2 de febrero de 2015

Fuerza o debilidad?

¿Fuerza o debilidad?
IVÁN GARCÍA | La Habana | 2 Feb 2015 - 8:18 am.

La selección nacional se camufla con el uniforme de Pinar del Río para
asistir a la próxima Serie del Caribe. Un análisis.

Para tramposo busquen a Fidel Castro. Aquella anécdota de cuando el
barbudo guerrillero engañó al periodista de The New York Times Herbert
Matthews, haciéndole creer que su famélica tropa era de cientos de
hombres, mostrándoles una y otra vez a los mismo soldados en repetitivas
rondas, es una foto fija de su perfil de pícaro.

A veces sus chascarrillos eran vulgares bufonadas. Una noche, en el
viejo estadio del Cerro, en un partido amistoso entre peloteros
veteranos de Cuba y Venezuela, donde el difunto Hugo Chávez se encaramó
en el box para lanzar, Castro disfrazó a sus estrellas del béisbol con
barbas y cursis barrigonas de attrezzo.

Se cuenta que en las partidas de ajedrez con el argentino Ernesto
Guevara, cuando estuvieron detenidos por la policía mexicana en 1956
durante los preparativos de la expedición guerrillera, solía cambiar de
manera disimulada la posición de las piezas en el tablero para obtener
ventajas.

Esa manía de ganar a cualquier costo, acopló a la perfección con el
diseño ideológico de las extintas naciones comunistas de Europa del
Este, nuestras "aliadas" hasta 1989.

Ya se sabe que la URSS y comparsa tenían como vitrina las citas
olímpicas y mundiales para demostrar la supuesta superioridad del
sistema marxista sobre el capitalismo moderno.

Fidel Castro ha pasado de protagonista principal a actor de reparto en
la vida nacional, pero las instituciones del Estado siguen practicando
las fullerías del Comandante. En la pelota nacional, ésa es la
mentalidad que prevalece.

Después que en 1961 Castro abolió por decreto el deporte profesional, la
narrativa deportiva oficial intentó borrar de la memoria colectiva el
glorioso pasado beisbolero.

Ninguna crónica periodística nos contaba sobre aquellas estrellas de
antaño. Desconocíamos que un tal Atanasio Perez hacía historia con la
maquinaria roja de Cincinnatti y que el formidable Camilo Pascual, o
Luis Tiant, lanzaban sólidos partidos en sus respectivas novenas.

Crecimos, porque así lo quiso la historiografía estatal, convencidos de
que Omar Linares era el mejor pelotero del mundo y Germán "El Mago" Mesa
superior a Ozzie Smith.

Aquella pelota era agua pasada. La Serie del Caribe, como la OEA,
símbolo del decadente capitalismo. Pero ahora los acontecimientos se
precipitan. Y tras una monumental pirueta ideológica, los gringos son
nuestros compañeros del norte. O casi.

En el béisbol, pasa lo mismo. De prohibir la pelota profesional, a
querer negociar con los magnates de la MLB para que los peloteros
cubanos puedan insertarse en la Gran Carpa sin tener que saltar la cerca.

Claro, siempre con la cuchilla fiscal bien afilada y una dependencia
jurídica del Estado controlando el negocio. Ahora a los cintillos de la
prensa nacional vuelven las Series del Caribe.

El equipo nacional de Pinar del Río

En el aire de la República se respira una sensación de venganza. El
fracaso de los Azucareros de Villa Clara el año pasado fue el pretexto
perfecto para que la Federación Cubana de Béisbol armara una novena a
prueba de bombas.

La meta es ganar. Cualquier otro resultado sería una derrota. En pos del
triunfo aterrizará en San Juan un equipo nacional camuflado con el
uniforme verde de los Vegueros de Pinar del Río.

Para no repetir el naufragio de Isla Margarita, se reforzó a los
campeones de vueltabajo con 18 peloteros integrantes del último equipo
Cuba. Más que una muestra de poderío, es un síntoma de debilidad.

Este desmesurado triunfalismo tiene partidarios y detractores. Es
evidente que ningún club o nación va a un torneo a perder. Pero se debe
evaluar el panorama.

Intentando disimular su estado con triunfos sonados, la pelota local no
va a salir de su crisis. Los medios en vez de ayudar a informar,
desinforman. Se nos cuenta que el reglamento de la Serie del Caribe
permite reforzar hasta con 28 jugadores, todo el equipo. La única
premisa es que el pelotero haya tomado parte en la liga local.

No es verdad. Los equipos de las ligas de invierno del Caribe, más que
reforzarse, se debilitan. Sucede que al término de sus torneos, los
peloteros de caché prefieren enrolarse en los campamentos de primavera
de la MLB.

Hace varios años, después del dream team que armara Puerto Rico en 2004,
lo que debiera ser la Serie Mundial del Caribe vive horas bajas. Solo
cuando México y Venezuela fueron sedes del evento, no fue un fracaso de
taquillas.

Las grandes estrellas latinas de la MLB no toman parte, pues ni siquiera
participan en las ligas invernales. Sí asisten jugadores de calibre,
pero la Serie del Caribe no la tienen entre sus prioridades.
Precisamente, una de las estrategias de los organizadores fue insertar a
Cuba buscando elevar el interés mediático del evento.

Por ese complejo de superioridad y tendencia a ganar a cualquier costo
—una de las tantas lecciones dañinas de Fidel Castro—, se llega al
delirio de conformar un equipo donde es probable que ningún campeón de
Pinar del Rio integre la alineación regular.

Es una apuesta mediocre. En Cuba se juega una pelota donde sus actores
ganan algo más de 40 dólares mensuales. El único incentivo es integrar
la selección nacional o representar a su provincia en torneos
internacionales.

En la Isla, la filosofía es que cada equipo esté integrado por peloteros
de la provincia. Y que el "dueño del club" sea el Partido Comunista
provincial, donde se conforman las novenas.

Querer compararse con otras ligas suena a disparate. En la próxima Serie
del Caribe, el equipo nacional disfrazado de Pinar del Río es favorito.

Recurrir a esa estrategia no es una trampa, pero crea falsas
expectativas entre la afición. Antes que arranque el torneo, ya Cuba perdió.

Source: ¿Fuerza o debilidad? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/deportes/1422802918_12645.html

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