24 de febrero de 2014

Kiev, Caracas ¿y la Habana?

Kiev, Caracas ¿y la Habana?
[24-02-2014]
Jorge Hernández Fonseca

(www.miscelaneasdecuba.net).- Cuando escribo estas líneas acaba de caer
el impopular gobierno ucraniano encabezado Yanukovich. Caracas emite
señales inequívocas de bandera blanca ante el empuje de los estudiantes
en la calles, y ha llamado a la oposición al diálogo. Mientas tanto, en
toda la isla de Cuba reina la mayor tranquilidad --aquella tranquilidad
que los cubanos sabemos viene de "tranca"-- factor que estuvo exento en
la represión tanto de Ucrania como de Venezuela.
A pesar de los argumentos justificativos de la oposición interna cubana
--en sentido de que las condiciones dentro de la isla difieren mucho de
las condiciones en Ucrania e incluso de Venezuela-- los contrastes entre
la valentía ucraniana y venezolana ha dejado a la oposición interna de
la isla en condiciones lamentables, con muchas más preguntas que respuestas.

Los cubanos exiliados hemos escrito raudales de artículos sobre este
tema, en la mayoría de los cuales se hace énfasis en alertar a los
venezolanos a no ceder en su empeño actual contra el gobierno de Maduro,
con un argumento que parcialmente justifica la inacción dentro de la
isla. Se apela a que "este es el momento en que la oposición venezolana
no debe ceder, porque si Maduro vence esta batalla, ganará la guerra de
imponer el silencio y el miedo en toda la sociedad venezolana, tal y
como los hermanos Castro han conseguido imponer en Cuba".

El argumento anterior es válido para Venezuela, pero, ¿y para Ucrania,
con el recuerdo de varios siglos de dominación rusa y 70 años de régimen
comunista? ¿Será que también es válido el anterior argumento? Se aduce
con razón que tanto en Ucrania como en Venezuela existen medios de
comunicación más o menos libres, que existe cierta libertad de reunión y
que aún los gobiernos no se han impuesto "en la calle", que todavía es
de los manifestantes.

Se trata por todo lo anterior de un problema complejo, pero que los
opositores cubanos del interior de la isla tienen el deber ineludible de
abordar. ¿Por qué no se lanzan a la calle, como lo han hecho los
ucranianos y los venezolanos? ¿Por qué permitieron pasivamente la
celebración de la CELAC en la Habana (sólo criticando a los presidentes
asistentes) y no hubo siquiera un grito aislado, individual y espontaneo
de rigurosamente nadie del "amplio" espectro opositor?

El terror inyectado por la dictadura dentro de la sociedad cubana es
real, pero quien decide organizarse militantemente en alguna de las
muchas organizaciones políticas opositoras que existen dentro de la
isla, tiene el deber de superar el miedo, o de lo contrario, que no diga
que milita en alguna organización opositora. Los cubanos del exilio sí
tenemos --no sólo el deber, como que tenemos también la obligación-- de
analizar críticamente el comportamiento de la oposición interna,
haciendo uso de la libertad que hemos conquistado en tierras extrañas.

Un factor básico a ser analizado es la copiosa infiltración que la
oposición interna sufre desde las filas de los servicios de inteligencia
castrista, que no cesan de publicitar que sus espías de Miami tenían
como misión "penetrar las organizaciones de exiliados". Sí en el exilio
han actuado de esa manera pública y notoria, ¿qué dejamos para las
organizaciones dentro de la isla?

Tradicionalmente el exilio trata de prestigiar a la oposición interna,
en el supuesto que sus méritos superan a las organizaciones del exilio.
Pero si ellas se organizan dentro de Cuba para "oponerse" al régimen
cubano, ¿por qué no actúan? Si aducen miedo a represión, ¿de qué vale su
existencia? El peor de los escenarios para una oposición reprimida es la
muerte, la desaparición física, sufrir heridas de balas que, sin llegar
a la muerte dejan secuelas permanentes; eso existe en abundancia en
Ucrania y en Venezuela, aunque sus condiciones sean diferentes; la
muerte en Venezuela y Ucrania es la misma de la que habría en Cuba si se
perdiera el miedo y se programaran acciones similares. Para eso, es
mejor no "organizarse".

Muchos cubanos dentro de Cuba han venido al exilio por el miedo y la
represión dentro de la isla. Nada de innoble por causa de ese gesto, que
debería ser seguido por aquellos cubanos que tienen miedo y por eso no
se afilian a organizaciones políticas opositoras. Muy diferente a
aquellos corajosos que tienen el valor de organizarse contra el régimen.
Sin embargo, estos últimos sí que tienen el deber de asumir los riesgos
que su decisión implica. Oposición es como la venezolana o la ucraniana,
no como la cubana, penetrada por la policía política castrista.

El exilio por otra parte no está formado solamente por los que dentro de
Cuba decidieron venir al extranjero para paliar su miedo a exponerse
como opositores. Una gran mayoría del exilio militante de Miami está
formado por patriotas cubanos que lucharon en sus calles y sus campos
durante más de 15 largos años a cara descubierta contra la dictadura.
También está conformado por aquellos que desde el exilio prepararon
acciones militares contra el castrismo dentro y fuera de Cuba y por
miles de patriotas (y sus familiares) que por valientes cumplieron 15,
20, 25 años de encierro cruel en las ergástulas de la tiranía que oprime
a la Patria Cubana.

De manera qué el exilio puede --y debe-- señalar con el dedo a todo el
que dentro de Cuba esté organizado en las instituciones opositoras y no
salga a la lucha. Se percibe desde el exterior que la pasividad de
nuestras organizaciones internas tiene dos orígenes: primero, como todas
están penetradas por el castrismo, este induce el factor asociado al
miedo a la represión como antídoto paralizante para a acción opositora,
que no necesariamente tiene que ser violenta, insurgente o armada,
bastaba haber gritado "Viva Cuba Libre" ante los presidentes de la
región que visitaron la isla, tal como lo hizo un joven patriota durante
la última visita del Papa.

El segundo factor de parálisis dentro e la oposición interna es el
compás de espera con la "solución biológica", aguardando la desaparición
física de los hermanos Castro, en el supuesto que entonces la represión
disminuiría y sería el momento de "estar organizados dentro de Cuba"
para intentar así tener alguna influencia en ese momento político. Todas
las organizaciones internas comprenden que es necesario acciones
opositoras (repito, pacíficas) para desestabilizar al castrismo, pero
obvian esa tarea para que "otra organización corra el riesgo" y así
preservar "sus gentes" para el "futuro luminoso" que de esa forma nunca
llegará.

Este último factor es además incentivado por los aparatos de
inteligencia que tienen penetrados a los opositores internos, porque
también es paralizante para la acción opositora dentro de Cuba. Con
estos factores, tengo la certeza y la convicción de que el castrismo
gana tiempo, con el cual trabaja a su favor planeando una sucesión "post
Maduro", que está llegando desde Brasil en estos días de las manos de
Lula da Silva que visitará la Habana para garantizarle cierta sobrevida
a la dictadura cubana, si hubiera un colapso total del régimen chavista.

Es lamentable tener que analizar aspectos negativos de la oposición
política interna, pero ellos nacen del quehacer directo de la realidad
cubana y el contexto internacional de hoy día. La inactividad e las
organizaciones opositoras cubanas dentro de la isla explica
adicionalmente el por qué muchos opositores individuales de prestigio no
se afilian, o participan militantemente, de las organizaciones
existentes, y dedican su esfuerzo y su talento a actividades
periodísticas aisladas, informando al mundo sobre Cuba --lo que no es
oposición estrictamente hablando-- aunque por ello no dejan de ser menos
meritorios, ya que eluden así la penetración castrista.

Hoy, 24 de Febrero, en un aniversario más de la lucha que preparó Martí
desde el exilio cubano en Estados Unidos, el panorama político de dentro
y fuera de la isla es similar al analizado por José Martí entonces: una
oposición interna controlada por el enemigo y un exilio dispuesto a la
lucha. Para el futuro que se avecina, un esfuerzo de programa común
opositor fuera de la isla, con una representación consensuada de
dirigentes cubanos, resulta indispensable. Los esfuerzos internos para
representar a la oposición política de consenso en discusiones con la
dictadura, siempre tendrán la sospecha de ser una quinta columna del
castrismo --sea quien sea la personalidad interna definida-- porque
ciertamente su entorno estará penetrado.

Por todo lo anterior, creo que ha llegado el momento de que el exilio de
un paso al frente.

Source: Kiev, Caracas ¿y la Habana? - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/530b620b3a682e1bd079eef7#.Uwt8DvldXg8

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