Publicado el Domingo, 01 Enero 2012 18:43
Por Wilfredo Cancio Isla
El periódico estadounidense The Washington Post despidió el 2011 con un
contundente editorial sobre el caso del contratista Alan Gross,
arrestado en Cuba desde diciembre del 2009.
El editorial reclama la inmediata liberación de Gross, luego de
difundirse una foto reciente en la prisión del Hospital "Carlos J.
Finlay" de La Habana, y rechaza los intentos del régimen de Raúl Castro
de vincular un eventual gesto humanitario hacia el prisionero
estadounidense con la excarcelación de los cinco espías cubanos que
cumplen condenas en Estados Unidos.
CaféFuerte reproduce a continuación el texto íntegro del artículo de The
Washington Post, aparecido en la edición del 31 de diciembre del 2011.
CUBA DEBE LIBERAR DE UNA VEZ A ALAN GROSS
Editorial de The Washington Post
Dos líderes de la comunidad judía de Cuba han visitado al estadounidense
Alan Gross en el hospital militar de máxima seguridad en La Habana,
donde permanece confinado desde el 3 de diciembre del 2009. Ellos
encendieron velas de Hanukkah con él y luego salieron proclamando que se
encuentra saludable y esperanzado. Sin embargo, para la familia Gross en
Bethesda, este informe fue poco consuelo. Demacrado y deprimido, el
hombre de 62 años no estaba entre los cerca de 3,000 presos amnistiados
por el presidente Raúl Castro el pasado 23 de diciembre; a pesar de que
una madre y una hija enfermas esperan por su regreso a casa, el señor
Gross permanece en prisión con una condena de 15 años por "actos que
atentan contra la integridad y la independencia" de Cuba.
Las acusaciones de Cuba se derivan de la labor humanitaria realizada por
el señor Gross en representación de la empresa que opera los fondos
estadounidenses para la promoción de democracia, en respaldo a sus
compatriotas judíos en la isla. En concreto, ayudó a establecer una
intranet y mejorar el acceso de ellos a la internet.
Mucho se ha insistido en el hecho de que el señor Gross llevaba
teléfonos celulares y computadoras cuando viajaba a la isla, pero debe
decirse que al menos en una ocasión las autoridades cubanas registraron
su equipaje y le permitieron entrar los equipos al país después de pagar
impuestos. "Yo no hice nada en Cuba que sea distinto a lo que se hace a
diario en millones de hogares y oficinas en todo el mundo", dijo Gross
ante el tribunal que lo declaró culpable el pasado marzo. O sea, ese es
justamente el punto: en Cuba, ayudar a la gente a comunicarse libremente
puede ser un delito.
El gobierno de Castro considera al señor Gross como una potencial moneda
de cambio en su campaña para obtener el retorno de los cinco espías
cubanos desde Estados Unidos. Este esfuerzo ha recibido
desafortunadamente el apoyo de celebridades de Hollywood, Premios Nobel
e incluso, en cierto modo, el ex presidente Jimmy Carter, quien llamó a
la liberación de los espías cuando visitó La Habana en marzo (mientras
decía que su destino debe ser "independiente" al del señor Gross).
No hay equivalencia, moral o de otro modo, entre el espionaje ilegal de
los cubanos y la conducta del señor Gross. Los cinco cubanos condenados
a largas penas de cárcel en el 2001 por, entre otras cosas, operar como
agentes extranjeros no declarados e infiltrarse en instalaciones
militares en el sur de Florida. Todos son reconocidos agentes de
inteligencia, a diferencia del señor Gross, un promotor humanitario que
quedó atrapado en la disputa entre EEUU y Cuba sobre los esfuerzos
estadounidenses para promover la sociedad civil en la isla.
Sin embargo, las autoridades cubanas quieren ahora vincular ambos casos.
Refiriéndose a los cinco agentes de inteligencia, el presidente del
parlamento de Cuba, Ricardo Alarcón, ha llamado cínicamente a "la
comunidad judía en EE.UU." a "persuadir a los políticos estadounidenses
de que es hora de poner fin a esta injusticia y, en el proceso,
encontrar otras soluciones humanitarias".
Aunque la administración Obama está usando los canales diplomáticos para
la liberación del señor Gross, se ha negado sabiamente a jugar con la
posibilidad de un intercambio de los espías por él. A lo sumo, una vez
que el señor Gross esté libre, la administración podría considerar
pedirle al tribunal federal de Florida que permiten la salida hacia Cuba
de el espía convicto que ha cumplido ya su condena en prisión. Un
individuo con doble ciudadanía de Estados Unidos y Cuba quien ahora
cumple tres años de libertad condicional.
Pero el ex gobernador de Nuevo México Bill Richardson manejó esa idea
durante su visita a La Habana en octubre, y los cubanos la rechazaron de
plano. Esos son los caprichos del Estado comunista, cuya larga lista de
víctimas ha aumentado trágicamente con Alan Gross. El gobierno de
Estados Unidos debe seguir tratando de traerlo a casa -sin ceder ante la
extorsión de Cuba.
Traducción: CaféFuerte
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