27 de noviembre de 2014

Fue un fracaso el viaje de García-Margallo?

¿Fue un fracaso el viaje de García-Margallo?
La reunión con Raúl Castro no figuraba en la agenda de la visita ni
había sido confirmada, pero se contaba con ella
Alejandro Armengol, Miami | 26/11/2014 4:45 pm

El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, abandonó
el martes Cuba sin ser recibido por Raúl Castro. El hecho ha marcado la
visita, acaparado titulares en la prensa española y es ya la referencia
obligatoria para analizar el viaje. Sin embargo, una reducción en blanco
y negro siempre deja fuera demasiados puntos, y en especial en el caso
cubano, donde los que gobiernan la Isla siempre son partidarios de ese
enfoque. Para decirlo rápido: una vez más el régimen mostró su
intransigencia o "sensibilidad extrema", al dejar patente que no le
gustan los consejos y las críticas desde fuera —las de dentro, ya desde
hace décadas se resolvió la forma de silenciarlas—, pero también una vez
más se le hizo saber a la Plaza de la Revolución que la posible
respuesta para mejorar la situación de deterioro económico social
perenne no radica en el enquistamiento sino en la transición, y que no
hay a la vista otra Venezuela u otro Hugo Chávez salvador. Así que si
resulta poco promisorio el futuro junto a Nicolás Maduro, hay que buscar
el cambio verdadero, o al menos ciertos cambios.
La reunión con Castro no figuraba en la agenda de la visita ni había
sido confirmada, pero se contaba con ella, a partir del hecho de que el
gobernante cubano ha venido recibiendo a otros ministros que han viajado
recientemente a la Isla. Así que algo ocurrió para que de forma no
oficial, pero oficiosa, el gobernante cubano manifestara un alejamiento
que no ex más que una expresión de disgusto.
De acuerdo a la prensa española, el motivo para el desplante estaría en
una conferencia sobre la Transición española, pronunciada el día
anterior por el ministro. Es curioso que en este enfoque coincidan tanto
El País como ABC, que precisamente reflejan en sus páginas las
opiniones, actitudes y trayectorias de los dos principales partidos
españoles, en una muestra de unidad de análisis que trasciende el punto
de vista partidista.
Motivos hay de sobra para argumentar que el tema de la Transición
española sea particularmente espinoso para el régimen cubano, desde los
vínculos históricos entre Cuba y España hasta las posibles comparaciones
entre Franco y Fidel Castro. Meses atrás, un grupo de opositores y
activistas cubanos viajó a Madrid para participar en un seminario sobre
el tema. A ello se une lo que podía considerarse casi una tradición
española de "aconsejar, recomendar, tratar de influir" en los
gobernantes cubanos sobre las medidas necesarias para "arreglar" el
entuerto económico, social y político en que se mantiene estancada la Isla.
Por años también —mejor sería hablar de décadas— estos esfuerzos
españoles han conducido no solo al fracaso, sino que han sido vistos con
temor, desconfianza y recelo. Más de un funcionario cubano ha visto
opacado o seriamente afectado su futuro, dentro de la cúpula gobernante,
por al menos la sospecha de buscar una demasiada cercanía con homólogos
españoles.
Así que si hoy se habla del "desplante de Raúl" es posible que mañana se
comente o especule sobre el encuentro con Díaz-Canel.
Sin embargo, la importancia de la visita de García-Margallo hay que
buscarla más allá del recibimiento frustrado o el encuentro provechoso,
y radica en el hecho de que, de forma clara e incluso en parte publicado
por la prensa, quedó claro en estos dos días que si el gobierno cubano
quiere incrementar sus relaciones económicas y políticas con Europa, y
en especial con España, tiene que ofrecer algo a cambio. Por supuesto
que ese algo puede en muchas ocasiones estar alejado de los objetivos de
los exiliados cubanos —ese es otro problema—, pero nunca será pura
complacencia lo que brinde Europa.
Este hecho, que constituye la esencia puesta de manifiesto en el viaje
de García-Margallo, estuvo presente desde el desayuno inicial en Cuba
con los empresarios españoles.
En ese encuentro a puerta cerrada, que el responsable de la diplomacia
española mantuvo con los empresarios, éstos le trasladaron sus
preocupaciones e inquietudes sobre el desarrollo de su actividad
empresarial, entre las que destacaron la necesidad de la unificación
monetaria y de apoyar la incipiente iniciativa privada en Cuba. Quedó
claro también en la reunión —según lo trascendido en la prensa— que los
empresarios españoles consideraban que en la Zona Especial de Desarrollo
del Mariel (ZEDM) todavía quedaba mucho por hacer, ya que aún no estaban
construidas las naves suficientes, así como la infraestructura
necesaria, para que las empresas interesadas se pudieran instalar.
Sin duda que el canciller español salió de este encuentro con una serie
de criterios, que debe haber trasladado a las autoridades cubanas, sobre
"lo que está faltando para que más empresas nos entusiasmemos con el
tema de Mariel", según palabras de Xulio Fontecha, presidente de la
Asociación de Empresarios Españoles en Cuba. Y también debe estar claro,
para los cubanos, que de momento no hay que contar mucho con los
españoles para las anheladas inversiones. Así que aquí tenemos el
embrión de que, a su vez, Raúl Castro no se mostrara muy "entusiasmado"
para reunirse con García-Margallo.
Hay otro posible motivo, que puede haber influido en la decisión de Raúl
de mantenerse al margen, y tiene que ver con las especulaciones sobre si
el representante de Exteriores llevaba un "mensaje" de Obama al
gobernante cubano. Aunque a través de los años no han faltado
intermediarios en la búsqueda de un diálogo entre Washington y La
Habana, y aunque ambas partes se han servido de ellos con mayor o menor
utilidad, desde la llegada a la presidencia, Raúl Castro viene afirmando
que solo admite el intercambio directo. Al no haber recibido a
García-Margallo, corta en buena medida cualquier especulación al respecto.
En este sentido se sitúan toda una serie de eventos internacionales, en
los que Madrid tiene un gran interés: la próxima Cumbre Iberoamericana
de Veracruz (México) que se celebrará en diciembre y que para el
Gobierno de España un "acontecimiento clave" en el proceso para refundar
estos foros; la negociación en marcha para alcanzar un acuerdo de
cooperación entre la Unión Europea y Cuba; la conferencia entre el
bloque comunitario y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (Celac) que se celebrará en 2015; el papel de España como
miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU durante el
bienio 2015-2016.
Por lo tanto, lo que Raúl hizo al no recibir a García-Margallo fue
restarle importancia no solo a la visita, sino también a España.
Importancia política, no económica, ya que según cifras oficiales,
España es el tercer socio comercial de Cuba con un intercambio comercial
de $1.397 millones de dólares en el 2013, pero muy lejos de Venezuela,
que ocupa el primer lugar con $7.000 millones. Pero con una población de
españoles en aumento, con la llamada "ley de nietos", el gobierno cubano
está interesado en no brindar una imagen en que la antigua metrópolis se
considere un factor decisivo en el futuro de la Isla. Pero en
particular, es una muestra de rechazo al posible papel mediador de
Madrid en el largo diferendo entre Washington y La Habana.
Con estas cartas sobre la mesa, es lógico que el canciller español
reafirmara públicamente lo que le planteó a las autoridades cubanas, en
un encuentro con la prensa, sin posibilidad de preguntas, antes de su
partida.
García-Margallo no dijo nada que no se conociera en esta presentación,
desde abogar por mayores reformas hasta el permitir la salida de los 12
opositores excarcelados con licencia extrapenal, así como el regreso a
la Isla de algunos disidentes que salieron de las cárceles cubanas para
ir a España en virtud del acuerdo alcanzado en 2010 con la Iglesia
Católica. Por supuesto que las palabras del canciller serán comentadas
hasta el cansancio en el exilio, pero en realidad buscan más una
compensación ante el desplante de Raúl y nunca constituyeron el objetivo
fundamental de su visita.
Más que lección aprendida, debe hablarse de lección repetida: tratar con
el gobierno cubano nunca es fácil, salvo cuando los intereses
ideológicos y políticos (Venezuela), estratégicos (Rusia) y comerciales
(China) determinan la agenda. En el caso español, en que economía,
historia y política se mezclan, unen y divergen, resulta especialmente
complejo, y García-Margallo acaba de comprobarlo.

Source: ¿Fue un fracaso el viaje de García-Margallo? - Artículos -
Opinión - Cuba Encuentro -
<http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/fue-un-fracaso-el-viaje-de-garcia-margallo-321029>

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