16 de enero de 2017

Cuba - economía y subdesarrollo

Cuba: economía y subdesarrollo
Es difícil imaginar, y más aún lograr, fuera de las hojas de ruta del
Gobierno cubano, progreso económico sin libertad económica, eficiencia
económica sin ingenio individual
Jorge Dávila Miguel, Miami | 16/01/2017 9:48 am

Un ruso, un americano y un cubano debatían cual era el país más poderoso
del mundo. El ruso gritaba que con dos bombas atómicas acababan con
Estados Unidos; el americano que con una granada neutrónica arrasarían
con la URSS. El cubano, en silencio, sacaba unas cuentas. Los otros lo
miraban intrigados. "A nosotros no nos hacen falta bombas —dijo—, les
mandamos dos economistas cubanos en paracaídas y acabamos con ustedes".
La burla no era muy justa porque por la época del chiste los ausentes en
la realidad nacional eran precisamente los economistas. Habían devenido
una casta profesional inútil, opacada por el ideal de un hombre nuevo y
el voluntarismo político. La Revolución Cubana en su misión de ser
incesante, no solo había acabado con el capitalismo, sino que ansiaba
llegar al comunismo antes que la propia Unión Soviética. Ah, el fervor
de la batalla. Fueron los tiempos sucesivos del sistema presupuestario,
el cálculo económico, el sistema de dirección y planificación de la
economía, la Ofensiva Revolucionaria y así. Eran los tiempos de la ayuda
desinteresada de la Unión Soviética, cuando la solidaridad moral y la
ética guevarista eran verdades de estricto cumplimiento en las
relaciones de producción para que el hombre dejara de ser el lobo del
hombre. La senda materialista para crear el Cielo en la Tierra.
Y así muchísimos años han pasado, llegamos al día de hoy, cuando el
Estado cubano apuesta con el Perfeccionamiento Económico y la
Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo
para alcanzar un "socialismo próspero y sostenible" en el país, "sin
prisa, pero sin pausa".
Todas palabras muy bien estructuradas en oraciones sólidas, párrafos
contundentes en los documentos aprobados, aunque también arduos de
entender en cómo y cuándo se harán al fin las cosas. Son como una hoja
de ruta, un mapa de buenas intenciones que señalarían la salida de la
nación cubana en el año 2030 —al fin— del subdesarrollo. Que traducido
en palabras simples significa mejor alimentación, vivienda, y aun mejor
educación, atención médica y libertades individuales para los que ya
habitan en el planeta Cuba, además de certezas para un mejor desarrollo
de las próximas generaciones.
Pero lo que pasa en estos días es que varios economistas cubanos de
dentro y fuera de la Isla —y no de los que se alegrarían del fracaso
económico del Gobierno—expresan dudas sobre la exitosa marcha de esa
hoja de ruta. Faltarían solo 13 años para ese gran "salto adelante" de
2030 y ni la economía cubana crece anualmente al ritmo adecuado, ni las
inversiones extranjeras alcanzan el monto necesario, ni la burocracia
político-económica cubana facilita la inversión, ni el sistema bancario
es eficaz, ni el sistema monetario es apropiado, entre otros renglones
que estorban el posible, necesario y apremiante desarrollo de las
fuerzas productivas dentro de Cuba para que en síntesis y sencillamente,
el cubano viva mejor.
Pequeños nudos a resolver que dependen del real nudo gordiano que han
teñido las relaciones político-económicas entre el Gobierno y la
población cubana. El conflictivo nudo entre los derechos del Estado y
los derechos del individuo. Entre lo colectivo o lo falsamente colectivo
y lo personal o lo falsamente personal. Detrás de muchas de las pausas
se encuentra dicho dilema Estado-individuo y por qué no, también detrás
de algunas de las prisas.
Es un asunto que el Estado cubano debería de solucionar, porque es
difícil imaginar fuera de las hojas de ruta, —y menos lograr— progreso
económico sin libertad económica; eficiencia económica sin ingenio
individual y responsabilidad individual sin progreso económico. Porque
de cierta manera, ¿no es la felicidad de un pueblo la felicidad de sus
individuos?
Y si Trump revierte la política de Obama hacia la Isla, qué le vamos a
hacer. Otro presidente de la conga. Aunque también, tal vez, podamos
aprender de las consecutivas esperanzas blancas de los últimos cincuenta
y ocho años: la URSS, el campo socialista, el ALBA, la Revolución
Bolivariana con buen precio del petróleo y últimamente los americanos.
Levanten el embargo y entonces puedo construir el socialismo. Sean mis
amigos y solo entonces puedo fortalecer mi economía. Eso, de estar
reaccionando siempre a lo que hace o no hace Washington, ¿no es también
una especie de plattismo? Con perdón de los talibanes.

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Encuentro -
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