Demasiado poco y demasiado tarde
Martes, Mayo 1, 2012 | Por CubaNet
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Recientemente, el presidente
Raúl Castro señaló: "Nuestro peor enemigo no es el imperialismo, ni
mucho menos sus asalariados en suelo patrio, sino nuestros propios
errores, y éstos, si son analizados con profundidad y honestidad, se
transformarán en lecciones para no volver a incurrir en ellos."
Al respecto, hay que señalar, ante todo, un hecho que resultará
sorprendente a quien viva en un país democrático: en Cuba, el
señalamiento de los deslices y su eventual subsanación constituyen un
monopolio de los que, por haber ocupado las posiciones de poder absoluto
durante decenios, son los mismos que los cometieron o permitieron.
Confucio dijo: "Quien comete un error y no lo corrige, comete un error
mayor". ¿Existe algún propósito consecuente de superar las pifias del
castrismo? No parece ser ése el caso. La idea fundamental es hacer lo
mínimo indispensable para mantener el control absoluto, con la esperanza
de que el país avance hacia lo que ellos esperan que sea el próximo
medio siglo de régimen totalitario comunista.
Reconocer esos fallos, o incluso señalar a sus responsables, tampoco
quiere decir por fuerza que haya intenciones de exigir responsabilidad a
los culpables o de tomar medidas serias para subsanar los males que
llevaron a la Isla "al borde del abismo". Hay que insistir en una cosa:
por el momento, la idea con los errores es sólo "analizarlos con
profundidad y honestidad" con la esperanza de que "se transformarán en
lecciones para no volver a incurrir en ellos".
Como las mismas autoridades que plantean las cosas en tales términos son
las grandes responsables de las pifias, eso resulta insuficiente. Haría
falta determinar cómo la floreciente "Perla de las Antillas" llegó a
convertirse en uno de los países más atrasados y miserables del Tercer
Mundo.
Para describir los traspiés se emplea el adjetivo "nuestros", lo que
alude ante todo a sus autores, los dos hermanos que han estado al frente
del régimen desde 1959. Porque, durante ese medio siglo, nadie, excepto
el Comandante en Jefe en su día y ahora el General de Ejército, puede
tomar alguna decisión de importancia.
Pero el empleo del adjetivo posesivo sirve también para convertir a
todos los ciudadanos, que nada tuvieron que ver con la adopción de las
medidas equivocadas, en cómplices y aun coautores —en cualquier caso,
responsables— de las distintas meteduras de pata.
Desde el mismo comienzo, "la Revolución" creó una atmósfera de total
rechazo hacia los que no aceptaran sin condiciones las políticas e ideas
del régimen. Muchos vieron cómo "el Proceso", lejos de marchar a la
prometida democracia, derivaba en un régimen totalitario comunista, por
lo que se marcharon del país.
Ipso facto dejaron de ser profesionales, intelectuales, empresarios o
artistas respetables para convertirse en "gusanos". Otros, como el
comandante y estratega de la Revolución en armas Húber Matos, cuando se
negaron a ser cómplices del inesperado cambio de rumbo, pasaron a ser
"traidores".
Por eso, quien aspire a ayudar a superar las pifias de hoy, si está
fuera del oficialismo, es mejor que esté preparado a sufrir la represión
gubernamental. ¡Cuánta persecución y cuántos años de cárcel han padecido
quienes han hecho críticas sin esperar a que desde las alturas llegue
una autorización expresa!
¡Y lo más curioso es que quienes actuaron sin permiso oficial siguen
siendo execrados después que se reconocen los errores que ellos
denunciaron antes de que el jefe supremo lo autorizara! Es así como el
régimen totalitario se autoperpetúa; es por eso que está condenado a
repetir sus meteduras de pata, y es a causa de esto que, cuando intenta
subsanarlas, hace como dice la conocida canción: demasiado poco y
demasiado tarde.
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