Jueves, Septiembre 29, 2011 | Por Augusto Cesar San Martin
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Los bufidos del gobierno
cubano, asustado por las rebeliones en los países árabes, se tornan cada
vez más peligrosos. Los cubanos no tienen derecho a protestar: el
régimen traduce cualquier manifestación pública como "planes de la
Agencia Central de Inteligencia". La campaña que desarrolla el gobierno
en este sentido prepara el terreno para que los arrestos, los gases
lacrimógenos y las golpizas no provoquen levantamientos populares.
Según el gobierno, los cubanos son felices súbditos sin reclamos, por
lo que no existe la rebeldía espontanea. Los medios de difusión
gubernamentales tratan de presentar como mercenarios a quienes
protestan. La desinformación y el comprometimiento con el sistema,
controlado desde los puestos laborales o las facultades universitarias,
juegan su papel. Esta estrategia engendra el llamado ¨pueblo indignado¨,
esa horda de temerosos que no ladran lo que piensan, sino lo que les
imponen.
Los operativos policiales que cubren las actividades de los opositores
se han convertido en cercos. El cierre de calles céntricas con autos de
policías para evitar que el pueblo llegue hasta el lugar denota el temor
a las explosiones sociales. Es evidente que después de los estallidos
en el Medio Oriente y el norte de África, las autoridades no aceptan que
los curiosos merodeen la zona de conflicto entre los opositores y la
turba progubernamental.
Existe miedo en la población pero sobre todo desconocimiento del papel
que juegan las personas que reclaman sus derechos.
La represión está legalizada por la Ley 88, conocida como "ley mordaza",
que la Asamblea Nacional ha propuesto recrudecer.
El gobierno no está desprevenido. La crisis permanente del sistema y las
condiciones internacionales favorecen el reclamo popular, pero ya los
Castro están alertados y resulta difícil llevar ventaja a los que tienen
maña en reprimir a su pueblo desde hace cincuenta y dos años.
El régimen se esfuerza por aislar a los cubanos declarados opositores de
la población en general. El control policiaco sobre la oposición impide
organizar actos públicos. Por otro lado, las protestas espontáneas de la
población han demostrado que se apagan con la facilidad de un fosforo
bajo la tormenta.
A pesar de tener los mismos intereses, la unidad entre la oposición
organizada y la población esta entorpecida por la desinformación y el
miedo. Mientras el régimen logre manipular esto, mantendrá el control
de la situación interna y la rebelión continuara cautiva.
El riesgo corre de parte de los opositores. La dictadura ha demostrado
que prefiere vivir una eternidad en el banquillo de los acusados que un
segundo sin el poder. La represión no se hará esperar mientras el poder
de los Castro continúe en peligro de caída.
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