La Cuba real que se abre paso
El aburrido discurso de Raúl Castro remachó el esquema de
"parapetamiento" al que tanto se acomodan los representantes de esa
clase dirigente
Darsi Ferrer, La Habana | 03/02/2012
Si algo hay que agradecerle a Raúl Castro es que en su último discurso,
sin querer, o más bien sin siquiera imaginarlo ya que a estas alturas
sería mucho pedir, haya abierto la puerta al futuro. Porque, ¿qué otra
cuestión que el futuro angustioso ha dejado entrever a todos esos
delegados de la Conferencia del Partido y aquel que tuvo los hígados de
verlo por la TV? ¿Esperaban un milagro de renovación y progreso de este
militarote ebrio de poder? Lo que sí es seguro es que los calificativos
de "renovador" y "pragmático", que algunos obsesivos ilusos le otorgan
de gratis al general, ya acabaron de perder todo su valor en el mercado
de las esperanzas.
Su aburrido discurso remachó el esquema de "parapetamiento" al que tanto
se acomodan los representantes de esa clase dirigente. Pretenden hacer
un sortilegio de conservadurismo y que las cosas sigan como están,
barranco abajo, hasta que la situación nacional se vuelva a poner segura
para ellos, sin importarles el precio en miserias a pagar por la población.
Pero basta de hablar de estos señores y el sombrío panorama que le
pintan de obligatorio e inamovible al resto de los cubanos. Si algo ha
ido mal con ellos es hacerles caso y tomarlos en serio. Hay que hablar
del futuro real, el que a todos, verdugos y víctimas, déspotas y
humillados, indiferentes o fervorosos idiotas, les va a llegar en Cuba.
Los cambios radicales que ese futuro que irrumpe va hacer a la futura
sociedad libre y enderezada hacia el progreso ya están aquí. Empiezan a
rebullir en el comportamiento, la manera de pensar y de proyectarse
personalmente cada cubano. En primer lugar, está tras los rostros
absurdamente fieles que pulularon en la Conferencia del Partido
Comunista. Ante tanto inmovilismo que ya no sienten como puerto seguro,
malamente ocultan el creciente deseo de venderle el cordobán a tanta
bobería de Revolución, fidelidad, disciplina cuartelera, y el resto de
las zarandajas totalitarias. De hecho, y más allá de los deseos del
general y el hermano ayatolá, el futuro que no gobiernan se filtra en el
país con la avalancha de ideas de modernidad, de individualismo creativo
y productivo, en la audacia de pensar más allá de los estrechos corrales
mentales impuestos por el castrismo. La gente se está quitando el
correaje que los mantiene atados a esquemas y comienza a soñar sus
propias vidas, cada uno alejándose, a su manera y entender, del magro
destino que les designan.
Surgen iniciativas que aún los jefazos y sus amanuenses de la estructura
burocrática ni siquiera han comprendido del todo cuando ya se alejan,
sustituidas por otras cada vez más disímiles e impensables, sin esperar
por autorizaciones o lentas modificaciones enrevesadas que van dejando
caer en migajas los poderes del distante Estado. Y este torrente que se
está desprendiendo de la despertada iniciativa personal lo mismo se
anuncia en páginas electrónicas que nadie ha autorizado, que emprende en
concreto negocios para los que aún no hay alguna regulación o
"análisis". Es algo sin cesar, sin esperar vistos buenos, ni cohibirse
aunque esté rigurosamente prohibido, o esperar a ver qué decide el
Gobierno. Es un caos, donde cabe desde el trabajo y búsqueda honrada del
progreso personal hasta el robo, latrocinio y escamoteo más rampante. Es
el futuro que llega, pero no el que desean los Castro.
Y los efluvios de la vana sensación franquista de tenerlo todo
"amarrado" va a desaparecer de un suspiro en un momento impredecible,
cuando todos estos cambios sutiles e interiores lleguen a su punto de
madurez, dejen de moverse clandestinamente e irrumpan en la realidad
nacional con un estallido gigantesco que todos identificarán como lo que
quieren y se sumarán al mismo. Nadie puede decir cómo ni cuándo, eso es
un vano intento de adivinación. Pero ocurrirá porque es un movimiento
civilizatorio mundial que está dejando atrás todas las viejas
estructuras de poder y dominio sobre las personas. Ya se vio el pasado
año en múltiples ejemplos donde lo "amarrado" se hacía polvo antes las
narices de los autócratas. Algunos han terminado en prisión, otros en el
exilio, los menos con una muerte horrenda, pero todos se han ido del
poder que parecía eterno y transferible a sus crías.
Lo mismo ocurrirá si los Castro se mueren antes, como les pasó a Franco
y a Trujillo, o en pleno arribo del cambio incontrolable, como sucedió
con Ceaucescu y Gadafi, o esperando la carroza entre rejas, como le va a
ocurrir a Mubarak y al hijo del ex dictador libio, Saif al Islam Gadafi.
Es algo que no se puede contener. Ni con los viejos esquemas represivos
llevados a su máxima expresión tolerable, ni con nuevas formas de
forzado sojuzgamiento, cautiverio o liquidación que lo único que
lograrían sería desmandar más lo que se quiere inútilmente evitar. No se
puede con ese cambio, hágase lo que se haga.
Y lo importante no es que los dictadores lo entiendan y cedan el paso.
Eso solo ha ocurrido en Myanmar, pero cuidadito con confiarse en la
buena voluntad de los represores. Lo importante es que las personas
identifiquen el futuro como una realidad posible, independientemente de
lo que les digan o autoricen. Sería bueno, excelente, que llegara
ordenadamente, a buen paso pero con armónica transformación.
Desgraciadamente, no siempre es el caso. No obstante, no por eso va a
dejar de ocurrir. Las voluntades de todos se van a aunar en un esfuerzo
irresistible, empujando súbitamente hacia una sola dirección.
En Túnez, ¿cuántos no se habrán dado candela en un acto de desesperación
ante la arbitrariedad del despotismo, sin que luego ocurriera nada digno
de contar como no fuera recoger sus restos calcinados? ¿Quién podía
decir cuál sería el caso que representaría la diferencia que lo
cambiaría todo? ¿Quiénes se imaginaron en Berlín oriental que en una
sola noche, cuando se esperaba una enorme matanza de la población por la
policía totalitaria, el Muro se abriría y no volvería a cerrarse nunca
más? ¿Cómo se podría esperar que una multitud oficialista convocada por
el dictador rumano, con un chivato cada veinte habitantes y un militante
del partido por cada ocho adultos, se arrebatara y lo hiciera huir en
helicóptero? ¿O que los egipcios lograran derrocar un régimen vetusto en
solo dieciocho días? ¿O que el pueblo checo lograra lo mismo en once?
No son milagros, ni conspiraciones del "Enemigo", ni pueblos más
valientes enfrentando regímenes más débiles que el de Cuba. Es el
furioso hervir del futuro. Les llegó en ese momento, todos
instintivamente lo sintieron, se identificaron con él como lo que
íntimamente querían y se quitaron de encima en un santiamén lo que les
colgaba del cuello. Ese va a ser el futuro de la Isla también, lo mismo
para los abundantes escépticos que para los esperanzados. No es una
especulación ilusa movida por el ansia de un cambio radical que no
llega. Es la realidad que ocurre a diario en la geografía global.
Abran bien los ojos, ofensores y ofendidos. Está rondando ya.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/la-cuba-real-que-se-abre-paso-273615
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