22 de marzo de 2014

Raúl no es Fidel

Raúl no es Fidel
El presidente cubano, a diferencia de su hermano, se preocupó desde un
principio por las instituciones
MARIFELI PEREZ-STABLE 21 MAR 2014 - 20:54 CET22

"Cuba no está cambiando. Cuba está reafirmando su posición, sus ideales,
sus objetivos. El que está cambiando es el mundo", afirmaba Fidel Castro
en 1998. Con la llamada actualización Cuba rectifica políticas que a lo
largo de décadas dejaron pocos logros económicos. Ya no se puede decir
que la élite esté paralizada como lo estuvo a partir de 1995 hasta que
la salud postró al Comandante.

No obstante, es lógico preguntarse si las reformas son irreversibles.
Después de todo, La Habana tiene una larga historia de alterar políticas
de la noche a la mañana. Raúl Castro, sin embargo, no es como su
hermano. Desde el principio se preocupó por las instituciones
—verticales y unísonas— pero instituciones al fin y al cabo.

Afortunadamente, no puede gobernar por la fuerza de su personalidad y,
por tanto, si se diera la marcha atrás, sería por consenso de la élite y
no de sopetón por voluntad unipersonal. El que Rusia y México
renegociaran la deuda en condiciones favorables para La Habana así como
la inversión de 1,000 millones de dólares de Brasil en el puerto del
Mariel son indicios de que al menos estos tres países confían en la
perdurabilidad de la reformas.

Empero Raúl y los históricos están entre la espada y la pared. Ante todo
no pueden ser ellos los que pierdan el poder otrora revolucionario. A la
par se escudan tras el legado fidelista pues no hay otro si bien el
Comandante nunca colocó en el centro de sus políticas los intereses
cotidianos de los cubanos y las cubanas de a pie. Sus zigzagueos se
daban invariablemente contra la liberalización económica como sucedió a
mediados de los 90. Para Fidel la constancia ideológica valía más que
mejorar la vida de la gente.

El nacionalismo y la esperanza de que una Cuba mejor era posible
impulsaron el apoyo popular a la revolución en 1959. Incluso después de
que la plaza pública admitiera solo a los revolucionarios y la oposición
fuera encarcelada, fusilada, exiliada o silenciada, la mayoría
respaldaba el proyecto revolucionario.

Así y todo, el nacionalismo cubano también fue lastimado. La década del
60 se perdió por descalabros económicos y, sobre todo, por el desgaste
emocional de la gente. Alguna vez Carlos Rafael Rodríguez (1913-1997)
usó la frase "resignación de apoyo" para representar a los cubanos de
entonces.

La economía repuntó solo porque Moscú impuso condiciones a los subsidios
que proporcionaba a La Habana. Fue en los 70 y principios de los 80
cuando el pueblo por fin mejoró algo su vida cotidiana. Sin embargo, esa
mejoría no se pudo mantener.

En 1986, el Comandante dio otro viraje con la "rectificación de errores"
aunque la sabiduría popular prefirió llamarla la ratificación de
errores. Cuba enfrentó las caídas del Muro de Berlín y de la Unión
Soviética en la peor penuria económica desde los años 30. A fines de los
90 llega Hugo Chávez al poder y poco después el petróleo venezolano
fluía a la Isla. La URSS y luego Chávez permitieron a Cuba sobrevivir
con recursos ajenos. Los primeros se acabaron hace rato y los de Caracas
puede que tengan los días contados.

Las reformas impulsadas por Raúl buscan aliviar la vida material a la
gente. No pocos lo logran con el trabajo por cuenta propia que, a su
vez, facilita bienes y servicios que el Estado jamás consiguió. Hasta el
momento, sin embargo, las reformas no han atenuado la angustia de poner
la mesa con las tres comidas del día. Además han agudizado las
diferencias sociales, raciales y regionales.

Cuba, en efecto, está cambiando pero no del todo. Sin una economía
productiva basada en el esfuerzo propio, la soberanía nacional no es
sostenible ni tampoco la unificación de la moneda. Sobre todo, sin una
ciudadanía soberana, una Cuba mejor no será posible si es que los
cubanos de ahora guardan esa ilusión. En pocas palabras, las libertades
y los derechos nos pertenecen a todos por nuestra condición humana e
incumbe a los gobiernos garantizarlos a la ciudadanía.

En ese sentido, Raúl y su hermano son iguales.

Source: Raúl no es Fidel | Internacional | EL PAÍS -
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/21/actualidad/1395431681_398185.html

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