Cada vez menos nombres extravagantes en Cuba
Al parecer los cubanos están volviendo a los nombres sobrios como
Alejandro y Daniela, dejando de lado el fervor por los Yhojayla,
Yeisker, Yoleissi.
febrero 25, 2014
Yanitse García lleva tres décadas explicándole a la gente cómo se
pronuncia o escribe su nombre, así que cuando su primogénita nació hace
tres años decidió ahorrarle confusiones futuras: le puso un sencillo y
elegante Olivia.
"Lo que me gustó de Olivia es precisamente que no iba a pasar trabajo,
sirve para español e inglés y nadie lo va a escribir mal", dijo a la AP
García, una licenciada en lenguas extranjeras de 32 años.
García forma parte de lo que en Cuba se llama popularmente la generación
"Y'', conformada por miles y miles de isleños cuyos padres rompieron la
tradición de santoral y de repetir los viejos apelativos --a partir de
la década de los 60-- inventando nombres que van desde los inspirados en
los rusos Yuri o Yevgeny hasta llegar a los excéntricos como Yotuel, una
invención que junta los pronombres yo, tu, él.
Los cubanos están volviendo a los apelativos sobrios
Pero al parecer los cubanos están volviendo en estos años a los
apelativos sobrios como Alejandro y Daniela, dejando de lado el fervor
por los Yhojayla, Yeisker, Yoleissi, Yuniesky, Yadinnis, Yilka,
Yiliannes, Yonersi, Yusleibis, Yolady, Yomary o Yudeisi.
"Lo de la Y fue toda una fiebre, un boom. Creo que comenzó a partir de
la influencia de lo soviético con los Yuri", comentó el sociolingüista
Carlos Paz Pérez, investigador de Miami Dade College. "Era algo
esnobista, hacer algo distinto a la monotonía de los Pedros y los Raúl".
El fenómeno fue tan extendido que los participantes se reconocen hijos
de un tiempo como en el caso de Yoani Sánchez, una disidente que
inauguró en la pasada década un Blog de fuerte crítica antigubernamental
al cual bautizó como "Generación Y". También incluye la Y un portal del
otro extremo, el de Yohandry Fontana, que defiende al gobierno.
Según los expertos los nombres extraños en la Cuba de los años 50 eran
poco usuales pero existían.
"Un amigo de mi madre se llamaba Olidey", explicó a la AP la académica
retirada y escritora cubano-estadounidense Uva de Aragón, de 69 años. El
nombre había sido sacado de un santoral pero los padres de aquel hombre
habían leído "Holidays" y lo españolizaron.
La propia académica tiene un apelativo inusual, una derivación del de su
abuelo, Ubaldo, pero ella reconoce que en la Cuba de los 50 el fenómeno
no había alcanzado la fiebre posterior.
"Antes los calendarios venían con los Santos y se ponían esos nombres,
también se repetían los de los padres", expresó De Aragón.
Pero tras el triunfo de la revolución en 1959 los inventados o raros
comenzaron una escalada.
"Al dejar gran número de personas de bautizar a los hijos, ya no era
necesario buscarles un nombre que estuviera en el santoral", expresó De
Aragón, en alusión al periodo siguiente a la revolución cuando el estado
se proclamó laico y la iglesia católica perdió influencia.
Entonces aparecieron en masa los inquietantes Hanisey o Vicyhoandry y se
extendió incluso la moda también al uso de la mencionada letra "Y'' en
nombres no inventados pero escritos para encajar con la tendencia como
Yisel.
La política y las relaciones exteriores cubana tuvieron además su
impacto con la llegada de los Che, las Stalina o los Lenin. También
toponímicos de aliados políticos se convirtieron en nombres como Hanoi o
Nairobi.
Los nombres inusuales fueron producto de combinaciones de dos o más
palabras, como como Daymer (Daniel y Mercedes), o directamente inventos
surgidos de la nada, buscando ser originales.
Y no faltaron las creaciones a base de dar vuelta los tradicionales como
Airam (María).
Los inventos hace rato que recorren el mundo.
Una de las más distinguidas bailarinas cubanas se llama Vientsay Valdés
y los estadounidenses aficionados al béisbol de grandes ligas conocen de
memoria a Aroldis Chapman o a Yoenis Céspedes.
Aunque no hay información oficial sobre cómo se comportó el registro de
recién nacidos en estos años, una lista de modas como en otras naciones
o estudios sociológicos, los cambios en el gusto de los cubanos son
visibles.
En un recuento informal realizado por la AP en un instituto
Pre-Universitario de la capital de un aula de 40 jóvenes, una docena de
ellos tenían nombres tan exóticos como Luzniobis, Yuneysi, Alianis y
Dianabell; mientras en un salón de 20 niños de primer grado solo había
dos, Raicol y Nediam.
En los últimos meses también hubo comentarios en medios de prensa
cubanos, advirtiendo sobre la necesidad de una regulación y exhortando a
los padres a ser más reflexivos a la hora de inscribir a sus hijos.
"Este fenómeno en Cuba se salió de control, se ha ido de las manos",
dijo a la AP la investigadora del Instituto de Literatura y Lingüística
de Cuba, Aurora Camacho. "Los nombre son también la imagen de un país y
detrás de ellos hay una persona", agregó la académica, quien insistió en
que debería haber una mayor precisión en las normas jurídicas.
Los nombres raros no son patrimonio exclusivo de Cuba.
En Venezuela en 2007, las autoridades trataron de impulsar una ley para
evitar que los padres coloquen a los niños "nombres que los expongan al
ridículo, sean extravagantes o de difícil pronunciación" y lo mismo
sucedió en 2009 en República Dominicana. Ninguna de las dos normas prosperó.
Recientemente el estado mexicano de Sonora prohibió más de 60 nombres
excéntricos asentados al menos una vez en sus registros civiles, entre
ellos "Facebook", "Rambo" o "Circuncisión".
Pero en Cuba, aunque todavía subsisten los apelativos creativos hay un
rescate de los tradicionales.
Los primos de la pequeña Olivia, por ejemplo, la niña de García, se
llaman Ernesto, Gabriela, Carlos y Christian.
"Pienso que hubo una saturación", manifestó el lingüista Paz. "Pero ha
pasado y hay una tendencia a volver a recuperar nombres tradicionales".
Source: Cada vez menos nombres extravagantes en Cuba -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-nombres-extravagantes/32386.html
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