Crónica sobre una crónica oscura
By RAUL RIVERO
Circula ahora en España, y en noviembre llegará a la Feria del Libro de
Miami, una obra que tiene el sonido hosco de los candados petrificado en
la llanura de cada una de sus páginas. Se titula ``El arte de la
tortura'' y está sufrido, vivido y escrito por el periodista Normando
Hernández, que cumplió siete años de cárcel en Cuba y llegó hace poco
deportado a Madrid.
Son 52 piezas seleccionadas de sus diarios y sus apuntes de preso
político. Se trata de cortaduras, tajazos, golpes recibidos por él y por
sus compañeros de prisión en una eternidad que comenzó repentinamente en
la primavera del 2003 cuando nadie podía pronosticar la fecha de cierre
de cada drama individual. Nadie podía saber ni siquiera si habría telón
y tramoyistas para cerrarlo.
Hernández, condenado a 25 años por dirigir una revista y una agencia de
prensa libre en su Camagüey natal, es uno de los jóvenes que a finales
del siglo pasado, en Cuba, hizo el camino de la denuncia de la violación
de derechos humanos al periodismo independiente. Y encontró por esas
veredas un vocabulario y una forma particular de contar. Un estilo, una
voz que le dan intensidad al testimonio devastador de su libro.
Los textos no pierden, en el azar y el peligro de su viaje hacia el
lector, las sombras del sitio donde el hombre inscribió los signos de
sus primeras letras. No son relatos breves y con la respiración cortada
por el punto y seguido. El recorrido por el episodio que se narra se
hace casi sin detenerse a coger resuello. A toda velocidad, con unos
desvíos programados para reflexionar sobre el suceso. Para evaluar las
reacciones humanas y poner al lector dentro de las ropas de los
protagonistas con la intención de que viva y pueda tocar las
temperaturas de los padecimientos.
El arte de la tortura, publicado por la Editorial Hispano Cubana,
permite que uno se sienta en los espacios donde pasan las cosas. Su
autor no le tiene miedo a las palabras. No se cuida de los adjetivos, ni
de los lugares comunes del habla popular (familiar) de la isla. Más
bien, se vale de ellos para que quienes lleguen a ese universo reciban
la impresión de que es un amigo, alguien cercano y querido, el que le
cuenta las historias.
El libro incluye una sección con documentos auténticos donde se puede
comprobar otra habilidad de Hernández como comunicador. Hablo de un
material que, de cierta manera, le da solvencia a los testimonios
personales del autor porque recoge un directorio parcial de presos
golpeados o torturados, de enfermos graves con mala atención médica y de
reclusos auto agresores, esa franja de hombres que, con un pedazo de
cuchilla o un alambre marcan la frontera de la vida y la muerte en las
galeras, los calabozos y las celdas de castigo.
Con El arte de la tortura se puede llegar a conocer mejor, y de primera
mano, la categoría del dolor de un sector de la sociedad. Es una visión
personalísima dentro del inmenso y poderoso panorama de la experiencia
carcelaria cubana.
onvido a leer este libro que nos muestra, además, la trayectoria de
rebeldía, la lucha del periodista Normando Hernández, un cubano
sencillo, autodidacta y alerta que cuenta lo que vivió. Ni más ni menos.
http://www.elnuevoherald.com/2010/10/31/829308/raul-rivero-cronica-sobre-una.html
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