1 de marzo de 2011

Pobre topito

Pobre topito
Tuesday, March 1, 2011 | Por Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) – Como es habitual en estos
casos (¡son tan predecibles "esta gente"!), algunos estaban seguros de
que en el tan insistentemente anunciado capítulo "Los peones del
Imperio", de la serie "Las razones de Cuba" (¡vaya título pretencioso!)
destaparían a algunos topos de la Seguridad del Estado infiltrados en
la disidencia interna. Pues bingo: cuando pasaron el programa en la
noche del sábado 26 de febrero, destaparon a dos: Moisés Rodríguez
y…redoble de tambores y fanfarria de la orquesta sin maestro del circo
Pubillones-Ringling-Castro Brothers. ¡Taratatán! Compañeros y
compañeras, ante ustedes ¡Carlos Serpa Maceira!

Al tal Moisés Rodríguez lo vi sólo una vez, en mucha mejor forma física,
hace más de 11 años, en noviembre de 1999 –no recuerdo si antes o
después que se efectuó la Cumbre Iberoamericana en La Habana- cuando
cubrí una reunión de líderes opositores, sentados en sillitas
plásticas en su sala, en el intento infructuoso de ponerse de acuerdo.
El tipo vivía cerca de Calabazar, en una encantadora casa, muy cerca de
la perrera del Ministerio del Interior. Supongo era el lugar ideal para él.

Pero faltaría a la verdad si niego que me pilló de sorpresa que Carlos
Serpa, tan combativo y que tanto gritaba por Radio Martí, fuera el otro
topo. Como tantos en la prensa independiente, muchas veces sentí lástima
por Serpa. Tanto que lo reprimía la policía política. Tan pequeñito, tan
flaquito que parecía un pionerito. Quién hubiera supuesto que en
realidad, aunque pesara menos que un comino el hombrecillo, era un
micro-policía.

Muchos comentaban que Serpa era malísimo como periodista, pero muy
valiente y laborioso. Escribía reportes infames, llenos de errores
ortográficos y faltas de concordancia, para Misceláneas de Cuba, pero
todos estábamos dispuestos a perdonárselos porque acudía a todas las
marchas de las Damas de Blanco, para reportarlas a Radio Martí en vivo y
en directo. Por radio se esmeraba más que por escrito, sólo que
exageraba el dramatismo. Ahora sabemos de dónde sacaba tanto brío y valor.

En cuanto a disparates, incultura y falta de calidad, no tenía que
esforzarse mucho, porque era bruto natural. Lástima que no faltarán
quienes digan que todos los periodistas independientes son tan boniatos
como él. Esa es precisamente la jugada. Allá el que la quiera creer.

Carlos Serpa nos explica ahora por televisión cómo se prepara una
campaña mediática contra el gobierno cubano, con la misma vocecita de
pito con que hablaba por Radio Martí y unos ademanes sacados de aquel
programa Sector 40 de cuando él aun no había nacido, que no convencen ni
a la abuelita de la Caperucita ¡Como si fuera difícil y hubiera que
inventar para denunciar los abusos y las barbaridades, que de tan
cotidianas y rutinarias, aburren!

El objetivo del programita televisivo protagonizado por Serpa, reforzado
con conversaciones por teléfonos pinchados y cámaras y micrófonos no tan
ocultos (¿para qué el ocultamiento si todos sabemos que vivimos en un
estado policial?) es no sólo desacreditar a las Damas de Blanco y los
periodistas independientes, sino aumentar la desconfianza y la
paranoia, el "aquí no se sabe quién es quién", no sólo entre los
disidentes, sino entre todos los cubanos. ¿Cuántos subnormales, con el
policía que les sembraron en el alma, no repiten a coro la pendejada de
que "esta gente se las sabe todas"?.

Hablando de topos sembrados en el periodismo independiente, llama la
atención la diferencia abismal entre el agente David (Manuel David
Orrio) y las pocas luces del agente Emilio (Carlos Serpa). ¡Cuánto ha
decaído el Departamento de Seguridad del Estado en estos últimos años!
¿No tendrán topos un poco mejores? ¿Tendrán razón, también en esto, los
aseres de mi barrio cuando dicen que no hay más ná?

En los últimos meses, Serpa desapareció. Fue como si se lo hubiera
tragado la tierra. Decían que había sufrido un infarto y que estaba muy
delicado, en Nueva Gerona. Y todos sentíamos mucha lástima por él. Pero
ahora que lo sacaron de la madriguera para interpretar el guión
televisivo que le escribieron sus jefes (visita a la celda del
Comandante en el Presidio Modelo incluida, cerca de su casa en Gerona,
porque no había combustible para llevar al topo a pasear al cuartel
Moncada o la granjita Siboney), la lástima es mayor. Imaginamos cómo se
sentirá. Tal vez el infarto, de ser cierto y mortal, habría sido
preferible. ¡El Pobre topito! Ahora que no sirve para chivatear, nene,
¿qué va a ser de ti?

luicino2004@gmail.com

http://www.cubanet.org/articulos/pobre-topito/

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