Jueves, Septiembre 29, 2011 | Por Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Casi todos los analistas
coinciden en señalar las desavenencias que ya existían entre el Che
Guevara y Fidel Castro cuando el primero salió de la isla a librar sus
aventuras guerrilleras. Aunque pudieron presentarse disputas acerca de
la política interna en Cuba como, por ejemplo, el modelo de dirección de
la economía a utilizar, siempre se ha dicho que el principal motivo de
discusión fue la manera de conducir la lucha revolucionaria en América
Latina.
Lo cierto es que en 1964, después de su intervención en la Asamblea
General de la ONU, el Che emprendió un largo recorrido por naciones de
África y Asia, y en este continente hizo una escala no programada en
Pekín para entrevistarse con el presidente Mao. Es muy probable que el
encuentro sirviera para que los dirigentes chinos estimaran que era
Guevara, y no Castro, el hombre indicado para llevar adelante el foco
guerrillero en la región.
Lo anterior ha quedado confirmado tras la aparición del libro El Che
quiere verte, del artista plástico argentino Ciro Roberto Bustos, el
mismo que participó en 1964, junto a Jorge Ricardo Masetti, en la
guerrilla de las selvas de Salta, y después acompañó al filósofo francés
Regis Debray a visitar el campamento del Che en Bolivia.
Nos cuenta Bustos que en 1965, cumpliendo instrucciones que el Che le
encomendara antes de iniciar su etapa guerrillera en el Congo, visitó
China con vistas a evaluar el apoyo internacional que tendría un
levantamiento guerrillero en cualquier país suramericano. Fue recibido
por un Vicepresidente de la Asamblea Popular china, quien calificó a
Fidel Castro de "un gran revisionista, cómplice del imperialismo y
traidor a la revolución". (El Che quiere verte Ediciones B. Argentina
S.A. 2007, pag. 269.) Para los jerarcas chinos, evidentemente, ya el
líder cubano bailaba a los acordes de la música orquestada desde Moscú.
Aunque la ruptura formal de Castro con el movimiento guerrillero
latinoamericano ocurrió en 1968 cuando apoyó la invasión soviética a
Checoslovaquia, es posible que, ante los tropiezos que el foquismo
experimentaba, el gobernante cubano, desde mucho antes, se fuera
inclinando por la variante soviética de apoyar a los partidos
comunistas, en detrimento de la lucha guerrillera. Por ejemplo, el año
1966 fue funesto para el movimiento guerrillero en el subcontinente:
murieron Luis de la Puente Uceda y Guillermo Lobatón en Perú, Camilo
Torres en Colombia, Fabricio Ojeda en Venezuela, y Luis Augusto Turcios
Lima en Guatemala.
Bustos también se refirió en su texto al modo en que los gobernantes
cubanos abandonaron a su suerte a los guerrilleros en Bolivia, y a él
mismo mientras estuvo en la cárcel junto a Debray tras ser capturados
por el ejército boliviano. Así lo contó: "Ni ellos desde el monte, ni la
base en La Paz, ni yo, podíamos avisar nada a La Habana. La Habana había
colgado los auriculares y retirado la antena".
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