25 de octubre de 2010

Cuba o Chile?

¿Cuba o Chile?
Eduardo Casanova

Domingo, 24 de octubre de 2010

En los días en que apenas amanecía para mí, la Revolución cubana fue un
gran sueño. Un sueño que compartí con muchos de los de mi generación, la
Generación del 58 o Generación Inútil. Muchas veces me imaginé en un
proceso parecido en Venezuela, en busca de una felicidad que se nos
había negado repetidamente desde aquella otra gran Revolución que nos
permitió ser el primer país que tuvo su propia constitución en la
América española. Pero aquel sueño, poco a poco, se fue convirtiendo en
lenta pesadilla. Y en 1980, en julio, cuando visité la isla, se rompió
del todo. Lo que vi no me gustó en absoluto.

Un país paralizado, empobrecido, en donde el terror se palpaba, y en
donde se daba el absurdo de que solamente "el Comandante" era capaz de
pensar, de decidir. El culto a la personalidad me pareció simplemente
detestable, tal como la discriminación de todo tipo en contra de los
humildes. Los poderosos (la "Nomenklatura") y los turistas tienen toda
clase de ventajas, mientras que los que no son ni poderosos ni turistas
no tienen ninguna. La corrupción corre por las calles, a falta de
automóviles variados. Y a eso se suma un perverso sistema de propaganda
que mantiene hipnotizado a un altísimo porcentaje de la población, para
que los poderosos sigan disfrutando a costa de la vida de los débiles.
Eso no puede ser un ejemplo ni un camino para nadie.

A Chile lo conocí ya adulto. Muy poco sabía de su realidad. Sentí una
gran simpatía por Allende cuando ganó las elecciones, y un gran rechazo,
mezclado con frustración y rabia, cuando un golpe militar lo sacó del
poder y lo llevó al suicidio. Poco después, en Dinamarca, conocí a
muchísimos exilados chilenos, entre ellos a una familia que se convirtió
en mi familia chilena, la familia de Alejandro Leighton Puga, que se
volvió mi compadre y mi gran amigo. Cuando volvió la democracia,
condicionada pero democracia al fin, a Chile, pude por fin conocer el
país. Fue una visita muy breve, en la que además conocí a los hermanos
de mi compadre y amigo chileno, y me di cuenta de que, con todo lo
odiosa que me resultaba la dictadura chilena, había significado un claro
progreso material para el país. Muchos años después, cuando apenas salía
de una operación de cáncer de colon y un duro tratamiento de quimio y
radioterapia, gracias a la amabilidad y generosidad de mi compadre y
amigo chileno, me pasé un mes completo en Santiago, con visitas
ocasionales a Viña. Y allí sí me di cuenta de que, mientras en Venezuela
se retrocedía en todos los campos, los chilenos avanzaban de manera
avasallante. Un año después me pasé tres meses, de nuevo en Santiago con
visitas a Viña y alrededores. Y lo que viví fue maravilloso. Un
verdadero país del Primer Mundo, con gente alegre, digna y feliz.
Si hoy se me pidiera escoger entre ambos modelos, no hay duda de que el
modelo chileno es positivo, aún con su terrible pase por la dictadura,
mientras que el cubano es negativo. Pero en realidad creo que lo que los
venezolanos debemos buscar es el modelo venezolano de la democracia, es
decir, el de López Contreras, Medina Angarita, Betancourt y Leoni, aun
con su período disparatado y dictatorial (trienio adeco y dictadura
militar) que podría hacer que se parezca al chileno. Siempre y cuando se
siga la línea Betancourt-Leoni, sin los desvíos que vinieron después y
llevaron a la ruptura del modelo y al peor gobierno que ha tenido el
país, el del teniente coronel Chávez Frías, que pretende que el país se
hunda en el mar de la infelicidad, que es el modelo cubano.

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/1253986.asp

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