Octubre 1978: "Remember" Cuernavaca
Los requisitos que Carter puso para normalizar las relaciones con la
Isla fueron únicamente la retirada de las tropas cubanas de África y el
cese del apoyo a los independentistas puertorriqueños
Arnaldo M. Fernández, Broward | 28/10/2014 2:46 pm
El ilusionismo político cubiche va desde la invasión de los americanos
para tumbar a Castro hasta la transición pacífica a la democracia por
obra y gracia de los propios cubanos. Entre ambos extremos corre el
truco de que EEUU está comprometido con la libertad y la democracia en
la Isla de Cuba pintoresca.
El 28 de octubre de 1978 tuvo lugar en Cuernavaca, México, la quinta
reunión secreta del año entre funcionarios de Washington y La Habana.
Ahora que salió el libro de Kornbluh y LeoGrande: Back Channel to Cuba
(Universidad de Carolina del Norte, 2014, 544 páginas) sobre la
"historia secreta" de las negociaciones Cuba-USA, conviene recordar que
la administración Carter manejaba, como pre-requisito para normalizar
relaciones, que Castro retirara sus tropas de África y dejara de apoyar
a los independentistas puertorriqueños. Nada más.
La cosa venía andando desde sendas reuniones en Nueva York el 14 de
abril y el 15 de junio de 1978, con división del trabajo entre las
cuestiones "humanitarias", encargadas al equipo del Departamento de
Estado que encabezó el subsecretario para Asuntos Políticos, David
Newson, y cuestiones "más amplias" asignadas al equipo de David Aaron,
lugarteniente de Zbigniew Brzezinski en el Consejo de Seguridad Nacional
(NSC).
Novedad en dos frentes
Tras una tercera reunión en Washington, el 5 de julio, ambos frentes se
fundieron. Newson y Aaron acudieron juntos a Atlanta el 8 de agosto para
reunirse con José Luis Padrón, quien fungió siempre como representante
de Castro en frente único.
En la última reunión de Nueva York, Padrón soltó que Castro había
decidido ya liberar unos cuatro mil presos políticos. En Atlanta se
acordó que EEUU iba a recibir a quienes pasaran el debido proceso de
verificación. Allí mismo Padrón entregó, para empezar, la documentación
de 48 presos. La prioridad de la Casa Blanca eran nueve ciudadanos
americanos.
En Atlanta se abordó también la compensación a empresas y ciudadanos de
EEUU expropiados por Castro. Padrón largó que Cuba no tenía objeciones,
pero que pasaría factura a Washington por los daños del "bloqueo" y
otras agresiones. A la exigencia del cese de apoyo a la bandería
independentista de Puerto Rico, Padrón respondió con que devolvieran la
base naval de Guantánamo.
La Casa Blanca aseguró que si Castro se retiraba de África, el embargo
comenzaría a levantarse con la revisión de la prohibición (1964) de
ventas de medicinas y la licencia a la firma Neptuno International,
domiciliada allí mismo en Atlanta, para suministrar a Cuba tecnología de
explotación del níquel.
La situación
Como la liberación de los presos políticos no era tema de negociación,
porque Castro ya había tomado la decisión, la pelota estaba en la cancha
estadounidense para determinar quiénes serían recibidos.
El entonces jefe de la Oficina de Asuntos Cubanos, Wayne Smith, precisó
en su libro The Closest of Enemies (WW Norton & Co, 1988) que de unos
3.600 presos políticos que salieron de Cuba en virtud de esta
negociación, "solo un tercio estaba todavía tras las rejas" (página
158). Y de estos, más de 600 eran reos de salida ilegal del territorio
nacional, que antes de entrar en vigor el Código Penal (1979) se juzgaba
como delito contra la seguridad del Estado.
En Cuernavaca se ultimaron los detalles de la "maniobra engañosa" que
138 presos políticos denunciaron porque Castro escogía quiénes sí y
quiénes no. También quedó sentada la renuencia de Castro a negociar la
presencia de tropas cubanas en África y sellada, por tanto, la mala
suerte de este acercamiento Cuba-EEUU.
No obstante, Padrón insistió en que funcionarios americanos viajaran a
La Habana. El 2 de diciembre de 1978, Peter Tarnoff, secretario
ejecutivo del secretario de Estado Cyrus Vance, voló a Cuba junto con
Robert Pastor, consejero del NSC para Latinoamérica y el Caribe. Al día
siguiente pasaron cinco horas con Castro, quien se plantó en la cuestión
africana y tildó el embargo de "moralmente indefendible" como ficha de
negociación.
Pastor resumiría en memo a Brzezinsky que Cuba era un país minúsculo
causante de problemas sin que EEUU tuviera con qué ganarse a los cubanos
y revertir la situación. Para posar de línea dura, Carter mandó a
reiniciar los vuelos del avión espía SR-71 sobre la Isla, que ya era
obsoleto frente al espionaje por satélite y otros medios electrónicos.
Coda
Al año siguiente, Washington se desayunaría con que una brigada
soviética permanecía en Cuba desde la Crisis de Octubre (1962). Y al
otro año, Castro desbancó a la administración Carter con la invasión
demográfica de casi 125 mil cubanos desde el Mariel, que legaría a
Reagan, como su "primer problema" cubiche, a los delincuentes y enfermos
mentales colados entre los marielitos (The Reagan Diaries, Harper
Collins, 2007, página 20). La entrada del miércoles 11 de febrero de
1981 en el diario de Reagan daría el tono de compromiso de la nueva
administración con el anticastrismo militante: Intelligence reports say
Castro is very worried about me. I´m very worried that we can´t come up
with something to justify his worrinying.
Source: Octubre 1978: "Remember" Cuernavaca - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/octubre-1978-remember-cuernavaca-320702
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