Publicado el jueves, 12.12.13
Perdón y justicia
BY PEDROCORZO
Los regímenes depredadores generan víctimas y victimarios. El odio se
vuelve un oficio y el miedo una enfermedad de la que no se escapan ni
los mismos abusadores.
Vivir en una sociedad donde odiar y temer es parte fundamental de la
existencia, traumatiza a los ciudadanos. Superar esa realidad cuando
concluye la opresión, demanda mucha tolerancia y capacidad de
comprensión, aunque la víctima nunca pueda perdonar a su victimario.
No obstante la mayoría de las personas considera sabio y prudente ser
indulgente. Valoran más una relación armónica y un concilio de
voluntades, que una acción de venganza, porque consideran que odiar y
actuar en consecuencia menoscaba su dignidad.
El perdón es la consecuencia de la ruptura de los acuerdos de
convivencia asumidos previamente. Es la búsqueda de un nuevo concilio.
Es aceptar la igualdad ante la ley y el compromiso de acatar las reglas
que rigen la comunidad. La aprobación de un compromiso de mutuo respeto,
tolerancia y también de colaboración.
Todo conflicto, individual o social, genera víctimas y victimarios,
abusos y hasta crímenes, por eso es válido preguntarse, ¿es posible el
perdón, pueden sinceramente la víctima y el abusador tolerarse,
construir un futuro juntos?
¿La víctima tendrá capacidad de perdón? ¿Y en el victimario se habrá
extinguido su inclinación al abuso, a despreciar a los derechos del prójimo?
La víctima no responde a un patrón físico ni moral pero sí de conducta.
Víctima puede ser cualquiera. Los derechos y la existencia misma de la
víctima pueden ser anulados o extinguidos, pero la víctima puede ser un
vencedor moral, a pesar de los vejámenes que sufra, si enfrenta con
dignidad la injusticia e intenta restaurar su derecho.
El victimario puede ser un inadaptado social. En esos casos sus crímenes
por brutales que sean, afectarán a una persona o a un sector de la
comunidad, pero cuando el victimario es consecuencia de un sistema
político que le otorga inmunidad, como ocurre en Cuba, su maldad se
extiende a toda la comunidad.
El torturador debe aceptar sus crímenes. El sectario admitir que
persiguió, acosó y discriminó a los que no pensaban y actuaban como él.
El victimario debe tener conciencia que sus crímenes estaban más allá de
la idea que decía defender. Admitir sus excesos puede ser una garantía
de que en el futuro no incurra en pasados abusos, aunque las
circunstancias para cometerlos le fueran nuevamente favorables.
El perdón a un victimario es una decisión personal. No puede decretarse
ni imponerse. El perdón trasciende los conceptos de victoria o derrota,
pero la acción de absolver, aunque implica renunciar a la venganza, no
significa faltar a la justicia.
La absolución transita por una avenencia ético-moral, un sincero acto de
contrición en el que pueda fundamentarse la nueva sociedad, ya que las
víctimas y victimarios harían dejación de sus rencores los primeros, y
de sus crueldades y odios, los últimos.
La reconciliación no puede provenir solo de la víctima. No es un deseo
unilateral del que fue sacrificado y que de nuevo, en virtud de su
conciencia cívica, controla sus pasiones y prefiere la aplicación de la
justicia.
Una sociedad que no sancione el crimen se encuentra cimentada en la
arbitrariedad y por lo tanto propensa a nuevas crisis sociales o políticas.
La condescendencia no exime de responsabilidad legal al criminal. La
absolución no implica impunidad. El crimen no puede ser premiado con el
olvido del mismo. Debe existir una sanción legal o moral que advierta a
los potenciales violadores que el crimen no paga.
Sin embargo hay quienes defienden los conceptos de "borrón y cuenta
nueva". Creen que se hace suficiente justicia con la aceptación de la
culpa. Consideran que la mejor opción para la sociedad es dejar saldados
todos los débitos para evitar cacerías humanas que puedan provocar la
aparición de nuevos violadores, de otros individuos que en un supuesto
afán de justicia, cometan nuevas arbitrariedades.
Por otra parte hay quienes consideran que el perdón debe anteceder a la
Justicia, porque no se puede juzgar a ninguna persona, a la vez que se
le odia. Entienden el perdón como una decisión de profunda religiosidad,
un acto de contrición en el que se aprecian los propios errores y los
del prójimo.
Arribar a lo que se puede definir como la justa justicia demanda que
comulguen las realidades de las víctimas y de sus victimarios, junto a
la sanción legal y moral que demanden los crímenes, solo así se pueden
establecer los fundamentos para crear una sociedad en que los derechos y
deberes ciudadanos sean asumidos con plena responsabilidad.
Periodista de Radio Martí.
Source: "PEDRO CORZO: Perdón y justicia - Opinión - ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/12/12/1634796/pedro-corzo-perdon-y-justicia.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario