Jueves, Enero 12, 2012 | Por Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet -Somnoliento, Arturo mira con
despreocupación hacia la calle, a través de la ventana de la guagua. En
una parada, una mano femenina toca en su ventana: Así comienza Fabula,
la más reciente película de Lester Hamlet. Una producción del Instituto
Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, en coproducción con otras
pequeñas productoras independientes.
Dedicada a Rufo Caballero, amigo del director, la obra se acerca a la
manera de Pasolini o Almodóvar, en lo referente al tema de las
relaciones homosexuales. Y Hamlet lo hace de manera provocadora. Quizás
para borrar la imagen "políticamente correcta" de su anterior película,
Casa Vieja, estrenada en Cuba a principios del año 2011.
En esta película, cuenta con dos generaciones de actores. Uno maduro y
seguro, compuesto por Alina Rodríguez y Fernando Echevarría, quien se
luce nuevamente, ahora en la complejidad del rol del papá de Arturo.
Mientras en el otro grupo, compuesto por jóvenes, sobresalen los
protagonistas Carlos Luis Gonzales (Arturo), Alicia Hechavarría
(Cecilia), y los "secundarios" Sandy Marquetti (Ernesto) y Yori Gómez
(Julia). Estos últimos con poco tiempo en pantalla, pero con una fuerza
que desbanca la actuación de los principales.
Lester Hamlet tomó como motivo para su obra el cuento "Fabula de un amor
feliz", del escritor Alberto Garrandés, y lo trabajó a dos manos con
Alejandro Bruges.
La dirección de fotografía de Svening Bokn, se resiente por no
aprovechar las luces del trópico. En las tomas en exteriores el problema
se hace critico porque, a pesar de todo, la luz solar aplasta los demás
tonos. El problema sobresale en la escena del malecón, cuando la pareja
pasea con su hija.
Punto y aparte merece el trabajo del editor, Adrian García, que no logra
la síntesis necesaria para llegar a buen puerto. Escenas demasiado
largas, a punto de parecer un videoclip con música incorporada. Otras
demasiado cortas, tanto como para no entender qué sucede. Su trabajo nos
revela los problemas que pudo tener el proceso de producción y
postproducción del filme. También se resiente el sonido y el doblaje,
con muchos diálogos incomprensibles.
En esta Fabula, Lester cultiva un naturalismo que destruye la usual
tendencia costumbrista del realismo socialista del cine cubano, que tan
presente en su anterior filme, Casa Vieja. Recrea una realidad marginal,
del subproletariado urbano, y con elementos que se tienen por
escandalosos y provocadores: jineteras, lesbianas, homosexuales, mercado
negro, policías imbéciles, homosexualidad desgarrada, matizado con
heterodoxas escenas de sexo.
Material escandaloso, si sólo se juzga desde la óptica de nuestra isla
encerrada en sí misma. Y mediante el cual Lester Hamlet tal vez
pretendió, como en el caso de los surrealistas, épater les bourgeois
(perturbar a los burgueses). Que en este caso serían los patriarcas del
viejo régimen.
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