No es el embargo
JOSÉ AZEL
In Memoriam Joachim de Posada
El uso de sanciones económicas como herramienta de política exterior no
es nuevo. En 431 AC Pericles expulsó del mercado y puertos atenienses a
los megarianos ayudando a incitar las guerras del Peloponeso. Hoy, las
sanciones económicas están en el centro de las negociaciones con Irán y
Cuba. Además, muchos malinterpretan su utilización e impacto tanto en
las naciones que sancionan como en las sancionadas. Veamos el caso de Cuba.
Las sanciones económicas de EEUU contra Cuba fueron promulgadas por
primera vez en 1961 cuando el Presidente John F. Kennedy aprobó una
orden ejecutiva en respuesta a la expropiación sin compensación de
propiedades americanas por el gobierno cubano. Casi seis décadas
después, el asunto sigue pendiente y ese tópico domina la retórica
alrededor de las relaciones EEUU-Cuba. El gobierno cubano y sus
simpatizantes utilizan la falacia del término "bloqueo" para atribuir
determinada perversión a esa política y culparla por los fracasos
económicos del régimen.
Otros arguyen, válidamente, que el embargo ha fracasado en cambiar el
rumbo o la naturaleza del gobierno cubano. Cierto, pero también es
necesario señalar que la alternativa política de vínculos con ese
gobierno cubano, seguida por la comunidad internacional, también ha
fallado en cambiar la naturaleza de ese régimen.
Actualmente más de 190 naciones se involucran económica y políticamente
con Cuba mientras Estados Unidos permanece solitario manteniendo
sanciones económicas. Si el embargo se considera un fracaso cambiando la
naturaleza del gobierno cubano, hay 190 casos de fracaso de la
alternativa política de compromiso. Por preponderancia de la evidencia
(190 a 1) está claro que los vínculos con el régimen también ha
resultado un lúgubre fracaso.
En 1961 el Presidente Kennedy envió un razonable mensaje a la comunidad
internacional: los gobiernos que decidieran expropiar propiedades de
ciudadanos estadounidenses deberían compensarlos. Los que decidieran
simplemente robar propiedades norteamericanas deberían esperar
represalias del gobierno de EEUU. Ese mensaje mantiene validez hoy como
expresión del deber de un gobierno de proteger los derechos de propiedad
de sus ciudadanos en países donde el Estado de Derecho no predomina.
Siguiendo el consejo del propagandista nazi Joseph Goebbels, de que "si
dices una mentira suficientemente grande y te mantienes repitiéndola, el
pueblo finalmente llegará a creerla", el régimen cubano ha promovido
incesantemente la falacia de que el embargo de EEUU es responsable del
pésimo estado de la economía cubana. Pero no es el embargo el que ha
pauperizado al pueblo cubano. El colapso de la economía cubana puede
rastrearse claramente hasta su economía colectivista y la abolición de
los derechos de propiedad. Ese experimento colectivista resultó en una
injusta sociedad económicamente quebrada, caracterizada por un enorme
sistema represivo y un gobierno con ilimitado poder sobre sus ciudadanos.
¿Qué tiene que ver el embargo con que el gobierno cubano permita
libertades económicas y políticas en Cuba? Permitir libertades
económicas y políticas en Cuba es potestad absoluta del gobierno cubano.
De ninguna manera lo impide la política de EEUU. Las pésimas condiciones
sociopolíticas y económicas cubanas son resultado directo de las
fracasadas políticas del gobierno cubano, no de supuestas políticas
fallidas del gobierno de EEUU.
Ningún esfuerzo diplomático que busca concesiones de un oponente puede
triunfar si una de las partes decide entregar incondicionalmente todas
sus fichas de negociación, como está haciendo la administración del
Presidente Obama. El abandono de las posiciones negociadoras propias no
es base lógica para un compromiso constructivo. Insistir en concesiones
legítimas, como el respeto a los derechos humanos, no es una debilidad
moral o práctica.
El buque insignia de la política EEUU-Cuba debería ser el honorable
esfuerzo –por baldío que resulte– de promover libertades civiles y
derechos políticos en Cuba. Que no podamos influir efectivamente en ese
proceso no significa que debamos abandonar unilateralmente posiciones
concebidas para inducir conductas democráticas. El compromiso
diplomático con adversarios raramente triunfa apelando únicamente a
principios más elevados de ese adversario.
En negociaciones, cuando una concesión incondicional se recibe, el
receptor la toma y avanza a la siguiente demanda. Eso es precisamente lo
que ha hecho el gobierno de Castro, y la administración Obama parece
acatar. EEUU se sienta ahora con las manos vacías en la mesa de
negociaciones, y seguramente también se levantará con las manos vacías.
Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y
Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, y autor del libro Mañana
in Cuba.
jazel@miami.edu
Source: No es el embargo | El Nuevo Herald El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article25522573.html
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