Por Carlos Batista (AFP)
LA HABANA — Separados por la política y el estrecho de Florida, los
cubanos de la isla y el exilio comenzaron a dar tímidos pasos de
acercamiento alentados por las reformas económicas de Raúl Castro,
aunque deben vencer fuertes resistencias de ambas orillas.
El Gobierno cubano derogó el decomiso -establecido en 50 años- de los
bienes de los emigrantes, quienes podrán dejarlos a sus familiares, bajo
ciertos requisitos, según una nueva ley que permitirá antes de fin de
año a los cubanos vender y comprar casas y autos.
Unos meses atrás, autorizó a los emigrados con permiso de residencia
fuera de Cuba, muchos por estar casados con extranjeros, a establecer
pequeños negocios en la isla, donde también podrán conservar inmuebles o
autos, a través de un representante.
Unas 38.000 personas abandona el país cada año para sumarse a una
comunidad de cerca de dos millones que vive en varios países,
fundamentalmente en Estados Unidos y España.
A tenor de medidas de flexibilización aplicadas por el gobierno de
Barack Obama, 300.000 cubanoamericanos visitaron la isla en 2010, y para
este año se calculan unos 400.000. Crecieron también las giras de
artistas cubanos a Estados Unidos, incluido Miami.
Además de sus abultados equipajes con regalos para sus familiares, los
emigrados traen a la isla, discretamente, recursos financieros y
materiales para montar pequeños negocios al calor de las reformas de
Raúl Castro, que aprobó en abril el VI Congreso del Partido Comunista
(PCC, único).
Los acercamientos despiertan entusiasmo en algunos y fuerte rechazo en
el sector radical anticastrista en Estados Unidos, como los legisladores
Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, quienes impulsan iniciativas
para cortar los intercambios y evitar negocios con la isla.
En una entrevista publicada en la revista católica Palabra Nueva el
líder empresarial de la comunidad cubana en Miami, Carlos Saladrigas,
afirmó que grandes capitales cubanos en Estados Unidos están dispuestos
a invertir en Cuba si el Gobierno adopta "reglas universales"
"El empresariado cubano en el exterior tiene mucho que contribuir (...).
Somos parte del enorme capital humano con que cuenta la patria", destacó
Saladrigas, catalogado como moderado.
Sus declaraciones suscitaron un inusual y mesurado debate en un medio de
Miami -reproducido en Cuba por la revista católica Espacio Laical-, con
el académico Jesús Arboleya y el ex fiscal general Ramón de la Cruz,
ambos de reconocidas simpatías por Fidel y Raúl Castro.
Existe "una diferencia ideológica básica, la cual no es óbice para que
ambas partes dialoguen", dijo Arboleya, al aludir a la contradicción de
empresarios capitalistas y las reformas de Raúl Castro, que aunque busca
dejar atrás el agotado modelo económico soviético centralizado, tiene
como premisa mantener el socialismo.
No obstante, De la Cruz, en coincidencia con el discurso de Raúl Castro,
enfatiza en que "sólo obligatoriamente debemos coincidir en un punto
esencial: la independencia y la soberanía" de Cuba.
Para un entendimiento, dice Saladrigas "se necesita un cambio de
filosofía", que también conlleve "una legalidad clara" que cree
confianza y eliminar "el deseo frenético (de la burocracia cubana) de
controlar toda la actividad humana".
El empresario reconoce que la comunidad cubana en Estados Unidos no es
homogénea, y que los que tienen mayor capital y control político son los
más reticentes a una aproximación.
"Ahí radica el reto y el activo estratégico" y "la llave para la
normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos", consideró
Saladrigas.
Citando al cardenal Jaime Ortega, interlocutor en un diálogo con el
Gobierno, señala que "los materiales para construir puentes y murallas
son los mismos. Es nuestra decisión como utilizarlos".
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