Cuba, ¿país de poca memoria?
NÉSTOR CARBONELL CORTINA | Miami | 17 Feb 2014 - 12:36 pm.
¿Qué decirle a los empresarios cubanoamericanos que gestionan el
levantamiento del embargo?
El sagaz periodista italiano Aldo Baroni, que vivió en Cuba durante gran
parte de la dictadura de Machado y presenció su caída y anárquica
secuela, observó años después que se estaba incurriendo en los mismos
funestos errores que minaron a la joven república. Esa preocupación lo
llevó en 1944 a recoger sus punzantes advertencias en un libro titulado
Cuba: país de poca memoria.
Si el agudo periodista estuviese hoy con nosotros, ¿qué les diría a
aquellos empresarios cubanoamericanos que gestionan activamente el
levantamiento del embargo de Estados Unidos para poder concertar jugosos
negocios con los mismísimos tiranos que saquearon a Cuba y la mantienen
encadenada? Baroni seguramente les recordaría a los desmemoriados la
servil actuación de muchos de los grandes capitanes de industrias en
Cuba, quienes en 1959 trataron de congraciarse con el régimen para
conservar sus propiedades y lucrar.
Me tocó vivir durante esa etapa bochornosa de nuestra historia. Muy
preocupado por la ceguera o cobardía de numerosos empresarios, que
llegaron a hacer aparatosos donativos al Gobierno mientras el paredón de
fusilamiento seguía funcionando, asistí a la Asamblea General de
Ganaderos de Cuba, celebrada el 24 de mayo de 1959, para discutir la
recién publicada Ley de Reforma Agraria.
Concurrí a esa importante cita como observador, representando a mi
abuelo materno, José Manuel Cortina, ex presidente de los ganaderos,
quien, por encontrarse enfermo, no pudo asistir. Decidí hablar cuando me
di cuenta de que muchos de los ganaderos perdían el tiempo discutiendo
artículos aislados de la ley, sin percatarse de que ésta, en su
totalidad, no era más que un caballo de Troya utilizado por el régimen
para apoderarse subrepticiamente de la economía y estrangular a la
nación. Algo similar aconteció, con honrosas excepciones, entre los
hacendados y colonos.
En esa oportunidad, denuncié sin cortapisas la hecatombe que veía venir.
Aunque solo tenía 23 años, se me permitió hablar sin interrupciones. Al
comenzar mis palabras, expresé estos conceptos en aquella asamblea: "No
se discuten aquí hoy problemas individuales de pequeños o de grandes
ganaderos. No se defienden intereses personales o de grupo. Aquí lo que
se está debatiendo es el porvenir económico y político de la nación".
Analicé las graves implicaciones de la ley, no solo para los
terratenientes, condenados a desaparecer, sino también para los
campesinos, que "serían reducidos a meras partículas del engranaje
cooperativo". Concluí lo que resultó ser una arenga, exhortando a los
ganaderos a que se unieran, en un gran frente cívico, a las demás
fuerzas productoras del país para defender nuestras tradiciones
liberales y los principios democráticos que esa ley aniquilaba. Y al
final les dije: "Ganaderos de Cuba, ¡de pie para esgrimir vuestros
derechos y vindicar vuestras conciencias! ¡De pie, porque si no se
yerguen, serán arrasados por la avalancha incontenible del
intervencionismo estatal!"
Aunque lamentablemente lo que prevaleció en los sectores económicos del
país fue la miopía y el miedo, unos pocos empresarios dignos pudieron
salvar el decoro de muchos. Entre ellos figuraron Armando Caíñas
Milanés, entonces presidente de los ganaderos, Gustavo de los Reyes —hoy
centenario con la frente en alto—, y mi primo Eduardo Arango Cortina.
Los tres, junto a otros distinguidos militantes de la democracia,
cayeron presos en la primera gran conspiración contra el régimen
totalitario, y no se doblegaron en las cárceles infernales donde
cumplieron sus condenas.
Algunos dirán que eso ocurrió hace 55 años y que los tiempos han
cambiado. Es cierto, las circunstancias hoy son distintas, pero los
tiranos de Cuba son los mismos —duchos en manipular a los maleables y en
engañar a los incautos. Iniciaron una modesta apertura económica cuando
perdieron los subsidios soviéticos, y después dieron marcha atrás cuando
les llegó el torrente de petrodólares bolivarianos.
Y hoy, no siendo esa ayuda suficiente para reavivar la economía y
perpetuarse en el poder, aspiran a que, con el apoyo de algunos
influyentes empresarios cubanoamericanos, los Estados Unidos les abran
las compuertas de divisas turísticas y créditos bancarios. Prometen
ampliar las actuales reformas económicas si reciben el oxigenazo
norteamericano, mientras agreden brutalmente a los pacíficos opositores
y preparan la sucesión con reparto de la piñata entre sus familiares y
jerarcas del Partido.
Bajo el liderazgo del recién fallecido Manuel Jorge Cutillas —gigante
del patriotismo y de la libre empresa que no coquetea con tiranos ni
traiciona sus principios— más de una docena de ejecutivos
cubanoamericanos vinculados a compañías multinacionales denunciamos,
hace un par de años, la nueva maniobra de los hermanos Castro. Esta va
enderezada a dividir al exilio y convencer a Washington de que solo se
puede superar el impasse en Cuba aceptando las reformas a cuentagotas
que el régimen buenamente ofrezca, sin democracia y sin libertad.
Al rechazar esa pérfida disyuntiva, sostuvimos que "si previamente no se
desmantela el aparato totalitario, se libera incondicionalmente a todos
los presos políticos y se restablecen los derechos fundamentales en la
Isla, no deben los Estados Unidos hacerles concesiones unilaterales a
los que subyugan a Cuba".
Finalmente nos comprometimos a continuar apoyando la creciente
resistencia cívica en Cuba y a "ayudar a la reconstrucción de la isla
donde nacimos, pero solo cuando los cubanos puedan gozar de la plena
libertad que nosotros disfrutamos y que ellos se merecen".
Con orgullo podríamos decirle a Aldo Baroni que hay compatriotas dentro
y fuera de Cuba que no han perdido la memoria ni la dignidad.
Néstor Carbonell Cortina, ex vicepresidente de PepsiCo para las
Relaciones Internacionales.
Source: Cuba, ¿país de poca memoria? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1392634141_7181.html
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