo poeta. ¿Maleducado? Sí, pero tremendo poeta.
Sería bastante zonzo incluir a Silvio Rodríguez en este listado tan solo
por el hecho de que, a punto de rendirle homenaje al fallecido Fidel
Castro, respondiera a los buenos días de una reportera de la televisión
oficial cubana avisándole que el día no estaba muy bueno que dijéramos.
Pero no faltan motivos para solavayizarlo, porque si en 2015 él deseaba
que el capitalismo no llegara a Cuba (Silvio gandío, lo quieres para ti
solito), en este año pudo reconocer que era culpa de EEUU que el país
estuviera detenido en el tiempo.
"No nos dejaron ser", lamentó.
Silvio es un gran poeta y un feto abortado.
Eusebio Leal
Se puede ser Leal y ser a la vez Spengler, pero no se puede ser buen
historiador y, a la vez, chicharrón de los Castro. Dejemos claribel esto
desde el inicio: Eusebio Leal Spengler es un farsante como historiador y
como intelectual. Este año sus amos le rompieron el tumbao, los
militares le arrebataron sus negocios y, en premio, lo arrastraron hasta
Birán con una cadena nueva. Lo llevaron como despedidor de duelo a la
hacienda familiar, para el entierro de las cenizas de dos hermanos
Castro —ninguna relación con la orquesta de ese nombre—, hermanos menos
realizados que los dos dictadores de la famiglia.
Leal —excelente nombre para perro— recordó a los tales hermanitos:
"Angelita, la mayor de las hembras y la mayor de todos, fue hija fiel y
amorosa de sus padres; Ramón, fue el único llamado a conservarse como el
guardián de la tierra hasta el final de sus días".
Hija fiel y amorosa la una… Guardián de la tierra hasta el fin de sus
días el otro… Qué clase de cronista social se perdió con este
Historiador de la Ciudad…
Pero ahí no quedó la cosa, porque al cronista picúo vino a sumarse el
empresario habaguanex, y Spengler —excelente nombre para rifle— disparó
que allí en Birán "vive el espíritu de la familia y vendrán millones de
personas de todas partes del mundo".
¡Delegaciones norcoreanas de todas partes del mundo, uníos!
En junio de este año, cuando se desveló la tarja que asegura que La
Habana es una de las siete nuevas "ciudades maravilla" del mundo, Leal
Spengler —perro y rifle—soltó esta parrafada sobre la destartalada
capital cubana: "La ciudad está intacta, venida a menos a veces, pero
cuando se rasga el velo de esa aparente decadencia, aparece su esplendor
en cualquier edificio, en cualquier sitio. Lo que hay que tener es ojos
para ver la maravilla y un corazón que nunca desmaye".
O sea, que aquellos habaneros sin techo propio o con techo con amenaza
de derrumbe, lo que tienen no es, según el Historiador de la Ciudad, un
problema de vivienda, sino un problema oftalmológico, porque "lo que hay
que tener es ojos". O un problema cardiológico, por lo del corazón que
no desmaye.
Eusebio Leal Spengler tuvo además la desfachatez de dedicarle ese
homenaje a La Habana al principal responsable de su destrucción, que no
era precisamente la hija fiel y amorosa de sus padres, ni tampoco el
único guardián de la hacienda paterna.
Roberto Robaina
No está aquí ni por excanciller ni por dueño de paladar ni por su
apariencia de salsero, sino por pintor. Pero, bueno, si Silvio es poeta,
que Robertico sea pintor. Y héte aquí que estaba por celebrarse una
exposición de su obra pictórica en la Asamblea Legislativa de Ciudad
México —seguramente por guara vieja de cuando él fungía como canciller—
cuando fue robada al menos una docena de las 45 piezas. Fue un taxista
quien aprovechó que las personas que transportaban esas obras se bajaban
de su taxi para largarse con el botín.
De inmediato se organizó una operación de salvamento, tomaron cartas en
el asunto la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría de la
capital mexicana, y se supo que los cuadros perdidos alcanzaban un valor
de 22.000 dólares, pese a que no habían sido asegurados. Un diputado
mexicano reconoció que lo de mover piezas tan valiosas en un simple taxi
no resultaba la solución más recomendable. Y llegó a trascender que
entre aquellas obras secuestradas había un retrato de Fidel Castro.
Robaina no iba a estar en la inauguración porque no tenía permitido
salir de Cuba. Un taxista había secuestrado las pinturas y el pintor se
encontraba secuestrado en su país, pero eso no era obstáculo para que él
celebrara en un retrato al artífice mayor de su secuestro. Estocolmo
premia a Bob Dylan con el Nobel y a Roberto Robaina con un síndrome.
Todo este caso policial podría haber hecho la suerte de la exhibición y
la gloria del artista, pero concluyó en sainete: al taxista lo que en
verdad le interesaba era robarse el vuelto de la carrera, no aquellos
mamarrachos horrendos que volaron con él en el asiento trasero.
Hay fuentes, sin embargo, que sostienen que no fue el valor de las
pinturas y ni siquiera el monto del vuelto los que causaron la estampida
del taxista, sino el horror de, mientras se bajaban los clientes, tener
que quedarse solito con aquellos adefesios.
Socotroco Castro
Vamos a llamarlo Socotroco. Socotroco Castro, aunque ese no sea su
nombre ni su primer apellido. ¡Cuántas tareas escolares tuvieron que
quedarse sin hacer para obtener un espécimen de su clase!
Socotroco es guardaespaldas de Raúl Castro siendo nieto suyo, y verdad
que hay que ser malaentraña para contratar de guardaespaldas a tu nieto,
para que tu nieto sea el que coja la primera bala que se pierda.
Abuelito criminal y nieto guardaespaldas visitan el Palacio del Elíseo,
en París, y el segundo de ellos se comporta como el chiforrober más
incómodo de toda la mudanza.
Socotroco viola con sus torpezas el protocolo de la ceremonia, que es lo
menos que puede violar un integrante de una familia como esa. Y tiene
que ser el propio presidente de la República Francesa quien le llame la
atención sobre los límites que está sobrepasando.
Mientras tanto, el asesino de su abuelo ni se da por aludido. Queda por
desear que los herederos de ese viejo se muestren siempre tan hábiles
como Socotroco a la hora de encontrar dónde ponerse.
Aliet Pérez Martínez
Aliet Pérez Martínez es lo que se llama un mentalista. Junto al también
tunero Arley Collazo Lago, forma un dúo de telépatas que integra la
compañía "Sueños Mágicos", del Circo Nacional de Cuba.
En agosto, cuando el calor es tanto en Santiago de Cuba que cualquier
cabeza se vacía completamente, Aliet Pérez Martínez se encaramó en una
motocicleta para romper el récord Guinness de conducción a ciegas y
recorrió ocho kilómetros con los ojos vendados.
"Implantar una marca mundial es lo más importante que puede vivir un
artista, un 'mentalista', y hacerlo coincidir con esta efeméride
grandiosa, nos llena de una gran satisfacción", declaró.
La efemérides grandiosa no podía ser otra que el cumpleaños del gran
mentalista conductor a ciegas de todo un pueblo cuyas cenizas reposan en
el cementerio de Santiago.
Randy Alonso
Es uno de los rostros más memorables de la televisión de la Isla y,
cuando se piensa que ha pasado antes por maquillista y ha sido
cuidadosamente iluminado, no puede menos que padecerse el escalofrío del
horror.
Su carrera descansa en la tremenda convicción con que asiente. Ni un
martillo neumático le entra al tema con tanta contundencia como esa
cabecita. El difunto dictador descubrió a Randy en una reunión por allá
por Pinar del Río, hizo que lo soltaran en el cuartón de la televisión,
y tan tremendo dúo de mentalistas formaron él y el viejo líder que este
último no tenía más que tener una ocurrencia para que, adivinándola,
Randy empezara a asentir como esos perritos de juguete que adoran los
taxistas habaneros y que, por extensión, acabaron llamándose Randy.
Que, dicho sea de paso, no es mal nombre para perro.
Corría en las Olimpiadas de Río de Janeiro el atleta cubano Orlando
Ortega, corría por el equipo olímpico español después de haberse fugado
de la Isla, llegó a ganar la plata en 110 metros con vallas y, como no
podía dejar de mover la cabeza, Randy Alonso empezó a moverla de hombro
a hombro.
"Excubano", llamó al campeón Ortega, sin poder contenerse.
Removida de izquierda a derecha a un ritmo verdaderamente frenético,
ritmo nunca antes visto en sus asentidas, la cabeza de Randy se le fue
de rosca y, pasada de izquierda, empezó a darle vuelta. Todo un
espectáculo olímpico el de verle el reverso a la cara de Randy…
"¡Excubano!", chilló y su lengua empezó a salírsele de largo.
"¡Excubano, excubano!", la cabeza no dejaba de darle vueltas y la
lengua se le enredaba en el cuello lo mismo que una horrible bufanda.
"¡Excubano!", gritaba Randy delante del triunfo de Orlando Ortega.
"¡Exorcista, exorcista!", empezó a reclamar el personal alarmado del
estudio.
Así fue cómo, de perrito de almendrón, Randy Alonso pasó a convertirse
en la Niña de El Exorcista.
Abel Prieto
Una vez dejado su cargo por truene fulminante, Roberto Robaina fundó un
paladar y comenzó a pintar sus mamarrachos. Abel Prieto, a diferencia,
da vueltas y más vueltas dentro de la lavadora. Si se pierde de vista es
para regresar ejecutando un grand jeté dentro del ciclo de secado.
Gira para encogerse, él es todo un pitusa Jiquí.
Claro que en el ínterin podría haberse pelado de modo menos ridículo,
pero no: ahí sigue con ese pelado que comparte con el bajista de Los
Tigres del Norte.
Claro que podría haber ensayado mejores chistes, pero ahí sigue con su
repertorio de viejos pujos cheos.
Una y otra vez lo nombran ministro, lo cual es a la vez ventajoso y
desventajoso para la cultura del país.
En qué consiste lo desventajoso, no es necesario explicarlo. En cuanto a
la ventaja, no hay más que calcular cuántos libros suyos nos ahorran las
labores sicariales de su cargo.
Mariela Castro
Mayo, mes de las flores, Paseo del Prado y desfile de Chanel. Mariela
Castro, haciéndose siempre la blandita y la tierna, dice que ahora todo
el mundo quiere ir a La Habana. Ay, qué bonito, ay. Es mayo, son las
flores, es el airecito que sube por Prado y levanta las falditas de Karl
Lagerfeld diseñadas para Chanel. Es esa bobería aparente de Mariela,
hecha de flores, hecha de mayo, hecha de airecito que sube desde el
Malecón. Es que la Isla está ahora cada vez más de moda, es que los
Castro, Mariela con sus dos hijitos bajando por Prado como por una
pasarela, están otra vez en el medio de esa moda y el aire que antes
levantaba barbas levanta ahora los modelitos de Lagerfeld o las sayitas
de quienes acompañan a Mariela, directora del Centro Nacional de
Educación Sexual, en su mariconga, y es mayo, mes de las flores, y lo
que hay insinuado debajo de esas sayitas que el aire alza es obra de la
revolución, es la revolución que significa cambio, es que tú llegues a
ser quien quieras ser, ay es mayo, es el mes de las flores, es Coco
Chanel cosiendo para los jerarcas de la ocupación nazi, es Mariela, tan
suavecita, tan tierna, tan en la bobería que no podría ser mala ni
remotamente, que no podría ser considerada hija y sobrina de dictador,
aprovechada ella, corruptilla. Ay, qué bonito, ay, tú.
Círculo Infantil "Huerfanitos de Fidel"
Sin traje ni guayabera, los hijos del occiso andaban en el séquito
fúnebre en ropa de andar por la casa. Con un puróvito, si al fin y al
cabo al viejo se lo pasaba en mono deportivo.
Dalia Soto del Valle, "fiel y querida compañera suya" como la calificara
Nicolás Maduro, le daba al chicle en la costura: tensión dinámica para
tiburonas. O era tal vez que la plancha dental se le escapaba detrás de
su amorcito y ella tenía que besuquearla constantemente para conservarla
suya.
Floja plancha dental o riquísimo chicle, pero ni una lágrima. Ni una
lágrima por todos los culeros desechables que se quedaron por usar.
¡Qué lloren los débiles! Elián, niño, a llorar. Eliancito la emprendió
con las conjugaciones verbales. Que no hay que hablar de Fidel en
pasado, dijo, sino siempre en futuro. Silvio Rodríguez para Premio
Nacional de Literatura, y Elián González para académico de la Lengua.
Alicia Alonso, mentalista con el récord Guinness de coreografiar a
ciegas, se sobrepuso al dolor para zumbarle al público una gala
homenaje. Alicia tiene en su celular una aplicación muy útil, tipo
Pokémon GO, que le avisa de la presencia de La Muerte en cada habitación
o espacio en el que ella entra.
Más chicharronería tutú: Carlos Acosta, a quien Alicia consiguió echarle
abajo la presentación de un libro donde él la tachaba de racista,
arremetió también con gala por el difunto, e incluyó en el programa una
pieza "que aborda la perdurabilidad de la vida más allá de la muerte".
Miguel Iglesias, director de Danza Contempóranea de Cuba, giraba por
Alemania con su compañía y comparó al difunto con Cristo y Carlomagno.
Le dedicó funciones, amenazó a su público: "Danza Contemporánea de Cuba
baila hoy en Alemania, en sus teatros, pero con nosotros baila Fidel,
baila Cuba, bailan sus ideas".
Buena Fe, dúo musical de brigadistas de acción rápida, se subió al carro
de Nicolás Maduro para llorarlo con su música. "Soy fidelista y no tengo
miedo a decirlo", prorrumpió uno de ellos. Premio Nacional de Literatura
para Silvio Rodríguez y Premio UNEAC de Poesía para los Buena Fe.
Amaury Pérez Vidal le escribió al finadito un soneto ripioso. Premio
Nacional de Literatura para Silvio Rodríguez, Premio UNEAC de Poesía
para Buena Fe, y Premio David de Poesía para Amaury, so poeta.
Lloró Orestes Kindelán, pelotero, hablando de unos jonrones simbólicos.
Omara Portuondo, que es apolítica cuando le suspenden un concierto en
Taiwán pero no a la hora de firmar por el fusilamiento de tres jóvenes,
suspiró por no haberle podido cantar nunca en persona el bolero moringa
intitulado "Cómo yo te quiero".
"¿Dónde están los verdaderos huérfanos de Fidel?", preguntó en uno de
sus escritos el esbirro tronado por Abel Prieto y devenido en bloguero
Iroel Sánchez.
Para que desde Miami le contestara Edmundo García: "Yo quiero a Fidel
como a un padre".
Daniel Chavarría, uruguayo nacionalizado cubano y dizque escritor: "Yo
voy a solicitar en estos días a la UNEAC, mi organización profesional,
proponer a la UNESCO designarlo Patrimonio de la Humanidad".
Y el presidente de la organización encargada de tramitar tal campaña
ante la UNESCO, el compañero Miguel Barnet, habló de Fidel Castro como
si fuera un bumerang: "el Comandante en Jefe era un hombre que iba al
futuro y regresaba para contárselo a los demás".
"Hum, este chicle está cogiendo un sabor muy extraño", se dijo Dalia
Soto del Valle. "¿Pero dónde voy a botarlo ahora?"
Fidel Castro
Depositadas sus cenizas en el buzón de los Picapiedra, en el cementerio
Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, 2016 es el último año en que este
sujeto entra en un listado como este. ¡Solavaya!
Raúl Castro
¡Solavaya Solaváyavich!
Y se fue el año, gente.
Source: Solavayas del año | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1482536103_27653.html
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