Wednesday, February 23, 2011 | Por Frank Correa
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – Recuerdo que antes, cuando
venía alguien de los Estados Unidos de visita al barrio, se distinguía
por su esplendor. Pero ahora cualquiera viene de la Yuma. En Jaimanitas
hay varios cubanoamericanos que visitan la isla frecuentemente. Algunos
rentan autos, visten bien, pero otros llegan como mulos, con el pasaje
pagado por cargar hasta el aeropuerto cubano los paquetes encomendados.
Los gastos de estancia corren por su cuenta.
Conozco a dos mulos de mi barrio que vienen varias veces al año: el
Sansi y Guillermito. Parecen que todavía viven en Cuba. Siempre andan
con la misma ropa, y cuando se les acaba el dinero beben el ron que
destila Crispín, fuman cigarros Criollos que compran en la cafetería, y
cuando se marchan dejan una estela de deudas para pagar en siguiente
viaje.
En su última visita, a Guillermito se le acabó el dinero el primer día
y vendió la cámara de video para subsistir. Estuvo una semana colándose
en las fiestas de quince y en las bodas celebradas en el Círculo Social
Obrero Aracelio Iglesias, donde fumaba y bebía gratis. El día del
regreso no tenía ni para pagar un taxi hasta el aeropuerto, y tuvo
que subir a la ruta 176 que lo llevó a Santiago de Las Vegas. No pudo
llegar a tiempo al vuelo porque el ómnibus se rompió frente al hospital
psiquiátrico Mazorra. Vendió el reloj las gafas para abonar el recargo
que le puso la aerolínea.
En cambio, el Sansi, más trabajador que Guillermito, tomó algunas
medidas para costearse la estancia. Después que se libera de la carga
en el aeropuerto busca por el pueblo la manera de "inventar dinero".
En las fiestas de año nuevo hizo carbón a la orilla del río con su
viejo amigo Cutú, y vendieron los sacos en una noche. El año pasado su
visita coincidió con la corrida del pargo sanjuanero, y como en los
viejos tiempos, salió a pescar con Nilo en un bote de corcho y
atraparon muchos peces con los palangres.
En su último viaje abrió un cafetín en casa de una prima, frente a la
playa, vendió comida rápida durante la semana que pasó en Cuba, le
sacó cuatro veces lo invertido, le dio a la prima un porciento y se
marchó a los Estados Unidos con más dinero que el que trajo.
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