Fábula breve del socialismo en Cuba
Tiene algo de dinero, una casa, un auto, una mujer bonita y todo eso lo
ha logrado con lo que le envía su familia en Miami
Martes, diciembre 27, 2016 | Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba.- Ha ido dos veces a Moscú, de vacaciones con su esposa,
y ahora planea comprar una visa para México porque ya Varadero o Cayo
Santa María no le parecen de su nivel. Aunque no es millonario se
percibe y se proyecta como tal y sueña con las playas de Cancún para
codearse con gente exitosa como él.
Tiene algo de capital, una casa, un auto, una mujer bonita y todo eso lo
ha logrado con el dinero que le envía su familia desde Miami. Allá todos
trabajan como animales y, en las vacaciones, a duras penas logran
visitar Cuba porque ni el salario ni el tiempo les alcanzan para pasear
por Moscú, ni siquiera para bañarse en las peores playas de la Florida.
Los de Miami viven de cuidar ancianos y de revender autos de segunda
mano; el "nuevo rico" de Cuba se divierte apostando, en peleas de perros
y juegos de azar, ese poco dinero que le envían por la Western Union,
que además le es suficiente para traficar con algunas cosas en el
mercado negro, lo que le ha permitido incrementar considerablemente las
ganancias.
Dice, jamás en broma, que "el socialismo le enseñó a conformarse con muy
poco y que por eso no se quiere ir de Cuba". Sabe que atesorar unos
pocos miles de dólares en una isla tan pobre lo convierte en un
"magnate" y que manejar un auto Lada, Moskovich o Polski de la era
soviética o cargar en el maletero las compras que hace en el mercado de
3ra. y 70, de Miramar, lo hacen ver como un tipo "fuera de serie" en
medio de ese otro barrio de Luyanó donde tiene su casa y donde la
mayoría de las familias sobrevive con apenas 20 dólares al mes.
Su filosofía de vida es simple y consiste en sacar provecho de los ríos
revueltos que constituyen las crisis perpetuas de las economías
socialistas, eso lo convierte en ese prototipo de "chico listo" que no
necesita ser culto ni estudiar en la universidad para comprender bien el
contexto donde habita, donde se adapta de maravillas y donde busca
asegurar que las condiciones políticas y económicas siempre sean
propicias para él, es decir, un verdadero caos, un manantial de sinsentidos.
Sin embargo, no hay que sentir demasiado pesar por esa otra pobre gente
de Miami que lo ayuda a sostenerse. Lo saben todo sobre el destino de
sus "sangreadas" remesas y, porque algún día piensan regresar
definitivamente, aprueban con aplausos esa imagen retorcida de sociedad
socialista donde el éxito individual se mide en comparación con las
tragedias y carencias que padecen las personas que nos rodean en ese
micromundo del barrio.
Existe un sentido conformista "a la cubana" que alimenta el inmovilismo
social y sirve de soporte ideológico a una buena parte de los males que
nos afectan como nación.
Debiera ser causa de alarma esa cantidad de cubanos que hoy salen de la
isla no con la idea de escapar de una sociedad restrictiva, que en
principio algunos usan como pretexto aprovechando la bondad de la ley de
ajuste cubano, sino con el sueño de hacer algo de dinero y regresar para
perpetuar esa realidad económica y política en crisis que, lejos de ser
un obstáculo, les permitirá desmarcarse del ciudadano común, a la vez
que vivir de las mezquinas ventajas que le reporta aparentar que todo
marcha bien dentro de Cuba.
Source: Fábula breve del socialismo en Cuba | Cubanet -
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