Fernando Ravsberg | 2010-10-28, 13:59
Tal vez uno de los peores daños sufridos por la sociedad cubana en su
conflicto con EE.UU. fue que el "secretismo" se instaló en la nación
como una virtud ciudadana esencial para proteger vidas y haciendas de
los embates del "enemigo".
Podría parecer una simple excusa pero lo cierto es que los barbudos
tenían que cuidarse. Ya el 10 de marzo de 1959, apenas 2 meses después
de que tomaran el poder y mucho antes de declararse socialistas,
Washington decide acabar con Fidel Castro.
A este "Síndrome del Misterio" contribuyó también que el gobierno de
Cuba estaba en manos de revolucionarios acostumbrados a la conspiración,
un arte en el que todo se juega tras bambalinas y donde saber esconder
las cartas es la clave de la victoria.
En mi viaje a El Salvador mantuve una larga e interesante conversación
con uno de los integrantes de la Subsecretaría de Trasparencia. Se trata
de un nuevo organismo, creado por el gobierno del Presidente Mauricio
Funes y el Frente Farabundo para la Liberación Nacional (FMLN).
Los ex guerrilleros creen que el pueblo debe tener derecho a controlar a
sus gobernantes, instituciones y empresarios, no con una rendición de
cuentas formal sino con el acceso permanente a la información sobre sus
actividades.
Además me aseguran que la trasparencia es la primera trinchera contra la
corrupción, algo así como la represión preventiva de ese delito. Las
maniobras de los corruptos son mucho más difíciles cuando están bajo el
escrutinio de la población.
¿De cuántos funcionarios ineptos se liberaría Cuba si se implementara un
mecanismo público de control de planes y resultados? ¿Cuántos corruptos
quedarían al descubierto si todos pudieran conocer sus niveles de
ingresos y de gastos?
Lo comprenden muy bien los estudiantes de la Universidad Informática que
en un debate con el presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón,
reclamaron que los gobernantes, diputados y ministros rindan cuentas al
pueblo de forma periódica.
Pero ocurre todo lo contrario. Argumentan que el "imperio" busca
información vital para golpear la economía del país y que "las
multinacionales de prensa" aprovechan cualquier problema para
desprestigiar a la isla internacionalmente.
No voy a negar que sea cierto, EE.UU. tiene una legión de funcionarios
persiguiendo los negocios cubanos por el mundo para aislar
económicamente a La Habana, sabotear su comercio y sancionar a
empresarios de terceros países.
También hay que reconocer que algunos medios de prensa parecen
obsesionados con el tema. Llegan incluso a inventarse historias
absolutamente falsas y ridículas como la supuesta censura de la TV
cubana contra los dibujos animados estadounidenses.
Pero lo cierto es que mucho del secretismo no va dirigido a protegerse
de los enemigos, de lo contrario toda la información que ya está en
manos de los "imperialistas" y de la prensa extranjera podría publicarse
dentro de la isla.
Como explicar entonces que un caso de corrupción -conocido
internacionalmente- como el de Cubana de Aviación no se haga público en
Cuba. El secreto no parece dirigido a proteger a la nación sino a salvar
"la reputación" de los implicados.
9 meses después y a pesar de las promesas de justicia hechas a través
del periódico Granma, nunca se informó a la población del resultado de
la investigación sobre los pacientes muertos de hambre y frío en el
hospital psiquiátrico de La Habana.
No dudo que algunos de los culpables ya hayan sido juzgados y condenados
pero lo cierto es que el gobierno no rindió cuentas a sus ciudadanos y
el ministro del sector pasó a cumplir otras funciones sin dar la más
mínima explicación pública.
La filosofía de la seguridad nacional se derrumba ante casos en los que
al único que no le informan es al cubano de a pie. Decía el escritor
Lisandro Otero, que en el capitalismo no sabes que te pasará mientras
que en el socialismo nunca te enteras de que fue lo que pasó.
Es comprensible que un país resguarde sus secretos cuando trata con
enemigos tan poderosos pero el sector "protegido" en Cuba parece
excesivo, tanto que podría estar sirviendo para que se encubran
corruptos, ineptos e irresponsables.
Las autoridades salvadoreñas saben que la política de trasparencia los
expondrá también a ellos al escrutinio público. Sin embargo, creen que
"es doblemente positivo porque eliminar los corruptos de nuestras
propias filas nos dará un mayor prestigio ante el pueblo".
http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2010/10/la_trasparencia.html
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