¿Festejar la muerte?
¿Puede y debe convertirse en una celebración la muerte de un hombre?
Félix Luis Viera, Miami | 27/11/2016 11:05 am
Sobre la 1 de la madrugada la noticia corre de boca en boca luego de que
los medios radiales y televisivos la propagan.
No pocas personas hacen saber en entrevistas televisadas, en uno y otro
rincón de Miami, que están de pie a esas horas porque las llamó por
teléfono un amigo o el hijo o el hermano o el cuñado o el vecino de
enfrente.
Los reporteros de la televisión local e internacional continúan su labor
no solo pidiendo pareceres a unos y otros de los ciudadanos que se han
puesto de pie y han acudido a lugares emblemáticos de la ciudad, como el
Versailles o los restaurantes La Carreta, sino además divulgando
imágenes que dan fe del júbilo de pasajeros de automóviles que pasan a
todo claxon, muchos de ellos llevando la bandera cubana y gritando como
quienes se hallan en un festejo multitudinario.
El nombre del occiso aparece en carteles que yerguen no únicamente
quienes pasan en carros, sino además los que saludan con fervor a los
pasantes. El nombre del occiso junto a palabras realmente impublicables
que patentizan un odio viejo. Un rencor casi feroz.
Sobre las 2 de la mañana Juana Castro, hermana del difunto, es
entrevistada vía telefónica para un canal local de televisión y expresa
que está en desacuerdo con todas esas personas que han salido a
"celebrar", puesto que antes debieron haber luchado para terminar con el
régimen que estableciera el ahora finado. Y agrega que ella continuará
en el exilio miamense hasta la muerte, así que de ningún modo visitará
la Isla.
Al amanecer acrece considerablemente el número de personas en las calles
antes mencionadas, y en otras. Tal parece que se han puesto de acuerdo:
salen de uno y otro sitio y convergen como si cumpliesen un mandato y al
mediodía ya son multitud.
Como durante la madrugada, no solamente son cubanos los que se expresan,
sino asimismo venezolanos, mexicanos, peruanos, nicaragüenses... según
consta en las generales que dan cuando son abordados por los medios o
igual se nota en sus vestimentas, sus procederes o la bandera que
exhiben junto a la cubana.
Y, como durante la madrugada, los festejantes son hombres, mujeres,
ancianos, jóvenes, niños que acompañan a sus padres.
Y siempre hay quienes hacen su agosto en los eventos de la índole que
fueren: en este caso los vendedores de banderas cubanas; unas,
manuables, a 10 dólares, otras, como para llevar en andas, a 20 dólares.
Y no paran de vender, no dan abasto. (¿Desde cuándo las tendrían
confeccionadas o compradas para esta oportunidad?)
Comienza la noche del sábado y los medios televisivos muestran más y más
personas en las calles, más y más anécdotas de los entrevistados: cada
uno hace su cuento, remueve su dolor antiguo por una u otra causa.
Catarsis.
El ruido es ensordecedor. Gritos. Las bocinas de los automóviles.
Sirenas. Cohetes de artificio. Un maremágnum.
Y suben los insultos, tantos procaces, contra el fallecido.
Y las preguntas son:
¿Se vale festejar una muerte?
¿Es de humanos alegrarse de la muerte de alguien?
¿Puede y debe convertirse en una celebración la muerte de un hombre?
Source: ¿Festejar la muerte? - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/festejar-la-muerte-327813
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