La mala hora
julio 29, 2015 3:21 am
Cuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) En la mañana del diecisiete
de diciembre pasado, festejé sinceramente la sorprendente noticia.
Maravillado por la novedad, sentí que terminaba una larga era de
discordias para dar paso una novísima, donde todo sería posible. Hace
unos días, al escuchar las palabras del canciller Rodríguez Parrilla en
la rueda de prensa en Washington, reiterando que "en Cuba los cambios
políticos se hicieron en 1959", descubrí mi equivocación al festejar.
Debo constatar, con profunda tristeza, que ninguna de mis expectativas
se ha cumplido.
Decía yo entonces:
"Un viejo poeta, a quien nadie hace caso, aunque unos pocos lo lean,
piensa que la decisión tomada por ambos presidentes ha sido tan audaz
como sensata y que este 2015 abre para Cuba la lezamiana Era de la
Infinita Posibilidad, donde nada será fácil, pero todo será posible.
Como expresión de nuestros mejores deseos, le recordaré al Tío Obama las
palabras de un funcionario norteamericano, Sereno E.Payne:
Hagamos que Cuba prospere en estrechas relaciones comerciales con los
Estados Unidos. Llevemos allí el capital norteamericano, que desarrolle
la Isla y proporcione trabajo a sus habitantes. Multipliquemos la
capacidad adquisitiva del pueblo, como la hemos multiplicado en los
Estados Unidos…para que el pueblo quiera más, compre más y esté
dispuesto a pagar precios más altos, porque gane salarios más
elevados…En ese proyecto hay millones para los agricultores e
industriales de los Estados Unidos."
Si bien la Cuba de hoy no es aquella del siglo XIX, como programa
mínimo, no está nada mal. Esa recomendación mantiene plena vigencia.
Los opositores clásicos, quienes solo imaginaban la reanudación de
relaciones como una reconstrucción, después de un desplome del régimen,
han sido defraudados totalmente.
En realidad, hace muchos años que los Estados Unidos habían desechado
ese curso de acción.
Recordemos que en agosto de 2007, cuando el Iluminado parecía más muerto
que vivo, el Versailles deliró, pero la aparentemente durísima
administración republicana del presidente Bush demostró que no contaba
con planes de contingencia para el caso. La política de hostilidad
seguía aplicándose por inercia.
La nueva Ley para la Inversión Extranjera, que revierte la tradicional y
fracasada economía totalitaria del Estado, ha sido el señuelo suficiente
para atraer al capital y lanzar a Obama a suprimir la exigencia de
reformas políticas, que ciertamente tampoco se le han reclamado a China
ni a Vietnam.
Está por ver si la confirmada soberanía de la familia Castro será capaz
de satisfacer la generalizada expectativa popular de que ahora, que ya
no seremos más enemigos, va a terminar la miseria crónica que nos abruma.
Francamente, mucho me temo que en cuanto a eso, tampoco tendremos
cambios que celebrar.
El régimen buscará un cliché que sustituya al de "mercenarios del
imperialismo", sin dejar por eso de reprimirlos a como dé lugar.
En la renacida embajada, los cambios visibles son muy pocos. Ahora, se
puede transitar libremente por ambas aceras y no es necesario entregar
previamente el documento de identidad. Los parapoliciales cubanos que
permanecen en las garitas, han suavizado considerablemente su trato; en
compensación, los también cubanos empleados del Cuerpo de Seguridad de
la Embajada, antes siempre cordiales, ahora los noté más secos, incluso
una mujer uniformada mandó a callar al grupo de usuarios de la sala de
Internet que esperábamos para entrar. Obviamente, ya saben que no somos
convidados de su patrón.
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com
Source: La mala hora | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/la-mala-hora/
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