Ella preferiría estar en Babia
Fue el grito lo que la puso más nerviosa. "Es un grosero. Y debe ser
jefe de algo…, tiene carro y chofer"
viernes, agosto 28, 2015 | Jorge Ángel Pérez
LA HABANA, Cuba.- "¡Vieja, estás en Babia…!". Así chilló el hombre,
sentado en el asiento delantero de la derecha, a la anciana que caminaba
entretenida por el centro de la calle. El chofer consiguió esquivarla,
aceleró, dobló a la izquierda en la primera esquina. La mujer, asustada,
se sentó en el parterre y lloró, lloró muchísimo. Entonces me acerqué
para ofrecerle auxilio. Quise saber si se sentía bien, si vivía cerca,
si quería que la ayudara a llegar hasta su casa. Entre sollozos dijo que
la dejara sentada por un rato, hasta que se le pasara el susto. También
me contó que no había tenido un buen día y que por eso caminaba
entretenida, fue por eso que no sintió el auto cuando se le venía encima
ni escuchó el claxon, pero lo que más la fastidió fue el grito de aquel
hombre. Fue el grito lo que la puso más nerviosa. "Es un grosero. Y debe
ser jefe de algo…, tiene carro y chofer". Entonces me miró a los ojos y
con muchísima tristeza me dijo que lo peor era que ella no estaba en
Babia, estaba bajo el sol de La Habana.
Porque no paraba de hablar entre sollozos, me enteré que estuvo
trabajando cuarenta y siete años como maestra, que le habían
diagnosticado hacía cinco años una cardiopatía isquémica que se le vino
a juntar con el hipotiroidismo y la diabetes, que se inyectaba insulina
y tomaba enalapril, nitrosurbide…, que la levotirocina no había llegado
a la farmacia ni tampoco la aspirina de cinco miligramos. Llevaba una
semana yendo cada mañana a la bodega pero la leche de dieta brillaba por
su ausencia, y también el pollo. "No sé que voy a cocinar hoy". Su
marido tuvo un accidente y perdió una pierna, murió unos meses después.
El la llamaba Houdini cuando la veía frente al fogón. "Pero ya se me
acabó la magia". No podía hacer mucho con los doscientos pesos que le
quedaban después de pagar el refrigerador. "Ocho dólares mijito. ¿Qué
puedo hacer con eso?". Volvió a llorar. Por mucho que intenté, no
conseguí consuelo. Y era lógico, qué se le puede decir a una mujer de
esa edad llena de angustias. Cómo consolar a una anciana que pasó gran
parte de su vida delante de un pizarrón y ahora vive con doscientos
pesos al mes…, ocho dólares. "Mi marido quiso cambiar el refrigerador.
De ser por mí…". Dijo que a veces compraba un litro de aceite que
repartía en pomitos que antes tuvieron novatropín y escondía el otro
"pa' porsia". "Tengo una vecina que está peor que yo y me pide de vez en
cuando. Esa es la magia que consigo ahora; esconder lo poquito que
tengo". Luego se paró, con mi ayuda, y aceptó que la acompañara hasta su
casa, que estaba a solo dos cuadras. Me invitó a pasar y me ofreció un
café. "Yo nunca tomo, lo guardo por si viene alguien, pero nadie
viene…". Descubrió, cuando volvía con la taza de café, que yo miraba la
foto de un hombre cuarentón con un fusil colgando de su hombro. "Ese es
Roberto, mi marido, cuando estuvo en Angola, allí le dieron el carné del
Partido, yo también lo tuve pero lo devolví hace unos años, después que
murió Roberto". Me pareció que usaba el "devolví" para hacer notar que
nunca fue suyo, como sí lo era la foto de su marido en Angola y la otra,
la de la boda, la que también exhibía colgada de la pared.
Devolví la taza y le planté un beso en la arrugada mejilla. Me dio
gracia su sobresalto, finalmente se río, diciendo que aquel imbécil, el
calificativo es suyo, le gritó que estaba en Babia sin saber de dónde
salía la frase. "El parece que es jefe de algo, pero yo fui maestra
durante cuarenta y siete años, y sé muy bien que en Babia vacacionaban
los reyes de León, y allí, mijito, de nada se enteraban". "Ojalá yo
estuviera en Babia. Entonces sí tendría algo para cocinar". Luego me
pidió que volviera, y lo voy a hacer, porque esto no es una piececilla
de ficción, ocurrió tal y como lo cuento.
Source: Ella preferiría estar en Babia | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/ella-preferiria-estar-en-babia/
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