2 de mayo de 2014

Bochorno en La Habana

Bochorno en La Habana
Joan Antoni Guerrero Vall
mayo 01, 2014

Miércoles fue un día especialmente bochornoso en La Habana. Las
temperaturas en Miami marcaban 30 grados Celcius, en Barcelona, en el
mismo momento, teníamos 17, mientras que en la capital cubana, indicaba
en paralelo 33 asfixiantes grados. Pensé que debían estar convirtiendo
ese día en una jornada especialmente dura para los cubanos en la Isla.
También lo debió ser para el director general para las Américas del
Servicio de Acción Exterior (SAE) de la Unión Europea (UE), Christian
Leffler, a juzgar por las fotos que circularon en los medios en las que
se le veía descendiendo de un coche oficial en La Habana encajado en su
impecable traje y bañado por un sol de justicia, ese indio que a los
europeos enciende en un santiamén dejándolos adormilados por unos días,
hasta que logran ubicarse en tiempo y espacio, una vez se asimila el
calor, la humedad y la peste que desprenden las calles más populosas de
La Habana, principalmente por el humo de esos simpáticos carros
-curisosos de ver, aunque contaminantes y peligrosos para la salud de la
gente-, que conducen los locales.

En ese ambiente meteorológicamente agobiante transcurrió el inicio de
las conversaciones, donde se abordaron algunos aspectos técnicos, es
decir, la "hoja de ruta", como dijo luego el MINREX en su comunicado
oficial, para avanzar hacia un nuevo acuerdo político y económico entre
ambas partes, focalizándose de momento, según dijo luego Leffler, en los
puntos en los que tanto la UE como el gobierno cubano están de acuerdo.
Y por supuesto que entre estos puntos no hubo espacio para el debate de
los derechos humanos. Y mucho menos era pertinente hacerlo en casa del
verdugo y bajo 33 grados de temperatura. En estas primeras sesiones era
fundamental abordar aspectos logísticos, como por ejemplo cuándo y dónde
sería la próxima reunión, o bien qué cantidad de canapés harían falta
para el transcurso del diálogo. En realidad, y aunque no se haya
explicitado por parte del señor Leffler, La Habana no tiene ningún
interés en abrir ese debate sobre derechos humanos porque las
autoridades cubanas no consideran que su sistema político y social
vulnere derechos fundamentales.

En todo caso, habría que empezar a pedir unos mínimos retos en cuanto a
derechos humanos en este proceso que ha iniciado la UE. Europa no puede
salir de este proceso sin haber conseguido unos "mínimos", con los que
se podría considerar que la negociación habría sido un éxito. La hoja de
ruta de la que se habla debería enfocarse en planificar las acciones
concretas y específicas que nos permitieran dejar de hablar de derechos
humanos en general. ¿Qué tal si en lugar de "gobernanza", las partes
hablaran del camino hacia una apertura política que elminiara el sistema
de partido único y abriera Cuba a la normalidad de contar con una
oposición política encargada de la fiscalización del que gobierna? ¿Por
qué no hablar del fin del monopolio de los medios de comunicación por
parte del Estado y dejar que nuevas organizaciones y ciudadanos puedan
en su país dedicarse al periodismo libremente sin ser molestados por
ello? ¿Qué impide que se plantee la necesidad de que los ciudadanos
puedan organizarse al margen del gobierno y que puedan reunirse y
convocar manifestaciones -incluso en oposición al gobierno- sin que las
fuerzas de seguridad estén siempre orientadas a defender al gobierno y
perseguir al ciudadano?

Si al final de este proceso la UE no consigue nada en ninguno de estos
aspectos, las idas y venidas entre La Habana y Bruselas no habrán
servido nada más que para expermientar ese bochorno caribeño, aumentarlo
incluso, y sofocar toda aspiración de los cubanos a que alguien más
civilizado que el gobierno que los somete les eche una mano para salir
en el callejón, por hoy, sin salida en el que se encuentran.

Source: Bochorno en La Habana -
http://www.martinoticias.com/content/bochorno-en-la-habana/34662.html

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