Entre las ruinas de La Habana
Lunes, Julio 2, 2012 | Por Augusto Cesar San Martin
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Funcionarios del Instituto de
la Vivienda comentan que el gobernante Raúl Castro "prohibió" las
muertes causadas por los cada vez más frecuentes derrumbes de
edificaciones en La Habana. En este sentido, ha delegado en las tropas
ingenieras de las Fuerzas Armadas el derribo de todos los edificios
declarados en peligro de derrumbe.
Construcciones que durante años amenazaron con aplastar a los
transeúntes, caen ahora bajo los martillazos de los zapadores, elevados
por inmensas grúas. Las ruinosas edificaciones obviamente inhabitables,
pero repobladas con insistencia por tanta gente sin hogar, van dejando
de ser una alternativa suicida para los desesperados sin techo. Todo lo
que esté en peligro de derrumbe, será derribado…ha sido la orden que dio
el General.
Según las estadísticas de la Oficina de Rehabilitación y Desarrollo, el
estado del 78% de las viviendas en la capital es de regular a malo.
Está catalogado como malo el 40%, algo menos de la mitad del fondo
habitacional.
Sólo en el municipio Centro Habana existen 207 edificaciones
clasificadas como de "estática milagrosa", un pintoresco eufemismo que
significa que están en pie solo por obra y gracia del espíritu santo.
Mientras, con el también gracioso nombre de "vivienda nueva construida"
se clasifican los edificios remodelados o remendados.
Las falsas estadísticas triunfalistas del sistema se desploman, como los
edificios del país, como el país mismo. La realidad de los derrumbes
ocurridos en los últimos años revela el abandono del gobierno –dueño
absoluto de todo- , durante muchas décadas, por más que ahora pretendan
disimularlo, demoliendo lo que aún queda en pie, pero siempre sin
construir. Y es que en eso de destruir la revolución sí tiene una larga
experiencia; construir nunca ha sido su fuerte.
Algunos de los edificios, objetos del plan demoledor, fueron desalojados
al declararlos inhabitables por peligro de derrumbe. Según los
funcionarios del Instituto de la Vivienda encargados del desalojo, la
tarea no es fácil. Les toma tiempo convencer a las familias para que se
muden a un albergue, donde saben que pueden pasar años y hasta décadas
antes de volver a ocupar una casa.
Los desalojados también temen ser ubicados en los llamados albergues
porque el índice delictivo en estos sitios es muy elevado. Cambute 1, 2
y 3, ubicados en la carretera Monumental y Lucero, en Mantilla, son
albergues rechazados, debido a la violencia y la delincuencia que
imperan en ellos.
El actual plan de demolición se elaboró sin tener en cuenta el fondo
habitacional del Estado. ¿A dónde irán a parar los desalojados cuando se
acaben de repletar los albergues? La realidad requeriría la demolición
total de media ciudad, excluyendo algunos barrios residenciales donde
viven los dirigentes.
Por lo general, las demoliciones provocan más gastos que el
mantenimiento o reparación mayor, efectuados a tiempo. La acumulación de
escombros, gastos de combustible para la recogida de desechos, el cierre
de calles o avenidas, y la pérdida del equilibrio arquitectónico de la
ciudad, lo confirman.
Si no se destinara 60% del cemento disponible solo a la construcción y
mantenimiento de instalaciones que generan dólares al gobierno, se
podría realizar un mantenimiento preventivo, racional y eficaz de La Habana.
Una crisis habitacional de tamaña escala y un deterioro arquitectónico
tan prolongado y crítico no se solucionan vendiendo algunos materiales
de construcción después de tantos años en que fuera imposible comprar
legalmente un ladrillo en este país; tampoco se arreglará donando las
"casas de visitas" que mantienen el Estado en propiedad para el disfrute
de sus funcionarios. El plan de demoliciones preventivas de Raúl Castro,
que no contempla la construcción de remplazos, es un remedio que lejos
de solucionar, agrava la enfermedad; algo así como el viejo chiste del
cornudo que opta por "botar el sofá".
La demolición de La Habana pasará a nuestra historia como uno de los
últimos "logros" de esta dictadura; de esta revolución que se ha
empeñado en dejarnos entre ruinas y harapos.
acesar2004@gmail.com
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